Una veintena de manifestantes encapuchados derribaron las vallas de seguridad de los alrededores del Palacio Nacional, sede del gobierno del Distrito Federal, y prendieron fuego a la puerta principal del histórico edificio. Se trató de un hecho puntual tras una masiva manifestación pacífica en la capital mexicana por los 43 estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre en Iguala, estado de Guerrero.
Los disturbios se registraron al finalizar una multitudinaria marcha pacífica desde las instalaciones de la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía) hasta el Zócalo de la capital mexicana para exigir justicia por la masacre de Iguala. Un grupo antidisturbios de la Policía Federal y agentes del Estado Mayor Presidencial respondieron a estas acciones y dispersaron a los encapuchados.
Al final del recorrido, miles de manifestantes se tiraron al suelo de la gran plaza central de la capital mexicana y fueron leídos uno a uno los nombres de jóvenes desaparecidos a manos de policías y criminales en Iguala.
Durante la marcha, miles de manifestantes, desde estudiantes hasta ancianos y padres de familia, exigieron la vuelta con vida de los desaparecidos, castigo a los culpables, y apoyo para las familias de los estudiantes y los centros de enseñanza de magisterio a los que acuden jóvenes de escasos recursos.
'El Estado ha muerto', se leía en una bandera gigante de México ondeada por manifestantes que gritaban al unísono 'vivos los queremos' cuando era leído cada uno de los 43 nombres. '¡Fuera Peña Nieto!', clamaban otros participantes en la marcha.
'Estamos hartos del gobierno y de todo lo que engloba. Vivimos con miedo, inseguridad, injusticia con muerte y dolor', protesta Frida Vega, de 18 años, quien acudió con su hermana y sus padres, todos con una lágrima negra pegada en el rostro.
Mientras, la Fiscalía mexicana anunció que es muy probable que los 43 jóvenes desaparecidos hayan sido asesinados. Ante ello, las familias y gran parte de la sociedad exigen que se confirme este anuncio.
La tensión social que llegó ahora al DF, ya ha recrudecido en Guerrero. Allí, enfurecidos estudiantes atacaron este sábado la gobernación del estado y quemaron vehículos.
Los manifestantes, la mayoría con el rostro oculto con pañuelos, lanzaron piedras y cócteles molotov contra la sede gubernamental, que se encontraba cerrada. También incendiaron una decena de vehículos, incluidas camionetas y una patrulla de la policía federal.
'Esto busca el mismo reclamo de siempre, la presentación con vida de los compañeros', dijo a la AFP uno de los encapuchados.
#YaMeCanseDelMiedo
Tras casi mes y medio sin noticias del paradero de los jóvenes, el fiscal Jesús Murillo Karam convocó a los medios el viernes para ofrecer la escalofriante declaración de tres sicarios del cártel Guerreros Unidos, que confesaron haber matado a los estudiantes y quemado sus cuerpos.
Hasta ahora, la Fiscalía no había reconstruido el final de la violenta noche del 26 de septiembre en Iguala, cuando policías locales atacaron a los estudiantes de una escuela de la cercana Ayotzinapa por orden del alcalde, que quería evitar sabotearan un acto público de su esposa, hermana de narcotraficantes.
El crimen, según Human Rights Watch uno de los más graves de la historia reciente de América Latina, ha supuesto la peor crisis desde que el presidente Enrique Peña Nieto asumió en 2012, en medio de masivas protestas.
Tras el anuncio de Murillo Karam, centenares de capitalinos se congregaron frente a la fiscalía y pintaron en su fachada #YaMeCanseDelMiedo, su nuevo grito de batalla y que se convirtió en tendencia en Twitter.
El lema proviene de la exclamación 'Ya me cansé', que pronunció el propio fiscal hacia el final de su larga comparecencia.
Ante este crimen 'lo importante es cómo va a reaccionar la sociedad mexicana. ¿Va a seguir tan apática como por años lo fue?', se preguntó el historiador Lorenzo Meyer.
Más de 80.000 personas han sido asesinadas en México y otras 22.000 han desaparecido desde que el expresidente Felipe Calderón lanzó el combate militar contra los cárteles en 2006. La gran mayoría de esos crímenes están impunes.
Escepticismo sobre anuncio
Recluidos en la escuela de Ayotzinapa, los agotados padres de los estudiantes prometen no 'bajar la guardia' ante el nuevo giro en las investigaciones.
'Parece que al gobierno federal, con una gran irresponsabilidad, le interesa que esto se vaya cerrando porque todo es en base a testimonios', dijo a la AFP Melitón Ortega, tío de un desaparecido.
Aunque desconfíen de su veracidad, el relato ofrecido por la fiscalía ha helado la sangre de los familiares.
'Duele imaginarte eso que te están diciendo sea una realidad. Una dice, de verdad, ¿cómo murió mi hijo? ¿qué le hicieron? ¡qué feo!', lamentó la madre de Antonio, otro de los desaparecidos.
Con base en la declaración de los detenidos, Murillo Karam explicó que los estudiantes fueron entregados por policías a sicarios de Guerreros Unidos en un apartado basurero de la localidad de Cocula (vecina a Iguala), a donde algunos ya llegaron muertos por asfixia y donde mataron al resto.
Allí, también quemaron los cuerpos durante 14 horas y colocaron los restos calcinados y machacados en bolsas de basura que vaciaron en un río cercano.
El fiscal dijo que fue encontrada una de las bolsas con restos humanos que, por su estado de incineración, podrían no ser nunca identificados.
Los familiares aseguran que no creerán esta versión hasta que sea verificada por los peritos argentinos a los que pidieron ayuda.