Por Manuel Zúñiga*-columnista de Revista E&N
Usualmente las empresas mueren de muertes largas y dolorosas. En la mayor parte de los casos es difícil saber en qué momento empezó la agonía e incluso saber si cuando ya no hay nada que hacer.
Estos días sin embargo, hemos tenido un asiento de primera fila para atestiguar un evento realmente inusual: el acto público de ejecución de Twitter, una empresa con más de US$5 billones de ingresos, 300 mm de usuarios alrededor del mundo y un valor que su nuevo dueño, el siempre controversial Elon Musk, estableció en US$44 billones.
Musk empezó despidiendo a la mitad de sus empleados, sólo para luego percatarse de que mucha de esa gente era indispensable para implementar los muchos cambios que Elon había anticipado por tanto tiempo.
En una fina ironía del destino Musk, quien siempre ha sido adalid de una libertad radical de expresión en la plataforma, procedió a despedir via tweet a un empleados que lo había contradicho públicamente en la plataforma.
Para terminar la comedia de errores, Musk envió un mail a la fuerza laboral sobreviviente donde indicaba que tenían la opción de comprometerse con un nuevo Twitter versión “extreme hardcore”, largas horas y compromiso total, o pasar por su cesantía.
Sorpresivamente, o quizás no tanto, más de 1300 empleados de los 3700 que quedaban luego del primer recorte decidieron renunciar, muchos de ellos transmitiendo el acto en vivo en sus redes sociales como un acto de rebelión pacífica.
La claridad de la visión de Musk para Twitter es innegable: Una gran plaza pública en la que se puedan debatir multiples sistemas de creencias de una forma saludable. Sin duda, una visión que a primera vista todos compartiríamos.
Entonces, ¿por qué los planes de Elon han chocado de forma tan extrema con la realidad?
Carl von Clausewitz, el gran estratega militar prusiano dedicó su vida a estudiar por qué hasta los mejores planes estratégicos fallaban tan frecuentemente en su ejecución.
Von Clausewitz llega hace mas de dos siglos a la conclusión de que es la Fricción la que se da al traste con muchos de los planes más brillantes.
El entiende por Fricción el conjunto combinado de las incertidumbres, errores, accidentes, dificultades técnicas, el efecto de lo impredecible y su efecto en las decisiones, la motivación y las acciones de las personas. Creo que nadie debatiría que Twitter ha sido víctima de la mayor Fricción de la que se tenga noticia reciente.

Hace algunos años tuve el agrado de discutir y trabajar en estos temas con Stephen Bungay, autor del libro “The Art of Action”.
Basándoselo en los conceptos de von Clausewitz, Bungay explica que la Fricción produce las tres grandes brechas que se generan entre las estrategias y las acciones:

El caso de Twitter es un caso de texto de como las tres brechas dieron al traste con los planes de Musk:
• Brecha de Efectos: Al anuncia la cultura “extreme hardcore” Musk pretendía infundir entusiasmo y espíritu de equipo entre el equipo de Twitter. Muy por el contrario, la organización tomó su mensaje como uno de menosprecio y de altanería, que dio lugar a renuncias masivas.
• Brecha de Conocimiento: Musk subestimó la facilidad de implementar los cambios que prometió durante los últimos meses y que prácticamente vendió como algo que ocurriría de un día para otro. Si Elon hubiera conocido de antemano la complejidad del código de Twitter posiblemente habría sido más cauteloso con sus decisiones iniciales.
• Brecha de Alineamiento: La intención de Musk era convertir a Twitter en el “town hall” del mundo, aumentar significativamente sus usuarios activos y reducir la actividad de los bots. En su lugar, casi un millón de usuarios activos e involucrados migraron a Mastodon, una plataforma similar, durante los últimos cinco días.
Aunque en el caso de Twitter estas fueron heridas completamente auto-infligidas y causadas por la pasmosa imprudencia de Musk, las compañías frecuentemente enfrentan brechas similares aún con aplicando la mayor prudencia y las mejores intenciones.
De momento, como quien para en media autopista para observar con morbo un accidente de tránsito, sigamos observando en tiempo real la ejecución pública de Twitter.
