Por AFP
Trajes de colores vivos, un sombrero a juego y un par de guantes inmaculados. El estilo de vestir de la reina Isabel II era reconocible al instante, un “uniforme” que ella misma creó para encarnar su cargo.
Durante sus setenta años de reinado, la monarca pareció haber probado todos los tonos de la carta de colores, desde el amarillo bebé hasta el verde neón, pasando por el fucsia y el azul real.
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Fuera cual fuera el color que eligiera, siempre vestía “impecable”, según su nieto Enrique.
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Isabel Alejandra María II nació en Londres el 21 de abril de 1926. Cuando ascendió al trono en 1952, con sólo 25 años, Winston Churchill era primer ministro, India acababa de conseguir su independencia y el Reino Unido todavía gobernaba en partes de Asia y África.


Entregada estóicamente a su deber, dejó raramente entrever sus emociones y jamás sus opiniones. Políticamente neutral por obligación, nunca se supo por ejemplo qué pensaba del Brexit, concretado finalmente en 2020 tras cuatro años de crisis política que dividió a su país.
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Cuando en abril de 2021 la muerte de su esposo, Felipe, dejó “un enorme vacío” en su vida, apenas pareció verter una lágrima, sin embargo su estado de salud empezó a degradarse muy rápidamente poco después.
Muy creyente y ahorradora pese a su enorme fortuna, quedó sola para afrontar el ocaso de su reinado y capear los escándalos de una familia real muy dada a ellos.

Fue coronada el 2 de junio de 1953, en la primera entronización retransmitida por televisión.


Las bodas de sus nietos Guillermo, en 2011, con Catalina, y Enrique, en 2018, con Meghan, modernizaron la imagen de la familia real británica y propulsaron su popularidad a nivel mundial.
