Por E&N Brand Lab para FUNDAHRSE
Las empresas de la región centroamericana tienen que operar en un entorno de “creciente vulnerabilidad e intensificación de desastres”, sentencia Nahuel Arenas, jefe de la Oficina Regional para las Américas y el Caribe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR).
La UNDRR estima que de aquí a 2030 habrá 560 desastres de dimensión mediana a grande por año, un desastre y medio por día. El costo económico para América Latina es enorme: US$58.000 millones de pérdidas anuales a causa de los desastres, sobre todo de origen meteorológico; el costo estimado para Centroamérica es de US$6.000 millones, solo contando pérdidas directas y de infraestructura.
Se trata de un impacto económico “que no nos podemos permitir”, explica Arenas, quien apunta: “queremos transformar nuestras sociedades, nuestras economías. Y el rol del sector privado es fundamental para liderar el cambio”.
LA SOSTENIBILIDAD COMO EJE
El experto sostiene que los países de la región necesitan anticiparse a lo que pueda ocurrir, y lo primero que tienen que hacer es comprender el riesgo, “que estamos en un contexto de múltiples riesgos y de vulnerabilidades compuestas”, donde se conjugan vulnerabilidades estructurales como la pobreza, desigualdad, o alto endeudamiento con poco margen fiscal.
Añade que este es el marco en el que debe prosperar y construir una visión de desarrollo sostenible, a través de conocer el riesgo, planificar mejor, integrar el conocimiento del riesgo en las decisiones de inversión. Todo ello apunta directamente a la competitividad de las empresas.
La cultura de la prevención ante los desastres es un modelo más costo eficiente que la reacción. Así, el sector privado no debe de ver la construcción dela resiliencia y desarrollo sostenible, “ni como un gasto ni un acto filantrópico. Es verlo desde el punto de vista de la competitividad, la capacidad de dar continuidad a los negocios en caso de una disrupción, y mirar a la empresa en su entorno, con sus colaboradores, sus proveedores y dentro de un ecosistema de comunidad y sociedad”.
Las empresas, agrega Arenas, tienen que hacer un análisis de riesgo para entender cómo los desastres pueden afectar su modelos de negocios, para después hacerlas inversiones adecuadas para la resiliencia. “Toda empresa debe tener su plan de reducción de riesgos. Un plan de continuidad de negocios, de cómo la empresa se posiciona en un mundo con mayores y mayores riesgos”, incide.
No todas las empresas pueden reaccionar igual. Arise, la Alianza del Sector Privado para Sociedades Resilientes ante Desastres, trabaja en ello. Sin embargo, Arenas sostiene que son las mipymes a las que más les cuesta reponerse ante un desastre, para ellas, Arise cuenta conformaciones y con herramientas fáciles de utilizar, que les permite hacer una autoevaluación de sus riesgos.
Las alianzas público privadas (APP) juegan un papel fundamental. El rol de liderazgo del sector privado es “muy importante” por su capacidad de inversión, innovación, agilidad, capacidad de aportar soluciones, tecnología, servicios y productos que ayuden a las sociedades a ser más resilientes.
EXPERTO
Nahuel Arenas, jefe de la Oficina Regional para las Américas y el Caribe de la Oficina delas Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, visitó San Pedro Sula en el marco de la Semana de la Sostenibilidad, realizada y liderada por FUNDAHRSE.
En este marco se dio el IV Foro Regional de las redes ARISE, alianza del sector privado para sociedades resilientes ante desastres, que discutieron y generaron ideas colectivas para fortalecer la resiliencia de las sociedades en la región de las Américas y el Caribe.