Claves del día

América Latina es la región más desconfiada del mundo

En el indicador de confianza interpesonal, solo un 17% de los latinoamericanos dice que se puede confiar en un tercero. Salvo Uruguay, ningún país de la región sale de la desconfianza en las instituciones de la democracia.

2015-11-12

Por: agencias

Esta cifra se ha mantenido estable en los últimos veinte años, a pesar de las crisis económicas, los avances en educación o el nacimiento de la nueva clase media. La desconfianza en el otro es el piso que define a las sociedades latinoamericanas.

El informe de los 20 años de Latinobarómetro revisa la confianza en todas las instituciones y las personas de la vida diaria, para contrastar la desconfianza institucional versus la confianza que tienen los latinoamericanos con quienes interactúan a diario en la vida, los amigos, los compañeros de trabajo. Es la confianza de la piel, de la experiencia la que sucede en la región. Las personas viven en redes donde si existe la confianza, son las redes en las que nacen, el círculo de personas con las que se rodean.

La estructura de confianzas pone al final de la lista las instituciones de la democracia, no hoy sino desde hace 20 años atrás. Con la excepción de Uruguay, ningun país de la región ha logrado salir de la desconfianza en las instituciones de la democracia.

Los medios de comunicación y las instituciones privadas gozan de más confianza que las instituciones de la democracia. La Iglesia (las iglesias) gozan de más confianza que todas las anteriores, con algunas excepciones

Las latinoamericanos tienden a confiar en personas cercanas, como familiares, vecinos, compañeros de trabajo, mientras que desconfían que aquellos que perciben como más lejanos, tales como telefonistas, funcionarios municipales e incluso familiares que no han visto durante mucho tiempo. Esto confirma que las sociedades latinoamericanas funcionan sobre la base de redes compactas que se relacionan poco entre sí y que, por lo tanto, no cultivan la confianza interpersonal. Este fenómeno se ve acentuado por la presencia permanente de la desigualdad económica y política, que hace que los ciudadanos se perciban a sí mismos discriminados.

La desconfianza es producto de las desigualdades que la democracia no ha desmantelado. La expectativa que pesa hoy sobre la democracia, es el desmantelamiento de las desigualdades. Sin eso, será dificil atacar el problema de la desconfianza.

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