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Basura plástica del mar: combustible de futuro

Race for Water, barco que se propulsa con energía solar e hidrógeno propone un modelo de prueba para convertir desechos plásticos (que conforman del 60 % al 80 % de la basura que termina en los mares) en energía, ayudando a las comunidades costeras a generar energía y mantener limpias sus playas.

2017-11-12

Por: Elena Crespo (desde Santo Domingo)

Si en la esencia humana habita el egoísmo tal y como preconizaba Hobbes en su 'el hombre es un lobo para el hombre', también es cierto que el porvenir de un hombre está en la voluntad. Al menos, da pruebas de ello.

La cumbre del clima del París (COP21) abrió doce días de negociaciones de los más de 150 jefes de Estado y de Gobierno, para encontrar un acuerdo que evitara que la temperatura del planeta aumente más de dos grados a finales de siglo.

El mandatario de República Dominicana, Danilo Medina, afirmó en ese entonces, que "Los países desarrollados deben dar un paso al frente, aceptar su responsabilidad y encontrar medios para financiar la transición energética del resto del mundo a través del Fondo Verde'.

Dos años después de esa declaración, la prueba de la transición energética ha llegado al país insular. El catamarán suizo Race for Water estuvo atracado en el puerto naval de la Armada en Sans Souci (Santo Domingo) y vino a poner en marcha en suelo dominicano, a modo de laboratorio flotante, lo que lleva haciendo desde que partiera en abril desde Lorient, el noroeste de Francia, como parte de su periplo de cinco años alrededor del mundo: analizar la cantidad de microplásticos en los océanos, concienciar a la población del impacto negativo de estos residuos y establecer una hoja de ruta para actuar.

"Más del 50% del oxígeno se genera a través del fitoplancton marino. El problema es que este ingiere diariamente microplásticos. Estamos analizando qué repercusión va a tener esto en la fotosíntesis y en la creación de oxígeno. Ya que si baja su producción va a haber un efecto negativo en todos nosotros", explica Marco Simeoni, presidente de la fundación Race for Water y líder de este proyecto.

Nada nuevo bajo el sol, como dicen. El estudio de Greenpeace Plásticos en los océanos del año 2016, explica con exactitud que los microplásticos pueden incorporar químicos, liberarlos y quedar en los tejidos de las especies marinas como parte de la cadena trófica. Tomando en cuenta que como consecuencia de una mala gestión o de su abandono, unos 8 millones de toneladas de plásticos acaban en los mares y océanos anualmente, formando el 60-80% de la basura marina, el problema es muy grave.

Foto: Estrategia y Negocios

Una gravedad que llamó la atención de Simeoni, empresario suizo, padre de tres hijos y apasionado del mar, para alejarse de su zona de confort, vender Veltigroup al principal operador de telecomunicaciones suizo, Swisscom y dedicarse desde el 2010 por entero a la fundación para hacerla financieramente autónoma. "Como ciudadano no tenía derecho de no hacer nada sobre este tema. Por eso nació Race for Water".

El barco, el catamarán solar más grande del mundo, el embajador de la fundación, es renovable y sostenible. No podía ser de otra manera. Alrededor de 512 metros cuadrados de paneles solares cubren la cubierta para que el sol recargue las cuatro toneladas de batería que porta en cada lado. "Con las baterías cargadas usamos una planta que genera 200 kilos hidrógeno del agua del mar y que se comprime en veinticinco tanques para propulsar el barco. Podemos ser completamente autónomos durante nueve días".

Cuando hay viento, un kite de 40 metros cuadrados los impulsa de 4 a 6 nudos. Asombroso, cuando hablamos de que el bote tiene un peso de 100 toneladas. "Vuela 150 metros de alto y actúa como una vela".

En su interior de 350 metros cuadrados, una tripulación de seis técnicos y varios científicos, se ocupan de las tareas de conservación del catamarán y análisis del fitoplancton marino, respectivamente. Sobre ellos, recae la responsabilidad de mantener a flote el barco y la expedición. "La contaminación plástica está en todas partes. No hay un séptimo continente, ni una isla de plástico, sino una sopa de polvo plástico en los giros. Las soluciones basadas en la tierra son claves para una eficiente lucha contra la contaminación plástica de nuestros mares", señala Camille Rollin, especialista en proyectos del barco solar.

Piloto en República Dominicana para convertir plástico en energía

La evidente innovación de esta transición energética con sello suizo motivó a la Cámara de Comercio y Turismo Dominíco-Suiza (CCTDS) y a la embajada suiza en el país, a concentrar sus esfuerzos para que el barco incluyera a República Dominicana en su periplo y que su tripulación pudiera participar en THINK INNOVATION un evento que promueven ambas entidades, para mostrar buenas prácticas internacionales en el plano local. "La lucha de los plásticos está en la tierra y ellos traen una solución técnica que vamos a apoyar a nivel país para que pueda llevarse a cabo", sostiene Gaetan Bucher, presidente de la CCTDS.

La fundación trabaja en un proceso para la conversión termoquímica de plásticos que permite recuperar el valor calorífico de estos, en gas sintetizado rico en energía para producir electricidad, metano e hidrógeno. "El plástico tiene un valor kilocalórico muy alto. El principio es dar valor a los residuos plásticos a través de la venta de la energía que produzca la máquina. Es decir, que exista un incentivo monetario tanto para no tirar la basura como para recogerla Con ETIA estamos desarrollando una máquina que transforma plásticos en gas sintético y energía directamente", explica Simeoni.

Foto: Estrategia y Negocios

Un proceso que actualmente se está ensayando en Holanda y del que se espera tener resultados definitivos el próximo año. "La máquina que está en un contendedor, desarrolla un proceso que quema los polímeros del plástico, con un reactor a 900 grados centígrados, rompiendo directamente las moléculas para no crear sustancias tóxicas. Así puedes pasar de sólido a gas, sin pasar por líquido, para procesar entre cinco y doce toneladas de residuos plásticos por día, lo que demuestra que puede ser un recurso adicional en la transición energética", explica la técnica francesa Rollin.

La idea de la CCTDS es hacer una prueba de concepto en República Dominicana, de la cadena de valor completa, incluyendo la parte social. "Vamos a darle un valor real a la recolección de plástico para que las comunidades tengan un incentivo. Aquí hay mucho plástico y el precio de la electricidad es muy alto. Si esto funciona pudiéramos implantar estos contenedores en los pueblos y comunidades más pobres del país. Con una sola máquina se podría suministrar de electricidad a 7.000 casas sociales durante todo un año", afirma Bucher.

Un proyecto sostenible que no afectaría por su tamaño e incidencia, al sistema de generación de energía nacional pero si contribuiría a las comunidades más pobres. "Si el sector privado quiere y puede, vamos a contar con él para implicarlo en este proyecto. Gobierno y Ministerio de Medio Ambiente ya se han mostrado interesados en el mismo", sostiene Bucher.

La idea es que ciudades costeras e islas puedan desarrollar este modelo económico y sus beneficios sociales. "Para 2025, deseamos que nuestro modelo se reproduzca en todo el mundo para lograr impactos sostenibles que mejorarán directamente la salud y la vida de las comunidades locales", concluye Simeoni.

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