Casi dos décadas atrás, en la finca San Pancho ubicada en la zona fronteriza con Costa Rica, no podía pastar el ganado, ni se podía sembrar. El Mojón número 12, ubicado dentro de la propiedad, estaba contaminado por minas antipersonal, colocadas por el Ejército nicaragüense durante el conflicto armado en los años 80.
Posteriormente, tras el desminado de la frontera sur, en esas tierras nació Frutales del San Juan, la empresa que hoy cultiva 3.794 hectáreas de naranjales para exportación."Esas tierras pasaron de ser de conflicto, a ser productivas para la exportación", afirmó Antonio Lacayo Oyanguren, gerente general de Frutales del San Juan, una empresa agropecuaria cuyos socios principales son Carlos Pellas y Stanley Motta, dos destacados empresarios centroamericanos.
En los años 80, durante el conflicto armado que vivió Nicaragua, el entonces Ejército Popular Sandinista colocó más de 170.000 minas antipersonal y minas antivehículos en la mitad del territorio nacional, incluyendo la frontera sur, colindante con Costa Rica, donde se ubica precisamente el Mojón número 12 y la finca San Pancho. El objetivo militar era prevenir e impedir la incursión de hombres y de vehículos armados desde los países vecinos.
Con el triunfo electoral de Violeta Barrios de Chamorro, en febrero de 1990, Nicaragua saboreó el fin del conflicto armado. El proceso de paz y de reconciliación nacional dio paso al Programa Nacional de Desminado, que se extendió por varias décadas con el apoyo de la comunidad internacional y que concluyó oficialmente en octubre de 2010. El balance de esa titánica labor fue: 74 municipios desminados, 1.029 campos de minas despejados y 179.970 minas destruidas, sin incluir más de 100.000 minas en inventarios del Ejército.
Una de las áreas desminadas fue el Mojón número 12, que se encuentra en la finca San Pancho, donde los zapadores del Ejército de Nicaragua barrieron y limpiaron 194.000 metros cuadrados, de acuerdo con información oficial proporcionada por fuentes del Programa de Asistencia para el Control de Armas y Destrucción de Municiones en Centroamérica, de la Organización de Estados Americanos (OEA). "La gente (de la zona) tiene presente que allí no se podía entrar porque estaba minado a ambos la-dos del hilo fronterizo", entre Costa Rica y Nicara-gua, refirió Lacayo.
Una vez completamente despejado el terreno de esos artefactos explosivos, el empresario costarricense Carlos Odio, propietario de la empresa Tico-frut, procesadora y exportadora de jugos de naranja y de piña, visitó Nicaragua y propuso a las autoridades nacionales y a empresarios destacados que se sembraran naranjas en la zona fronteriza con Costa Rica, para proveer a la planta procesadora. Ticofrut se comprometía a suplir las plantas de naranjas de sus propios viveros y comprar la cose-cha a precios del mercado internacional.
La idea resultó atractiva a un grupo de empresarios nacionales y surgió Frutales del San Juan. Entre sus socios originales estaban Juan Bautista Sacasa, Dionisio Chamorro, Leopoldo Riestra, Carlos Coronel y el propio Lacayo. Posteriormente se incorporó el cos-tarricense Carlos Odio y luego Carlos Pellas, presidente del Grupo Pellas, un consorcio empresarial con negocios en diversos rubros y países.
Proyecto pionero
Lacayo ubica octubre de 1997 como la fecha en que se inició la siembra de naranjas en una parte de la finca San Pancho. Continuaron haciéndolo en los dos años siguientes, hasta completar en 1999 alrededor de 560 manzanas de naranjas, de dos variedades: valencia y piña. A partir del 2000, la empresa se expandió y compró dos propiedades más: Isla Grande y Melchora."Actualmente manejamos más de 5.000 manzanas de naranjales (3.794 hectáreas) y 4.660 manzanas (3.262 hectáreas) entre humedales y de bosques primarios. Generamos trabajo permanente a más de 100 personas y en época de cosecha a más de 1.000", aseguró Lacayo. Del lado de Costa Rica, la empresa Ticofrut, a la que Lacayo califica como "prima hermana" de Frutales del San Juan, ya que "fue recientemente adquirida por los socios Pellas y Motta en julio del año pasado", siembra un total de 7.200 hectáreas de naranjales y 3.858 hectáreas de bosques primarios y de humedales.
Mientras a unos 90 kilómetros de distancia de la frontera, cerca de Ciudad Quesada, en el cantón de San Carlos, en Costa Rica, se levanta la planta Ticofrut, fir-ma procesadora y exportadora de jugos de naranja y de piña. Lacayo calcula que la planta procesadora, más las plantaciones agrícolas de ambas empresas, suman activos superiores a los US$200 millones.
De cada diez naranjas procesadas en la planta Ticofrut, Lacayo estima también que tres provienen de Frutales del San Juan, seis de las plantaciones de Ticofrut y una de productores individuales (pequeños y medianos) de Costa Rica, que a lo largo del tiempo se han convertido en proveedores establecidos.
"La meta desde que se adquirió Ticofrut es mejorar la productividad en campo, que estaba muy caída", indicó Lacayo. La productividad promedio asegura que anda por las 500 cajas de naranjas por hectárea y cada caja equivale a casi 100 libras. Por tanto, correspondería a 500 quintales por hectárea.