Industria de alimentos de Centroamérica resiliente, pero con nuevos retos postpandemia

¿Qué oportunidades tienen las empresas establecidas en la región para enfrentar esta coyuntura? La crisis generada por la pandemia del COVID-19 trajo grandes retos para la economía mundial.

La pandemia debilitó algunas empresas y las volvió más vulnerables por el tema de precios

Por José Barrera
Colaboraron: Christa Bollmann, Gabriela Melara, Roberto Fonseca, Luis Alberto Sierra

En industrias clave como la de alimentos, el desafío inicial de 2020 fue cómo mantenerse activos ante la puesta en marcha de períodos de cuarentenas y de una mayor demanda, en parte, asociada a compras de pánico.

Hoy, en la región centroamericana el sector se erige como un importante generador de empleo y pieza clave para el encadenamiento productivo con otras industrias, pero también consolida su posición como un actor relevante que además garantiza el acceso a una creciente oferta de productos presentes en la mesa, alacenas y refrigeradores de los consumidores del istmo.

En junio del año pasado, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), destacó que el comercio mundial de alimentos estaba preparado para ser resiliente, pero advertía que los precios internacionales de los productos eran influenciados por las incertidumbres sobre la oferta y la demanda.

En 2020, pese a la pandemia, a nivel mundial las exportaciones de alimentos y productos agrícolas aumentaron en casi US$52.000 millones en comparación con el año anterior, es decir, experimentaron una expansión del 3,2 % en equivalente anual, siendo la demanda de los países en desarrollo responsables de cerca del 40% del aumento en un año crítico.

Mientras que para 2021, la FAO estimaba que el valor del comercio agrícola mundial, medido según las exportaciones, aumentaría al menos en un 8 %, es decir unos US$137.000 millones y reafirmaba que parte de este crecimiento obedecería a la creciente demanda de Asia oriental. Sin embargo, a raíz del quiebre de 2020, en todo el mundo hay ajustes en la dinámica de cómo funciona el mercado de alimentos por cambios marcados en los hábitos de consumo tras la crisis sanitaria.

“En general hubo una explosión al principio. Mucha gente vivió compras de pánico, no solo en productos de limpieza básicos -como papel higiénico-, sino en muchos de las categorías de alimentos y bebidas, especialmente los que se pueden considerar que pueden servir para un largo tiempo”, describe Erick Calvillo, Socio Líder de la Industria de Consumo de Deloitte Spanish Latin America.

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Con la mayoría de consumidores en casa, los hábitos de compra sufrieron una severa sacudida que puso en pausa la demanda de restaurantes, sitios de trabajo y escuelas, pero en cambio esta se concentró en los hogares. “Debido a que ese consumo de las oficinas y escuelas se trasladó a las casas, el tipo de presentaciones cambió a un tema más familiar, no tanto individual, porque para el consumo de la casa se compran tamaños más grandes, de ahí se ‘porcionan’ los alimen- tos y las bebidas”, añade el especialista.

José Gregorio Baquero, CEO de la multilatina guatemalteca CMI Alimentos, confirma estos cambios y destaca que en su caso tuvieron que aplicar ajustes en la operación para acomodarse a esta nueva demanda centrada en puntos más cercanos.

“En la pandemia vimos cómo los consumidores se abocaron a canales más cercanos, como la Casa de Pollo Rey y tiendas de barrio; esto probablemente para evitar largos desplazamientos que los expusieran al virus y las aglomeraciones”, dijo.

CMI Alimentos vio en esta tendencia una oportunidad y desarrolló diferentes innovaciones a su modelo como reforzar las entregas a domicilio a través de la plataforma “A la vuelta de tu casa”, mientras que se privilegiaron canales cercanos al consumidor.

La empresa reconoce que si bien la demanda se contrajo inicialmente, rápidamente tuvo un incremento de ventas sobre todo del portafolio de productos preparados y empujando un repunte en el consumo de proteína avícola.

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Xavier Vargas, CEO de Cargill para Centroamérica y Colombia, también enfatiza que la crisis abrió oportunidades para seguir innovando y acercar de mejor forma sus estrategias con los consumidores.

“Entre los principales logros de estos dos años se encuentra el haber fortalecido la conexión con nuestros clientes y consumidores”, valora el ejecutivo, quien destaca una apuesta por “la omnicanalidad” para que sus marcas estuvieran al alcance de todas las personas consumidoras en diferentes plataformas de servicio y ventas, tanto propias, como con las alianzas de consumo y atención al hogar.

La rápida reacción y reacomodo de las empresas del sector permitieron que en 2021 el mercado entrara en una etapa de recuperación.

¿FUTURO RETADOR?

En marzo de 2022, se cumplieron dos años desde la confirmación de los primeros casos de COVID-19 y de una histórica etapa de restricciones. Pese a grandes avances en materia de vacunación y control sanitario, el riesgo de la pandemia sigue por el surgimiento de nuevas cepas como ómicron.

Además, lejos de entrar en terreno seguro, la industria sigue atenta a los efectos colaterales que trajo la pandemia como la crisis logística y el incremento del valor de las materias primas.

Hasta antes de la reciente invasión de Rusia en Ucrania, se estimaba que la escalada de precios -y el agudo problema para el transporte de mercancías- podrían terminar en 2023, pero ahora con el nuevo conflicto la situación se vuelve más compleja y se refleja en un explosivo aumento en el valor del petróleo.

Paulo de León, director ejecutivo Central America Business Intelligence (CA-BI), ve en esta coyuntura una gran oportunidad para las empresas de la región que producen alimentos, aunque también anticipa nuevos desafíos.

“Creo que las empresas productoras de alimentos de nuestros países pueden verse beneficiadas”, sentencia el investigador, que anticipa como gran reto la búsqueda de eficiencias en un entorno hostil.

“Primero tienen que hacer una apuesta por la productividad y por costos de logística bajos, porque por hoy importar, por ejemplo, lácteos desde Nueva Zelanda -en este ambiente- es muy complejo, primero porque los costos de transporte son muy altos y también los tiempos de entrega no son ágiles”, añade.

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