La apuesta está fijada, principalmente, en la central hidroeléctrica Tumarín, que se construirá con una inversión de US$1.100 millones y que generará 253 megavatios de energía, la mitad de lo que actualmente consume Nicaragua. Esa planta, propiedad de la empresa Centrales Hidroeléctricas de Nicaragua (CHN), creada por la estatal brasileña Eletrobras y el conglomerado Queiroz Galvão, comenzará a funcionar el 28 de febrero de 2019, según anunciaron sus ejecutivos recientemente en Managua.
Con la entrada en funcionamiento de esa planta, el Gobierno prevé que el 90% de la energía consumida en el país provenga de energías renovables antes de 2020. De acuerdo con un análisis de la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides), para que eso sea posible, va a depender 'de si entra o no Tumarín' a funcionar. De lo contrario, según ese organismo de políticas públicas, la matriz energética continuará compartida o mixta entre la energía que se genera con combustible fósil y la renovable, pese a los recursos naturales con los que cuenta Nicaragua.

Actualmente, existen doce puntos aptos para producir energía con el calor de los volcanes, de los cuales dos están siendo explotados, tres están bajo concesión de exploración y los otros siete aún están 'vírgenes', aunque hay empresas interesadas, según las autoridades.

Según el asesor presidencial en Energías Renovables, Emilio Rappaccioli, Nicaragua es uno de los países centroamericanos más viables para desarrollar la generación de energía a través del viento, con un potencial para explotar hasta 800 megavatios, cifra superior a la demanda nacional.
'Es cierto que la energía eólica tiene su máximo de generación en la temporada seca (verano), pero eso se compensa con los proyectos hidroeléctricos que funcionan cuando hay lluvias', explicó el funcionario, anterior ministro de Energía y Minas.
Rappaccioli destacó que la generación de energía eólica es limpia, sostenible, reduce las emisiones de dióxido de carbono y es económicamente favorable por el ahorro que supone, al evitar la importación de búnker o fuel oil para alimentar las centrales térmicas, que generan energía a un costo más alto.
Nicaragua también tiene previsto desarrollar la planta hidroeléctrica Boboqué, que compartirá la misma cuenca de Tumarín, que costará 245 millones de dólares y producirá 70 megavatios, entre otros pequeños proyectos hidroeléctricos.
El Gobierno proyecta captar inversiones por US$4.000 millones en la generación de energía con fuentes renovables en los próximos 15 años. Con esas inversiones pretenden incorporar 1.354 megavatios de energía a base del calor de los volcanes, el viento, el agua, el sol o de los desechos de los ingenios, que integran las fuentes renovables, durante el período 2014-2028, más del doble de lo que actualmente consume. Nicaragua espera producir el 97% de su energía a partir de fuentes renovables para el año 2028.