La crisis de Europa ha creado un mundo de escépticos de los mercados comunes. Excepto en áfrica.
Por: WSJ
Aunque la zona euro está convulsionada por el contagio de la crisis de deuda causado por el despilfarro de sus miembros más débiles, varios bloques comerciales regionales en áfrica impulsan una integración más cercana entre países grandes y pequeños.
Durante décadas, los tecnócratas africanos han admirado el mercado común de Europa, donde las fronteras abiertas y el derecho a trabajar en cualquier país miembro son vistos como la clase de pasos que impulsarían el comercio también en áfrica. Se cree que esos pasos también reducirían barreras que ahora desalientan a inversionistas, lo que permitiría a los estados africanos pequeños prosperar junto a sus vecinos más grandes.
Archie Machaka, quien dirige una empresa de camiones con sede en Zimbabue, cuenta que lo que debería ser un viaje de 10 días para conducir un camión cargado de cobre desde una mina en la República Democrática del Congo hacia un depósito de contenedores en las afueras de Johannesburgo, Sudáfrica, a veces lleva seis semanas. Sus conductores deben esperar documentos de salida en el Congo que pueden tardar un mes en ser procesados. Luego, una nueva política aduanera en Zambia, diseñada para controlar esos papeles con más detalle, puede dejar a sus camiones parados durante tres o cuatro días.
'Se suponía que (el nuevo régimen de fronteras) iba a mejorar la eficiencia, pero realmente no está sucediendo', señala Machaka.
Ante tales problemas, los países africanos buscan más formas de trabajar juntos.
Desde 2000, la Comunidad de Desarrollo de áfrica Austral, que reúne a 15 países desde el Congo a Sudáfrica, ha estado reduciendo las tarifas de importación y exportación entre los miembros. Eventualmente planea eliminarlas por completo.
Sudáfrica está particularmente interesado en impulsar el comercio regional como antídoto a la demanda débil de Europa, el mayor socio comercial del país.
El mes pasado, el ministro de Finanzas de Sudáfrica, Pravin Gordhan, indicó que su país quería sumarse a sus vecinos para financiar proyectos de infraestructura de gran escala como carreteras hacia el norte que se adentren en el corazón del continente y una red eléctrica regional que podría atraer inversiones de empresas de energía privadas de Sudáfrica. La Comisión Nacional de Planificación de Sudáfrica este mes recomendó sincronizar políticas agrícolas entre países del sur de áfrica para compartir excedentes de cultivos. También alentó manufacturas simples en los vecinos de Sudáfrica con mano de obra más barata para crear cadenas de suministro regionales.
El bloque regional más avanzado del continente, la Comunidad Africana Oriental, ya garantiza el derecho a trabajar en Kenia, Uganda, Ruanda, Burundi y Tanzania. Esos gobiernos también coordinan algunas políticas fiscales, por ejemplo al divulgar sus presupuestos federales el mismo día. Los parlamentos nacionales trabajan en legislación que sincronizaría más las leyes de inmigración y aranceles.
Los lazos más cercanos están dando frutos para la mayor economía del este de áfrica: Kenia. En 2010, el bloque superó a la UE como el principal destino de las exportaciones kenianas.
'Queremos desarrollar este corredor de forma vigorosa y colectiva', afirma Mugo Kibati, director de un programa gubernamental para reformar la economía de Kenia para 2030 y ex presidente ejecutivo de East African Cables, una empresa de telecomunicaciones y transmisión de electricidad.
Pero áfrica no está interesada en un aspecto prominente de la unión económica europea: una moneda común.
Una moneda africana en su momento era considerada una meta final para la integración continental. Para 2018, líderes del sur del continente querían tener una moneda común en circulación desde Ciudad del Cabo en Sudáfrica hasta Kinshasa en el Congo. Ya no es así.
'No creo que nadie crea que sea realizable o de hecho apropiado', afirmó la semana pasada Gill Marcus, gobernadora del banco de la reserva de Sudáfrica.
La funcionaria y otros colegas han señalado en repetidas ocasiones que la zona euro no podía poner en la misma bolsa a economías débiles como Grecia y potencias como Alemania. Esa relación se parece a la de Sudáfrica con su vecino Zimbabue, donde hace tres años la inflación alcanzó una tasa anual por encima de 200 millones por ciento. Zimbabue abandonó su propia moneda en favor del dólar estadounidense, y así detuvo una barrena económica.
Incluso en áfrica Occidental, donde 14 países han usado una moneda común atada al franco francés y el euro desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, funcionarios han dejado de lado la idea de una unión monetaria más amplia e independiente. Necesitaría balancear países como Nigeria, un importante exportador de petróleo, con el pequeño Togo, un país agrario con tasas de crecimiento anémicas.
Información publicada por The Wall Street Journal:
http://online.wsj.com/article/SB10001424052970204452104577058430181514566.html?mod=WSJS_inicio_MiddleTop