Empresas & Management

Fábrica de liderazgo, una tarea a atender en las empresas de América Latina

Aunque cada organización enfrenta retos particulares, las que logran construir un liderazgo sostenible comparten un enfoque común: priorizan el desarrollo de comportamientos, no solo DE competencias.

2025-06-18

Por Julio Giraut - Socio Senior de McKinsey para E&N

En el dinámico mundo empresarial actual, los líderes enfrentan desafíos sin precedentes, donde la rapidez del cambio, mercados complejos y las crecientes expectativas exigen una nueva forma de liderazgo; ya no basta con habilidades técnicas o experiencia, se requiere una transformación profunda.

Frente a un entorno desafiante, McKinsey & Company propone el concepto “fábrica de liderazgo” que establece procesos sistemáticos para identificar y desarrollar líderes desde las etapas iniciales de su carrera, a través de oportunidades de crecimiento, una cultura de aprendizaje y adaptación constante.

En América Latina, donde la volatilidad económica y la diversidad cultural son retos constantes, adoptar este enfoque es clave para el desarrollo económico y social de la región.

SEIS CUALIDADES ESENCIALES

Aunque cada organización enfrenta retos particulares, las que logran construir un liderazgo sostenible comparten un enfoque común: priorizan el desarrollo de comportamientos, no solo competencias. Según McKinsey, estas son las seis cualidades que definen al líder moderno:

1. Optimismo informado

Líder consciente: gestiona en el presente sin comprometer las posibilidades de las futuras generaciones

Un líder no puede ser ingenuo ni cínico. Sostener una visión positiva, incluso en medio de la incertidumbre, es clave para movilizar a los equipos. En América Latina, donde la adversidad es parte del contexto, este optimismo realista puede marcar la diferencia y mostrar que siempre hay un camino.

2. Liderazgo desinteresado

Los mejores líderes no buscan protagonismo, sino que hacen brillar a otros. Liderar hoy implica poner el propósito colectivo sobre el reconocimiento personal. En culturas organizacionales jerárquicas, este liderazgo puede ser revolucionario: del control al empoderamiento.

3. Aprendizaje continuo

En un mundo donde el conocimiento se vuelve obsoleto rápidamente, la humildad intelectual y la disposición a reaprender valen más que un título. Las organizaciones deben premiar la curiosidad, actualización y apertura al cambio, no sólo la experiencia.

4. Resiliencia con propósito

Ya no hablamos sólo de resistir, sino de transformar la dificultad en tracción. Un líder resiliente mantiene el foco en lo importante y transmite templanza a sus equipos, incluso cuando todo cambia.

5. Jovialidad y cercanía humana

En contextos de presión constante, la capacidad para traer ligereza al entorno laboral no es trivial. El humor, la empatía y la calidez construyen confianza.

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En América Latina, donde lo relacional es clave, liderar con humanidad es una ventaja competitiva.

6. Sentido de responsabilidad extendida

El liderazgo actual trasciende lo financiero. Incluye responsabilidad con la sociedad, el ambiente, los equipos y el futuro. Los líderes que entienden esto —y actúan en consecuencia— están mejor preparados para guiar a sus organizaciones hacia un crecimiento con propósito.

¿CÓMO CONSTRUIIR UNA FÁBRICA DE LIDERAZGO?

Las organizaciones más exitosas no apuestan al azar: crean sistemas. Una “fábrica de liderazgo” no es una metáfora inspiradora, es una estructura real que combina procesos, cultura y personas para formar líderes de manera continua y confiable.

Esto implica empezar desde abajo, con jóvenes talentos que reciben oportunidades, desafíos reales y retroalimentación clara desde el inicio. También requiere de líderes actuales dispuestos a formar a otros.

En América Latina, donde muchas empresas surgieron en entornos informales o familiares, esto implica un cambio de mentalidad; pasar de “ascensos por confianza” a trayectorias de liderazgo transparentes y meritocráticas.

El liderazgo no debe ser visto como un don, sino como una disciplina. Y, como toda disciplina, se entrena, se mide y se mejora.

Formar líderes no es sólo una necesidad empresarial en la región: es una responsabilidad.

El liderazgo que cultivemos hoy definirá el tipo de organizaciones —y de sociedades— que tendremos mañana. Por eso, más que preguntarnos cuántos líderes necesitamos, deberíamos preguntarnos: ¿cómo los estamos formando? Invertir en liderazgo no es un lujo de tiempos estables. Es, justamente, lo que necesitamos para atravesar tiempos inestables con dirección, humanidad y propósito

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