El petróleo es fundamental para Noruega. Se estima que alrededor del 10% de los puestos de trabajo existentes en el país dependen directamente de esta materia prima, cifra que se multiplica por 2 si tenemos en cuenta los indirectos. Su robusto estado de bienestar se fundamenta sobre el oro negro que sale de las plataformas situadas en el Mar del Norte. Y representa junto al gas el 45% de las exportaciones.
Pero a pesar de su dependencia, los noruegos son conscientes de que los combustibles fósiles no son el futuro. Saben que dentro de unos años estas sustancias serán vistas como algo antiguo, muy contaminante y que deberá ser superado. Y por eso el país se está preparando para lo que viene, sin ningún tipo de duda o remordimiento.
Por eso Noruega está estudiando prohibir los coches de gasolina o diésel. Según la página web Electrek, para 2025 no se podrá comprar en el país escandinavo nada más que coches eléctricos. Toda una ironía para una nación que es la tercera productora de gas del mundo.
La medida no va a tener mucho impacto económico. La mayor parte del gas que se extrae en el país se exporta a sus vecinos, como Alemania, Bélgica, Holanda, Francia, o al Reino Unido. El que se consume en el país sirve sobre todo para calentar las casas. Y lo mismo ocurre con el petróleo: casi toda la producción sale del país, generando una balanza comercial envidiable (el país importa bienes por valor de 80.000 millones de euros y exporta bienes por un valor de 120.000 millones).
Para los políticos noruegos es más importante luchar contra el cambio climático que ganar dinero con sus propios ciudadanos, a base de impuestos sobre el consumo de hidrocarburos. No en vano la situación del país, muy cercano al Polo Norte, le pone en grave riesgo en caso de deshielo o del agujero de la capa de ozono.
Y Noruega es solo el principio. Otros países como Holanda también están valorando adoptar la misma prohibición para 2025. La India -uno de los países más contaminantes del planeta- también lo quiere para 2030.
De momento, el 24% de los coches que se venden en Noruega son eléctricos, una cifra que el gobierno local espera se multiplique de manera exponencial hasta llegar a cerca del 100% incluso antes de que la prohibición de los coches de gasolina o diésel entre en vigor.