El Salvador es una nación joven. Se estima que 2,4 millones de personas son niños y adolescentes (de un total de 6,4 millones).
En promedio nacen 300 bebés al día (12 cada hora, en promedio), una tendencia que si bien trae un bono demográfico, plantea grandes retos en materia de salud, educación, prevención de la violencia y empleabilidad.
Jimmy Vásquez, especialista en políticas sociales de Unicef, explica que si no se hace nada para mejorar las condiciones de acceso a educación y empleo, el panorama se
torna oscuro.
Vásquez explica por ejemplo, que la 'generación de la paz', el grupo de salvadoreños nacidos entre 1991 y 2017, enfrenta problemas. Morales reveló que solo el 23% tiene empleo y que sus ingresos rondan los US$500 por mes.
La esperanza de sueldos mayores se diluye, en parte por el bajo promedio de escolaridad el cual se fija en 12,5 años.
'Si no se hace nada, de los 100.000 que llegan cada año al mercado laboral, ocurriría lo siguiente: entre 0-3 años no tendrán acceso a cuido o educación inicial; entre 4 y 6 años se matricularán 60.000 a educación preescolar, pero solo un 50% asistirá'.
Agrega que hay algo positivo en la actualidad, el país ha logrado que a la edad de 7 años el 92% de los niños llegue a la escuela. 'Lo triste es que no los retenemos', advirtió.
De seguir esta tendencia, 36.000 habrán desertado antes de noveno grado y solo 40.000 finalizarán el bachillerato, de este total solo un tercio habrá aprovado la Prueba de Aprendizaje y Aptitudes para Egresados de Educación Media (PAES).
Esta debilidad en el proceso formativo tiene un un reflejo en el desempeño productivo, ya que las condiciones educativas solo garantizarán trabajo decente para 16.000 personas de las 100.000 que se integran cada año. Vásquez agrega que además en dos de cada tres hogares con niños habrá un adulto subempleado.
El reto de crecer en una sociedad violenta
Pedro Martínez, especialista para el sector privado y parte del equipo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), dijo además que la población joven enfrenta riesgos, muchos de ellos delimitados por la violencia social.
La brecha es enorme, dice el investigador, que sostiene que tanto en la etapa de formación como en la de contratación existen barreras 'no oficiales' como la territorialidad de las pandillas y el poder que ejercen sobre determinadas zonas.
Esto solo agudiza los problemas como la baja escolaridad y problemas formación que enfrentan los jóvenes, incluso de aquellos que han recibido formación profesional.
Martínez detalla por ejemplo, que hay casos donde son instruidos con maquinaria fabricada entre 1950 y 1960 y que cuando ingresan a la fuerza laboral de una compañía, con equipo moderno, deben ser reinstruidos.

Destacó, por ejemplo, que a una empresa de la industria del plástico le cuesta entre US$4.500 y US$4.900 reentrenar a un empleado que ya ha sido capacitado con una curricula desactualizada y equipos ya obsoletos para la industria.
El problema es grave, ya que hay otras deficiencias que restan competitividad a los jóvenes, como desconocimiento de un idioma como el inglés, pero de elementos más básicos como lenguaje o matemática.
Estos costos, de reentrenar a colaboradores, son altos y complican la situación de empresas y pymes que enfrentan riesgos mayores como la extorsión. Lo cual deja a los jóvenes en una situación de mayor vulnerabilidad.
Martínez presentó algunos de los resultados del estudio ¿Cuáles son las verdaderas Oportunidades para los jóvenes para la inserción laboral en El Salvador? en el marco de la Semana de la RSE y la Sostenibilidad.
El estudio, hecho en comunidades donde reside alrededor del 70% de la población, dibuja un país poco amigable para el desarrollo y que urge de actualización de currícula y preparar profesionales acorde a la demanda de la actividad empresarial.
Vásquez, de Unicef, dice que el país tiene una oportunidad de enfilar el rumbo partiendo de un proyecto de nación.
Sugiere que de cara al bicentenerario de la independencia (en 2021) se pueden articular iniciativas que ahora nos permitan independizarnos del subdesarrollo y del subempleo.
'Esos niños de ahora son nuestros padres y madres, consumidores, trabajodores y empresarios de 2030, pero tambén de más allá', reflexiona.