'Todos conocemos a alguien así. Una amiga que, una y otra vez, se enamora de hombres que la maltratan. O el talentoso colega que salta de un empleo a otro porque no logra controlar su propensión a insultar al jefe. Sigmund Freud llamó esto la compulsión a la repetición: volver a hacer lo que ya se hizo y que se sabe que da malos resultados. Pero esto no solo le pasa a los individuos. También le sucede a grupos políticos y hasta a naciones enteras, que se entusiasman con líderes cuyas propuestas ya han sido probadas y siempre han terminado mal. La sorpresa es que estas malas ideas, que deberían estar muertas y enterradas, suelen reaparecer periódicamente. Hace años llamé a este fenómeno necrofilia ideológica: La necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas. Resulta que esta patología es más común en su vertiente política que en la sexual. Encienda su televisión esta noche y le apuesto que verá a algún político apasionadamente enamorado de ideas que ya han sido probadas y han fracasado. O defendiendo creencias cuya falsedad ha quedado demostrada con evidencias incontrovertibles. El maoísmo es un buen ejemplo de esto. El peronismo es otro ejemplo de necrofilia ideológica. Hugo Chávez es el mejor ejemplo de esto en el siglo XXI'.
(Fuente: Moisés Naim- Especial para EL PAIS)