Por Eduardo Asaf, Socio en McKinsey & Company México
Las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) presentan una brecha de productividad de 71%. Cerrar esta brecha es equivalente al 10% del PIB de las economías emergentes, y podría lograrse al trabajar de la mano con las empresas grandes. Las MIPYMES B2B son por lo general más productivas que las B2C.
No es ningún secreto la importancia que tienen las MIPYMES para diversas economías emergentes; un estudio reciente del McKinsey Global Institute (MGI) estima que estas empresas contribuyen en promedio con el 49% del Producto Interno Bruto (PIB), y representan más del 75% de los empleos en estos países. Para ponerlo en perspectiva, en economías avanzadas, las MIPYMES tienen una participación promedio de 54% del PIB y 66% de los empleos.
Las MIPYMES tienen también un rol fundamental en las diferentes industrias, aunque su contribución es más significativa en algunas de ellas. En las economías emergentes, más de la mitad del valor de los sectores de comercio, servicios profesionales, alojamiento, alimentos y transporte, son generados por estas empresas. Desde la perspectiva de creación de empleo, también se suman los sectores de manufactura, construcción y tecnología.
A pesar de la importancia que tienen las MIPYMES, estas empresas presentan un desafío de productividad en comparación con las empresas grandes. Si esta brecha de productividad se redujera, podría significar una creación de valor relevante para estos negocios y para las diferentes economías. Para ponerlo en contexto, a nivel mundial la brecha es de casi el 50%, número mayor al promedio de las economías avanzadas (40%), y que se contrasta con el promedio de las economías emergentes, con un 71%.
Reducir esta brecha de productividad equivale al 10% del PIB de las economías emergentes en promedio, situación que difiere al valor potencial para economías avanzadas (5%). Este potencial varía según el país debido a las diferentes condiciones económicas subyacentes. Depende de la estructura de cada industria, así como de la naturaleza específica de los cuellos de botella existentes para el crecimiento y en qué medida se abordan para lograr la estructura económica óptima.
Las economías emergentes varían este aumento en productividad principalmente en industrias como la construcción, manufactura, tecnología, comercio y servicios profesionales.
¿Cómo alcanzar este potencial de productividad?
Ninguna MIPYME opera en un vacío. Sus perspectivas de crecimiento están influenciadas por sus interacciones con otras empresas. Estas interacciones pueden ser mutuamente beneficiosas, creando una situación de "ganar-ganar" para empresas pequeñas y grandes. Esto se demuestra con MIPYMES que operan como un negocio B2B, es decir que venden a otros negocios.
Estas empresas B2B interactúan estrechamente con otras empresas, a menudo más grandes, como parte de sus cadenas comerciales y de suministro. A nivel mundial, las MIPYMES B2B presentan una brecha de productividad 40% menor respecto a las grandes empresas, que las de MIPYMES B2C, que son las que venden principalmente a individuos.
El rendimiento superior de las MIPYMES B2B se puede atribuir tanto a un sesgo de selección, ya que los clientes empresariales tienen expectativas más altas de sus proveedores, como al hecho de que estas empresas más pequeñas pueden beneficiarse de las lecciones aprendidas trabajando con empresas más grandes.
Algunos de los subsectores con mayor potencial para las economías emergentes, están en dominios donde las empresas grandes de cada país tienen un buen nivel de productividad, por lo que crear lazos comerciales con ellas impulsaría el desarrollo de las empresas más pequeñas. Otros subsectores están en dominios donde empresas grandes y pequeñas presentan un mal desempeño. En estos casos, invertir en la mejora de su infraestructura y capacidades beneficiaría a empresas de todos los tamaños.
Sin duda, las micro, pequeñas y medianas empresas, son y seguirán siendo, una parte fundamental de las economías emergentes y del mundo. Por lo tanto, dejar atrás una perspectiva de adversarios y crear lazos de colaboración entre empresas de diferentes tamaños, generaría el máximo crecimiento sostenible e inclusivo para la economía mundial.
*Sobre el autor: Eduardo Asaf, socio de McKinsey & Company, lidera el trabajo de la firma en los sectores público, social y de salud en México.