La economía hondureña puede crecer este año hasta un 4%. Sin embargo, un descalabro fiscal en ciernes, por descontrol del gasto y aumento de la deuda pública interna, podrían complicar seriamente el panorama.
Por: Norma Lezcano y Rodrigo Barraza
Con información de Velia Jaramillo
En medio de un contexto político complejo, la Administración de Porfirio Lobo realizó una gestión de la macroeconomía signada, por un lado, por la adopción de políticas monetarias-cambiarias de cierta efectividad; pero, por otro, por una muy cuestionable administración del gasto público. La concurrencia de ambas estrategias pone hoy a la economía hondureña en una situación de márgenes muy acotados para enfrentar un entorno global cada vez más crítico.
En efecto, durante el 2011, el Banco Central de Honduras (BCH) adoptó medidas de política monetaria y cambiaria tendientes a proteger el ahorro doméstico, salvaguardar la posición externa y la capacidad de crecimiento de la economía. Entre ellas destacan la reactivación de la banda cambiaria, el aumento en 100.0 puntos básicos de la Tasa de Política Monetaria (TPM) y la ampliación de la disponibilidad de instrumentos de inversión a distintos plazos.
Gracias a estas estrategias, la economía finalizó el 2011 con un crecimiento del 3,6% (cuando fue el 2,8% en 2010), la inflación interanual se situó en 5,6% (por debajo de lo previsto que era 8%) y las reservas internacionales netas se incrementaron en más de US$100 millones.
Sobre esa base de relativa estabilidad, el 2012 transcurrió para la economía nacional con perspectiva positiva, a pesar de la lenta recuperación de EE.UU. y la desaceleración de las economías europeas. Así, el programa monetario 2012-2013 del BCH estima que el PIB podría crecer al cierre de este año en un rango de entre el 3% y el 4% (el promedio para la región ronda el 4%, según cálculos del Icefi)
Lo interesante de la macroeconomía hondureña es que esta pauta de crecimiento se está produciendo en un contexto de control de precios: la inflación interanual se situó en el 4,1 % hasta julio, el nivel más bajo desde marzo de 2010. El BCH proyecta para todo el año un 6,5 % y un 6% para el 2013.
Este cuadro de fundamentales económicos se completan con un nivel de reservas, que al 7 de junio último llegaban a los US$2.873 millones (el mayor volumen de los últimos diez años) y un aumento de la inversión extranjera directa (IED), la que en el primer trimestre creció un 7,5% en relación al mismo período de 2011 (US$296,7M vs. US$ 276M).
En términos de oferta global, las actividades que se esperan sean más dinámicas al cierre del año son las comunicaciones, la intermediación financiera, el transporte y el almacenamiento, las actividades agropecuarias, la explotación de minas y canteras, el comercio y la industria manufacturera.
Si se analiza el frente exportador, sin duda, los commodities volverán a ser clave este año a la hora de sumar divisas. Ya en el 2011 las ventas externas de café, banano y aceite de palma significaron una atractiva lluvia de dólares para la economía: US$2.936 millones (los ingresos más altos de los últimos once años, por estos conceptos). Al primer trimestre del 2012, el total exportado en estos rubros fue superior al del año pasado en un 14%.
Pero no solo los bienes primarios, sino también las exportaciones de bienes manufacturados presentan perspectivas positivas. En 2011 reflejaron un alza de 10,4% con relación al año previo, para alcanzar ventas por US$3.290 millones. La buena senda de este segmento de la economía es resultado, entre otros factores, de la política cambiaria la cual retomó el sistema de bandas y permitió mejorar en corto plazo la competitividad de las exportaciones. En efecto, el comportamiento del índice del Tipo de Cambio Efectivo Real (ITCER) con Centroamérica ganó competitividad, observando una disminución de 1,2% según registra el BCH. El tipo de cambio nominal reflejó al cierre del 2011 una variación interanual de 0,83%, situándose en L19,05 por US$1, lo que terminó abaratando las exportaciones hondureñas para el resto del mundo. Durante el primer trimestre de este año se registró ya un crecimiento de 7,7% en el total de bienes exportados, lo que indica la efectividad de la medida hasta hoy.
Entonces, ¿todo bien?
Ciertamente, la economía hondureña no está libre de riesgos por factores domésticos e incertidumbre por presión externa. Ambos frentes podrían ser de importancia relativa en lo que resta de este año, pero decisivos en el 2013.Veamos:
- La actividad agrícola, que el año pasado creció 5,6% en términos interanuales, este año podría experimentar una caída por dos motivos: por un lado, se pronostica un nivel de sequia entre moderada y severa que afectaría la producción a escala nacional; por otro lado, la baja del precio del café se hará sentir. El año pasado, el precio rondó los US$ 277 en el mercado de Nueva York y ello permitió que el valor exportado de café subiera US$654,7 millones (91%) en comparación al cierre de 2010, un resultado que no solo fue producto del precio sino también de un intenso proceso de fertilización de las fincas y un aumento en el área cosechada. Pero, este esfuerzo podría resultar ahora insuficiente ante una caída considerable del valor, que hasta el mes de junio se ubicaba en torno a los US$170.
- La competitividad del sector exportador (lograda gracias a una hábil política cambiaria) podría verse deteriorada ante una nueva, y más profunda, desaceleración de la economía global.
- La fragilidad del sector fiscal es un tema de cuidado. Al cierre del 2011, el déficit fiscal llegó al 4,6% del PIB (cuando el gobierno había negociado con el FMI que fuera de no más de 3,5% del PIB). Lo importante al evaluar este indicador es lo siguiente: durante el año pasado el fisco hondureño recaudó un 12,7% más que en 2010, gracias a un aumento del impuesto sobre ventas (que registró una expansión interanual de 18,2%) y del impuesto sobre la renta (que denotó un incremento de 23,1%); pero, a la par de ese aumento de ingresos, se produjo un crecimiento del 12% en los gastos totales, de los cuales hasta 80% son gastos corrientes (a su vez, el 50% de éstos van a sueldos).
Para 2011, la Administración de Lobo Sosa, se había comprometido ante el FMI a mantener los gastos corrientes con un techo de US$2.661 millones y terminó gastando US$2.987 millones. Este desfasaje en el sector público terminó por quebrar el acuerdo con el Fondo, y puso a la economía en un estado de vulnerabilidad que, ciertamente no merecía, a juzgar por los resultados obtenidos en otros indicadores.
- Sin acuerdo con el FMI y en un escenario de ralentización de la economía, ahora el gobierno corre el riesgo de entrar en un círculo de presiones incontenibles. El Fondo, para asegurar ingresos, exige recortes en los gastos del Estado y una fuerte devaluación de la moneda (el movimiento de bandas cambiarias le resulta insuficiente); por su lado, los empleados públicos están avanzando aceleradamente con las demandas salariales, y de hecho han conseguido que el gobierno analice subir el gasto en salarios para el ejercicio fiscal 2013, hasta alcanzar un 10% del PIB. Si así ocurre, en el período que va de la administración Lobo Sosa (2010-2013), el gasto en sueldos y salarios habrá aumentado US$385,6 millones. Para los empresarios, esta situación es insostenible y ven venir un 'descalabro fiscal'.
-El verdadero agujero negro que espanta a los empresarios es la deuda interna que acumuló el gobierno (a diciembre de 2011 sumaba US$2.531 millones, de los cuales 97,6% es deuda 'bonificada'; vale decir financiada a través de bonos del Estado emitidos en la economía nacional).
En un final de año con elecciones primarias y un próximo año inmerso en campaña electoral presidencial, sin acuerdo con el FMI (lo que implica no poder acceder a créditos externos) y la presión social creciente por más gasto, lo que el sector privado visualiza es un estrangulamiento del financiamiento para el conjunto de la economía: primero, ascenso en las tasas pasivas (para poder competir con los títulos de gobierno), luego activas (lo que reducirá crédito para la actividad productiva) y como consecuencia menor crecimiento de la economía y de la generación de empleo. Y todo ello, en un fin de año e inicio del siguiente que se estima altamente 'peligroso' por la 'tormenta perfecta' que se aproxima desde las economías centrales.