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Ocho de cada diez MYPEs en El Salvador recurren al crédito informal, según informe

Según los datos del informe elaborado por FUSAI, las MYPEs —formales e informales— representaron en promedio el 48.8 % del Producto Interno Bruto de El Salvador entre 2020 y 2023, superando incluso a las grandes empresas y a las remesas.

2025-10-07

Por revistaeyn.com

Las micro y pequeñas empresas (MYPEs) continúan siendo el corazón de la economía salvadoreña, aunque sobreviven en un entorno lleno de obstáculos. Así lo revela el informe “El Estado de la MYPE 2025: La otra cara de la economía”, elaborado por el Observatorio MYPE de la Fundación de Apoyo Integral (FUSAI) junto a FLACSO El Salvador.

El estudio, que constituye la radiografía más completa del sector, pone en evidencia que estas unidades productivas sostienen casi la mitad de la economía de El Salvador, aunque permanecen al margen de la atención estatal y del crédito formal.

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Según los datos del informe, las MYPEs —formales e informales— representaron en promedio el 48.8 % del Producto Interno Bruto entre 2020 y 2023, superando incluso a las grandes empresas y a las remesas, tradicionalmente vistas como motores económicos del país.

A pesar de representar apenas el 3.6 % del parque empresarial, las MYPEs registradas aportaron el 8.2 % del PIB salvadoreño, mientras que las informales generaron el 40.6 %. Esta desproporción revela su enorme peso económico, pero también la fragilidad con la que operan. No se trata de “autoempleo” o “negocios de subsistencia”, sino de un tejido productivo que impulsa la innovación, genera empleo y fortalece el desarrollo local.

El informe identifica una paradoja: las MYPEs confían en su crecimiento, pero carecen de las condiciones para lograrlo. La competencia saturada, la pérdida del poder adquisitivo y los bajos márgenes de ganancia crean un ambiente en el que muchas empresas se ven forzadas a reducir personal o inventarios para sobrevivir.

Uno de los mayores problemas es el acceso al financiamiento. Ocho de cada diez empresarios recurren al crédito informal debido a su rapidez, pero terminan atrapados en un sistema de usura que ahoga sus ingresos. Las tasas promedio alcanzan un 1,869 % anual, lo que convierte al crédito ilegal en una trampa que perpetúa la pobreza y la informalidad.

Aunque existe una ley contra la usura desde 2013, su impacto es limitado: deja fuera al mercado informal y no incentiva a la banca formal a atender a las empresas más vulnerables. Según FUSAI, esta exclusión financiera tiene efectos macroeconómicos que frenan la productividad del país.

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El estudio también subraya una digitalización incompleta: la mayoría de MYPEs usa redes sociales como WhatsApp o Facebook para vender, pero pocas adoptan herramientas de gestión, pagos digitales o ciberseguridad. Esta brecha limita su competitividad y acceso a mercados formales.

Otro hallazgo clave es la doble carga del trabajo de cuidado, especialmente entre mujeres empresarias. Más del 60 % de los microempresarios dedica más de cuatro horas diarias a tareas domésticas o de atención a dependientes, lo que reduce su tiempo productivo.

Las mujeres asumen un esfuerzo aún mayor —cinco horas frente a 2.5 de los hombres—, lo que amplía las desigualdades de ingresos y limita la expansión de sus negocios.

El informe concluye que el desarrollo económico de El Salvador depende de que el país coloque a las MYPEs en el centro de su política económica. Superar los problemas estructurales —crédito inalcanzable, informalidad, brecha digital y falta de políticas de cuidado— no es solo una cuestión empresarial, sino una condición esencial para el bienestar colectivo y el crecimiento nacional.

Con más de 70 % de la población económicamente activa vinculada a estas empresas, su fortalecimiento podría marcar la diferencia entre una economía frágil y una verdaderamente inclusiva.