Claves del día

La logística del corazón (El necesario retorno a la semilla)

Hay poco más 250 millones de personas viviendo fuera de sus patrias. De ser un país, sería el quinto más poblado del mundo: China, India, Estados Unidos, e y Extranjelia (nuestro país imaginario), apenas el 3,5 % de la población mundial.

2016-12-20

Por: óscar Rojas Morillo*

Soy quizá de las primeras generaciones netamente emigrante de Venezuela (un país en principio absolutamente receptor de migraciones). Pertenezco a la primera generación de este siglo que nos fuimos y sabíamos, -porque lo sabíamos-, por la punzante sospecha entre sístole y diástole que no volveríamos como antes volvían mis hermanos o vecinos a casa. Mi generación se fue y no recuerdo que alguno haya vuelto de manera definitiva (aún).

Somos menos de los que pensamos que somos. A finales de 2015, habíamos poco más de 250 millones de personas viviendo fuera de sus patrias. Si fuésemos un país de extranjeros, seriamos el quinto país del mundo, justo por debajo de Indonesia y desplazando a Brasil al sexto lugar. Un top 5 donde está China, India, Estados Unidos, la mencionada Indonesia y Extranjelia (nuestro país imaginario) pero con todo y eso, no seriamos ni el 3,5% de la población mundial, de acuerdo a datos del Banco Mundial de 2015 y análisis de Gallup.

Admito que a primeras me pareció muy pequeño, ¿solo el, ponga usted, 4%? ¿Tan poquitos? Si nos preguntáramos cuantos extranjeros conocemos en este postglobalizado mundo, estoy seguro que la cuenta nos daría al menos uno de cinco personas. Un 20% de nuestro mundo. Pero nuestro mundo es pequeño. Lo que si es cierto es que, siempre según Gallup que son los reyes de las encuestas, cerca de un 25% de la población mundial aproximadamente sí quisieran mudarse del país que los vio nacer de poder hacerlo (por razones diversas) pero que al final, por otras razones, no lo hacen. Queda claro que después de todo al parecer no somos tan nómadas, ni cruzamos a vela y con astrolabio el Cabo de Buena Esperanza ni subimos el K2 a pulmón.

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Deseos de nuevo año. 25% sí que es mucha gente. Uno de cada cuatro. Pero no son mas que deseos de comienzo de año tipo: este año si me meto en el master, o aprendo el idioma que me están pidiendo, hago la dieta, me leo un libro semanal o… esta vez sí que me voy del país...

Hagamos clic en lo último: esta vez sí que me voy del país… Rotundo y valiente… me voy… pasamos del 25% que se quiere ir al casi 4% que sí que se va. En ese momento comienzan dos procesos internos: el primero es cuando comenzamos a despedirnos aun estando en nuestro origen y convertirse en la anatomía de un proceso agónico-melancólico de una despedida que termina con el pasaporte en la mano en la cola de ingreso del país de acogida. El segundo proceso es, ya estando lejos, intentar minimizar el proceso de nostalgia viviendo en dos husos horarios (esto es: a corazón partío). No estar ni aquí ni allá, al más puro estilo cuántico de la paradoja del gato de Schrödinger. Nos convertimos en nacionalistas y adoptamos costumbres que no teníamos cuando estábamos allá. Todo para no perder una esencia que nunca fuimos conscientes que teníamos mientras estábamos en el terruño. Todo por no irnos del todo.

De aquí para allá, y de allá para acá. Llevo 15 años sabiendo que con nuestra patria es un tatuaje permanente, para muchos un peso, para muchos un orgullo; llevo coleccionando amistades de todos lados, extranjeros como yo. Después de vivir en 7 países en estos años y haber visto tanto mundo tengo claro que nosotros, los del 4%, queremos volver y ayudar a nuestros países en lo que mejor sepamos hacer. Quizá en el escudo de nuestro país imaginario reza: Colaborar y retribuir.

He compartido con personas que realmente admiro, que piensan distinto, que son positivistas, que son capaces de plantear mejoras a casi todo. Soñadoras, valientes, acuciosas, que cruzaron el rio, que buscaron crecer mas allá de lo que podían tener en casa, inconformistas que pidieron la visa a Extranjelia y claro, se la otorgaron. Personas que cambian el statu quo por la rebeldía y valentía ganada al dejar el calor del nido inicial, que ofrecen desde sus lugares una nueva manera de ver y hacer las cosas y que no viven en sus patrias maternas. Mi papá me enseñó que el que sabe de estadística jamás apuesta, pero yo si apostaría a que al menos las personas que conozco y que admiro quieren volver a casa de alguna manera.

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La logística del corazón. Cuando Keylor Navas fichó por el Real Madrid imagino que toda Costa Rica se sintió muy feliz porque uno de los suyos ingresaba a la elite del futbol mundial. Pero lo mejor de todo es que en fechas FIFA siempre vuelve a casa, firma autógrafos, pone de moda ser arquero entre los niños y todos disfrutamos de sus fantásticas actuaciones. Alexis Sánchez vuelve a su humilde Tocopilla todos los años. Hay infinidad de jugadores de elite que no importa donde estén, buscan volver a casa a jugar por su camiseta, sienten nostalgia del aire que respiraron, son los salmones modernos y sus federaciones hacen lo que puedan para traerlos. Si esto sucede así, me pregunto: ¿por qué no sucede lo mismo con nuestros chicos con talentos más soft que hacer un gol, embocarla de tres puntos o batear sobre .340? Me refiero a aquellos que si bien es cierto no son famosos como nuestros deportistas, que solo son conocidos en nichos, también son nuestros talentos y motivos de orgullo. Ellos comían la misma comida que nosotros y seguramente tenemos el mismo sentido del humor y acento, quizá fuimos al mismo colegio y ahora son las personas que innovan, generan ciencia, impactan, programan sueños y no desfallecen en el intento de mejorar las condiciones de algo. Y que están en muchos casos, una vez más, lejos de casa.

El retorno a la semilla. Lo que planteo es lo siguiente: hagamos un benchmarking análogo al deporte y su talent management y pensemos por un momento en convertirnos en un operador logístico y hacer un equipo de all-star que juegan en las grandes ligas de Extranjelia pero que sueñan con volver a casa para contribuir en la selección nacional, aunque sea por un rato. Para ello primeramente tenemos que saber en donde están nuestros talentosos paisanos, qué están haciendo, en qué equipo (universidad o empresa) están jugando, alguien debería saber mas sobre nuestros ilustres desconocidos de ciencias, emprendimientos, gestión, políticas, etc. Luego hay que convocarlos para que vengan una vez al año, para que nos compartan sus conocimiento, experiencias y nos contagien con su animo y fuerza de ir hacia delante a las audiencias mas importantes de cualquier país: a los niños en sus escuelas; en los bachilleratos y sus jovencitos que se preguntan qué estudiar; y en universidades para instarlos a seguir creciendo. Que den clases como profesores invitados, que sean motivo de sincera admiración y sean profetas en su tierra. La idea es clara: el real valor y ventaja competitiva de los países está en la formación académica y técnica de sus personas. Y Con respeto debo decir esto: no somos mejores países si tenemos grandes jugadores (quizá si más alegres). Pero sí que somos mejores países si tenemos profesionales talentosos y más inspirados por nuestras all-star system (y también seremos muy alegres).

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Los deseos para el 2017. Normalmente estas columnas de diciembre nos cuentan las últimas tendencias o hacia donde van a ir las cosas en el año venidero. Esta, ya se dan cuenta, no va por allí. Yo quisiera en este momento no convencerlos en qué ser el 4% es ser cool, eso es algo que cada uno debe descubrir. También vivir en casa y echarle ganas para mejorar todo desde dentro tiene un altísimo merito. Vivir siempre de forastero es complicado, pero es una experiencia increíble que no se gana en el cálido nido natal. Mi deseo para este 2017 es que nuestros países, que tienen una diáspora enorme de talento sea capaz de identificarlos y traerlos de vuelta, aunque sea por unas horas, que es mucho más que nada.

Espero que en este año que entra seamos nosotros los agentes de cambio para nuestros países y demos más que lo que recibimos de nuestros pueblos, que nos sintamos orgullosos de nuestros orígenes y ayudemos a otros a inspirarse y seguir adelante. Que todos tengamos la posibilidad de servir a los demás, porque de eso se trata. Si no me creen, pregunten en Extranjelia qué es lo que más queremos hacer con nuestros países de origen: apostaría doble o nada, perdón papá, que la respuesta al unísono sería "Colaborar y retribuir".

Que El Señor los bendiga en abundancia; gracias siempre por regalarme su tiempo, poder conversarles y acompañarme en estas mil quinientas y tantas palabras mensuales que E&N me permite y ojalá nos leamos pronto. Que así sea.

*Cocinero por pasión, Profesor universitario y conferencista internacional e Ingeniero mecánico de profesión. Entre sus estudios cuenta con maestrías de administración de negocios (MBA) y gestión de proyectos (MPM); y con Robótica y Automática Industrial a nivel de doctorado. Agitador tecnológico y admirador del talento humano y de los sueños que conllevan los procesos creativos, cree en la innovación como llave de cambio a todo nivel. Está casado con una chapina y tiene un hijo chileno.

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