Se calcula que 3.100 millones de personas consumen de manera habitual algún juego de video, el 40 % de la población.
En definitiva, se trata de un sector fundamental de la economía naranja (que engloba a las diferentes industrias culturales) que la región debe desarrollar más en profundidad. Costa Rica se encuentra a la cabeza en Centroamérica, con el equipo puntero latinoamericano de esports (deportes electrónicos), comienzan a descollar estudios de videojuegos y atraen a multinacionales del sector tercerizando algunas partes de los desarrollos de los juegos.
La de Diego Foresi no es una historia habitual, ni en el mundo corporativo, ni en el de los esports (deportes electrónicos de competición). Asentado en Centroamérica como alto ejecutivo en diversas multinacionales (fue director general de Comex Latam, y gerente general de PPG Industries), este argentino decidió quitarse la corbata y ponerse la camiseta de Infinity, un club costarricense de esports. Junto a otros dos socios de su misma nacionalidad (Nicolás Lescano y Damián Szafirsztein, también residentes en Costa Rica) apostaron por entrar en junio de 2018 en el accionariado del club fundado por el tico Paul Venegas en 2009, quien es director deportivo y todavía conserva una pequeña parte de las participaciones.

"Pasé los primeros seis meses conociendo el tema, aproveché viajes internacionales que tenía a Europa y Asia para saber de qué se trataba". Se quedó un tiempo aprendiendo cómo era la industria en ambos continentes y volvió entusiasmado, pensando que en América Latina iba a tardar quizás cinco años en llegar a esos niveles de profesionalización. "Desde ahí hacia acá ha sido un vértigo".
En apenas tres años han puesto a Infinity en lo más alto, ganando en dos ocasiones el campeonato latinoamericano de League Of Legends (LOL, el más importante de la escena competitiva, un juego de estrategia multijugador -la plantilla la componen cinco jugadores que compiten de manera simultánea frente al rival-). Pero no se han quedado ahí. Compiten en distintos países, en ocho juegos diferentes, con nueve equipos, uno de ellos femenino. Se trata de un caso único en la industria latinoamericana, donde suelen ser clubes con una sola escuadra.
El primer trabajo fue identificar los juegos relevantes, dónde competir. "Tenés una cantidad enorme de juegos, de países, de ligas... ¿Dónde están las audiencias, qué tipo de audiencias estamos buscando, qué audiencias buscan las marcas, dónde, cómo? Todas esas preguntas que te vas haciendo y a partir de ahí armamos una línea muy clara: queremos ser el club de esports más reconocido de Latinoamérica, para eso tenés que jugar los juegos más relevantes en los países más relevantes", cuenta Foresi.


"De las cosas más extremas en términos de la vida corporativa tradicional y ser emprendedor en la industria de los videojuegos quizá esa es una de las más grandes: pasaste de tener empleados a tener hijos. Estamos tratando de acelerar todos esos procesos, porque te lo pide el ecosistema. Una multinacional que entra a esta industria exige un montón de cosas, que quizás antes era mucho más cerrada, donde solo participaban las marcas endémicas, eso ya no ocurre".