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Cinco tendencias que marcarán el rumbo de las MYPE de El Salvador en 2025

Transformarse estructuralmente se vuelve cada vez más necesario en un entorno económico crecientemente digital y exigente, sugiere el último informe de FUSAI.

2025-04-10

Por revistaeyn.com

Las micro y pequeñas empresas (MYPE) de El Salvador podrían enfrentar en 2025 un punto de inflexión significativo: si bien muchas han demostrado una notable capacidad de adaptación tras la pandemia, se vislumbra que dicha resiliencia por sí sola podría no ser suficiente para garantizar su competitividad futura.

Transformarse estructuralmente se vuelve cada vez más necesario en un entorno económico crecientemente digital y exigente. Así lo sugiere el último informe del Observatorio MYPE de FUSAI, que destaca que “la resiliencia no basta si no se acompaña de innovación, formalización e inclusión financiera efectiva”.

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En 2023, más del 75 % de las unidades económicas salvadoreñas operaban en la informalidad. El reto para 2025 consiste en comenzar a integrar esta mayoría silenciosa al circuito productivo formal, promoviendo no solo su bancarización, sino también el acceso efectivo a servicios no financieros: capacitación, redes de apoyo, y tecnologías accesibles.

Estas son cinco tendencias clave que marcarán el rumbo de las MYPE en 2025, según FUSAI.

Digitalización como motor de competitividad Las empresas que adoptaron herramientas digitales entre 2022 y 2023 reportaron un aumento de hasta 20 % en ventas comparadas con aquellas que permanecieron offline. Esta tendencia se acelerará en 2025. La expansión del comercio electrónico y el uso de billeteras digitales ya no serán una opción, sino una condición mínima de competitividad.

Inclusión financiera: acceso aún limitado Aunque el financiamiento a MYPE representa al menos 13 % de la cartera total del sistema financiero, aún persisten barreras estructurales. Las microempresas de subsistencia enfrentan condiciones de acceso inequitativas, altos costos de intermediación y regulaciones inadecuadas. El uso de instrumentos de garantía y la consolidación de créditos con enfoque territorial serán claves para ampliar la cobertura.

El desafío de la formalización La economía subterránea en El Salvador aún representa alrededor del 30 % del PIB, según estimaciones de la Universidad Centroamericana (UCA). Este dato evidencia el profundo arraigo de la informalidad en la estructura económica del país. En este contexto, la política de integración económica diseñada por CONAMYPE propone condiciones diferenciadas para facilitar el tránsito progresivo hacia la formalidad, tomando en cuenta el nivel de acumulación, el tipo de actividad y el entorno territorial.

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Empuje desde el exterior: migración e inversión familiar El 25.6 % de los hogares salvadoreños recibe remesas, según datos del BCR. Estas no solo son un amortiguador social que ayuda a sostener el consumo en tiempos de crisis, sino que, cada vez más, se convierten en una fuente significativa de capital semilla para microemprendimientos familiares, especialmente en zonas rurales.

Para 2025, se espera que la canalización estratégica de estas remesas hacia inversión productiva sea una de las grandes apuestas del desarrollo local.

Transición generacional y liderazgo femenino Más del 50 % de las empresas están lideradas por mujeres, muchas de ellas en el sector informal, lo cual revela una realidad doblemente compleja: alta participación, pero también alta vulnerabilidad.

Además, una nueva generación de jóvenes empresarios está emergiendo con una mentalidad más digital, colaborativa y orientada al mercado. El desafío será generar políticas públicas con enfoque interseccional que reconozcan esta diversidad y fortalezcan las capacidades emprendedoras de mujeres y jóvenes.