Centroamérica & Mundo

Ya en Centroamérica: Kilómetros verdes y renovables

Mónica Araya es la escritora del artículo. Trabaja en el sector de la economía verde con líderes en gobiernos, empresas, defensa y filantropía para acelerar la transición a una economía resiliente y cero emisiones netas.

2023-02-05

Por Mónica Araya – Revista Estrategia & Negocios

La revolución del transporte eléctrico ha generado una ola cuya fuerza ya se asoma en las costas centroamericanas.

Este año ha sido vital para la agenda de movilidad eléctrica y vale la pena visibilizar las buenas noticias globales y regionales. ¿Qué ha pasado en el último año?

La respuesta de Bloomberg New Energy Finance es que la electrificación del transporte avanza a grandes pasos: El mercado global se expandió en 12 meses: Las ventas anuales de vehículos eléctricos de pasajeros son de alrededor de 10,6 millones de unidades en 2022 (fueron 6,6 millones el año anterior). Ya un 13,2% de los automóviles nuevos vendidos a nivel mundial en la primera mitad de 2022 fueron eléctricos, frente al 8,7% en 2021.

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La capacidad global de fabricación de baterías de iones de litio ha aumentado un 38% desde 2021, de 540 GWh a 806 GWh.

Los fabricantes de automóviles se han comprometido a vender, colectivamente alrededor de 43 millones de vehículos eléctricos por año para 2030. Y hoy en día sus retiros planificados de motores de combustión representan el 30 % del mercado mundial de automóviles.

De hecho, se espera que este año la inversión global en transporte cero emisiones superará los US$450.000 millones.

Son avances que tuvieron lugar contra todo pronóstico. A pesar de la guerra en Ucrania, la recuperación lenta postpandemia y los problemas en las cadenas de suministro que han generado, la electrificación del transporte continúa.

Sin duda, ha habido retos y atrasos. Por ejemplo, la crisis energética, la inflación y la incertidumbre han contribuido a aumentar el precio promedio de la batería a US$151/kWh, cuando había sido de US$141/kWh en 2021. Sin embargo, no perdamos de vista la tendencia hacia la baja en el precio, pues en 2010 el precio era US$1.306/kWh según Bloomberg New Energy Finance.

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Un factor que acelera la electrificación son las medidas en Europa y en Estados Unidos. En la Unión Europea, su Pacto Verde y el paquete de medidas climáticas para reducir las emisiones – Fit for 55— lleva a que, a partir de 2035, se acaben las ventas de vehículos de gasolina y diésel. Esta es una señal para la industria. Alemania que era el país más opuesto — en donde nació el motor de combustión interna— ya acepta que dicho motor tiene sus días contados.

Como en toda transición, hay ganadores y perdedores y hoy el debate es cómo hacer para que la transición, especialmente de los trabajadores, sea justa.

Estados Unidos también tuvo un hito este año: aprobó la legislación climática más transformadora de su historia —Inflation Reduction Act. IRA— y asigna unos US$369.000 millones para promover la manufactura y difusión de tecnologías más limpias como los vehículos eléctricos, paneles solares, turbinas eólicas. Se otorgan créditos fiscales para los consumidores y empresas y se crean mecanismos de justicia climática para asegurar que la electrificación llegue a comunidades de menores recursos.

TRANSPORTE CERO EMISIONES

Las señales de Estados Unidos tienen repercusiones más allá de sus fronteras. Un efecto positivo es que los gobiernos de México y EE. UU. entablaron un diálogo bilateral en materia de electrificación de transporte y publicaron un estudio conjunto.

México anunció que el 50% de sus ventas serán eléctricas en 2030 (que es la misma meta de EE. UU.). Esta relación bilateral es particularmente bienvenida dado el distanciamiento de estos países en los últimos años. Electrificar el transporte requiere cooperar.

Otro factor que impulsa la movilidad eléctrica es la creación de alianzas para normalizar el transporte cero emisiones.

Un ejemplo reciente es la coalición A2Z (por sus siglas en inglés, Accelerating to Zero Coalition, acceleratingtozero.org) en la que participan varios países latinoamericanos y a la que Francia y España se sumaron recientemente. Esta coalición se lanzó en la cumbre climática, COP27, en Sharm-El-Sheikh con gobiernos, empresas, ciudades y organizaciones de la sociedad civil que públicamente apoyan que el 100% de ventas de vehículos livianos y furgonetas sean cero emisiones a más tardar en el año 2035 en los principales mercados— 2040 para el resto.

Finalmente, el avance del transporte cero emisiones de peso mediano y pesado también contribuye al cambio. Los buses y camiones son particularmente contaminantes y electrificar las flotas es cada vez más viable. Por ello el Memorando de Entendimiento lanzado por el Gobierno de Holanda y CALSART suma a los países pioneros que ya se comprometen a vender vehículos pesados 100% cero emisiones desde ya hasta completar la transición en menos de 20 años. Se acaba de integrar Estados Unidos y California ya tiene regulaciones para exigir el giro hacia cero emisiones en el transporte pesado.

América Latina avanza en la electrificación de buses, que es prioritaria porque el transporte colectivo es vital para la vida cotidiana de millones de personas. Según e-Radar ya hay unos 3.700 buses eléctricos en la región, con Chile y Colombia en la delantera.

Hace unas semanas São Paulo anunció la prohibición de ventas de buses de diésel. Este osado paso marca un hito en Brasil y en la región.

Una de las principales ventajas de superar el diésel —que además es cancerígeno— es su menor gasto de operación comparado con el de buses convencionales con motor de combustión. Una gran oportunidad que la región debe explorar es la producción de buses eléctricos —y otros vehículos— en Brasil, México y Argentina, donde ya existe una base industrial.

La agenda de transporte eléctrico va mucho más allá que un tema de movilidad. Es en esencia una agenda económica, por las cadenas de valor y la creación de empleo.

CENTROAMÉRICA NO DEBE NI QUIERE QUEDARSE ATRÁS

Los avances de la región se manifiestan en tres dimensiones. La primera es el avance de la política pública y legislativa para promover e incentivar la movilidad eléctrica.

Ya en 2018, Costa Rica sentó un precedente: el primer país de América Latina en incentivar transporte 100% eléctrico en todos los segmentos. También aprobó un plan nacional de transporte eléctrico.

La región ha dado varios pasos para avanzar en la creación de leyes similares. El diálogo entre Guatemala y Costa Rica ha sido productivo, por ejemplo. Ahora hay que ir más rápido pues la lección internacional es que se requiere política pública para ir más rápido – no serán suficiente los pilotos y medidas voluntarias.

Una segunda dimensión es el financiamiento. Recientemente, el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) anunció la disponibilidad de US$600 millones, por ejemplo, bonos verdes, para proyectos de movilidad eléctrica y organizó un diálogo empresarial en Washington DC.

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Fondo Verde para el Clima también anunciaron la creación de un fondo de US$450 millones para la promoción de movilidad eléctrica e hidrógeno verde. Ahora, Centroamérica debe aprovechar porque todavía tiene mucho transporte muy contaminante.

Un tercer ámbito es la fuerza del cambio por parte consumidores organizados (con muchas mujeres en posiciones de liderazgo).

Se han creado organizaciones como la Asociación Costarricense de Movilidad Eléctrica (ASOMOVE) que han inspirado a la opinión pública a cambiar de mentalidad y ha hecho valer su visión en un debate político y legislativo que de otra forma estaría dominado por empresas que no quieren el cambio. Es vital hoy más que nunca hacer ver por qué ya no es suficiente aspirar a flotas “más eficientes” en el consumo de gasolina y por qué lo inteligente es que las flotas ya no consuman gasolina del todo. Ese es el futuro más limpio y más sano que queremos, en el mundo y en Centroamérica. Es también el futuro económico más seguro porque ¿queremos depender de energía contaminante que nos hace perder divisas? Las asociaciones civiles muestran que el cambio es posible.

Recientemente, ASOMOVE y otros socios de la región lograron una exitosa hazaña por toda la región: la Ruta Eléctrica Centroamericana con apoyo de BCIE, BAC y otras asociaciones y colaboradores.

Lo que nuestros abuelos podrían haber visto como ciencia ficción —conducir desde Panamá a Guatemala sin usar una gota de gasolina— hoy es realidad y una experiencia inusualmente positiva en la región.

EL BINOMIO GANADOR: RENOVABLES + ELECTRIFICACIÓN

Gracias a la inversión en renovables y vehículos eléctricos alrededor del mundo, las emisiones de carbono globales fueron tres veces menores de lo que hubieran sido sin estas inversiones según un estudio de la Agencia Internacional de la Energía (IEA).

A su vez, el estudio de Bloomberg New Energy Finance estima que la adopción de vehículos de cero emisiones puede evitar el uso de casi 1,7 millones de barriles de petróleo por día en 2022, comparado a los 1,5millones de barriles por día en 2021.

Queda mucho camino por delante, pero Centroamérica ya recorre kilómetros eléctricos. En 2023 es vital integrar la agenda de electrificación con la agenda que impulsa las fuentes renovables.

En esencia el transporte eléctrico es un pilar de la gran transición energética que está en curso para superar los combustibles fósiles que tanto daño causan – el petróleo, el carbón y el gas.

Entre más inversiones haga Centroamérica para construir un futuro de energía renovable, más avanzaremos en la electrificación del transporte y viceversa.

Es un binomio virtuoso y ganador. Un binomio que permitirá crear emprendimientos, infraestructura moderna y un transporte sin tubos de escape para el beneficio del clima, la economía centroamericana y las personas.

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