POR EFE
El expresidente de Estados Unidos Joe Biden ha sido diagnosticado con cáncer de próstata, un tumor que se encuentra entre los más frecuentes en el mundo, y en el que la edad es el principal factor de riesgo, además de la genética.
En concreto, Biden padece un cáncer de próstata en un "estado agresivo" con metástasis en los huesos, según anunció el pasado domingo su oficina en un comunicado, si bien "parece ser sensible a las hormonas lo que permite un tratamiento eficaz".
"El presidente y su familia están revisando diferentes opciones de tratamiento con sus médicos", señalaba el comunicado.
MUESTRAS DE APOYO
Este 19 de mayo, Biden agradeció el apoyo recibido tras conocerse el diagnóstico y recordó que esta enfermedad "nos afecta a todos", en sus primeras declaraciones después del anuncio.
El mensaje del veterano exsenador y exvicepresidente demócrata en la red social está acompañado por un 'selfie' donde se le ve sonriente junto a su esposa Jill Biden y su gato mascota.
Biden, de 82 años, sufre un cáncer de próstata con una puntuación de Gleason de 9 (Grupo 5), acompañado de metástasis ósea, según informó su oficina en la tarde del domingo.
Poco después del anuncio, figuras prominentes de todos los espectros de la política estadounidense se apresuraron a trasmitir su apoyo y sus buenos deseos de pronta recuperación, entre ellos su antiguo rival, el actual presidente republicano Donald Trump, y su antiguo compañero de fórmula, el exmandatario Barack Obama.
CÁNCER DE PRÓSTATA, UNO DE LOS MÁS FRECUENTES
En el mundo, el cáncer de próstata es el cuarto más frecuente, por delante están el de pulmón, mama y de colon y recto.
Entre los hombres ocupa la segunda posición, por detrás del de pulmón, según los datos del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC) de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
También en Estados Unidos es el segundo más común después del de piel, tal y como indica la Sociedad Americana contra el Cáncer, que calcula que para este año se diagnosticarán alrededor de 313.780 casos nuevos.
Los cálculos de esta sociedad americana indican, además, que para 2025 se contabilizarán un total de 35.770 muertes en ese país.
Según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el cáncer de próstata es un tumor maligno que se origina en las células que forman la próstata.
Entre los factores de riesgo, la edad es el principal, ya que aumenta a partir de los años en hombres de raza blanca, y a partir de los 40 en los de raza negra, o con antecedentes familiares de este tumor, según explica la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM).
De hecho, si bien es el segundo más frecuente en los hombres, es el primero en aquellos mayores de 65 años.
La raza es otro de los factores, porque es más común en los de raza negra y menos en los países asiáticos; además en los primeros la enfermedad tiene peor pronóstico.
Hasta el 10 % de los casos de cáncer de próstata tienen un componente genético, explica la SEOM, de forma que los varones con un familiar de primer grado diagnosticado de este tumor tiene más probabilidad de desarrollarlo, incluso puede aparecer a una edad más precoz, por debajo de los 55 años.
Una dieta rica en grasas animales y pobres en verduras, la obesidad y el tabaco también influyen aunque en menor medida.
Cuando el tumor de vejiga crece puede producir síntomas urinarios como la disminución del calibre o interrupción del chorro de orina; aumento de la frecuencia de la micción, sobre todo nocturna; y dificultad para orinar o escozor durante la micción.
Y otros menos frecuentes, prosigue la SEOM, como la presencia de sangre en la orina y/o en el semen o impotencia sexual.
Por su parte, en fases avanzadas de la enfermedad pueden aparecer dolores óseos, por el desarrollo de metástasis en los huesos -como Biden- con posibilidad de fracturas, cansancio y pérdida de peso, hinchazón de piernas o complicaciones graves como pérdida de fuerza en estas extremidades -por compresión de la médula espinal en casos de afectación de la columna vertebral-.
La mayoría de los casos se diagnostica en una fase inicial -en la que los pacientes no presentan síntomas-, al detectar un PSA elevado, que es una sustancia producida en exclusiva por las células que forman parte de la próstata.
También se puede diagnosticar tras una alteración en el tacto rectal.
Para conocer el estadio de la enfermedad hay que hacer un estudio de extensión, lo cual es fundamental para poder planificar y ofrecer el mejor tratamiento a cada paciente en cada momento de la enfermedad.
La SEOM señala que el tratamiento básico que debe recibir cualquier paciente con cáncer de próstata avanzado desde el momento del diagnóstico es el tratamiento hormonal con terapia de privación androgénica (TDA), ya que las células del cáncer de próstata dependen de la testosterona para crecer y reproducirse.
Para conseguir la privación de andrógenos se recurre a la cirugía, y ésta consiste en la castración mediante orquiectomía bilateral, es decir, la extirpación de los testículos para la disminución "rápida y definitiva" de la testosterona.
No obstante, ésta se ha sustituido por la castración farmacológica y la cirugía sólo se plantearía en situaciones muy concretas como, por ejemplo, la compresión de la médula espinal producida por metástasis.
También se recurre a los fármacos análogos de GnRH, que inhiben la producción de andrógenos actuando sobre la hormona que regula su síntesis.
La SEOM abunda en que hasta hace unos años, la terapia de privación androgénica exclusiva era el tratamiento estándar y el único recomendado en los pacientes con cáncer de próstata avanzado.
"No obstante, los avances en tratamientos complementarios a la TDA han supuesto que las combinaciones con agentes hormonales de nueva generación y/o quimioterapia sean el estándar para la mayoría de pacientes", indica esta sociedad médica.