Según Latinobarómetro 2013, el apoyo a la democracia en América Latina cayó dos puntos respecto del año 2011 (fecha de la última medición, ya que no hubo Informe 2012), de 58 a 56%. Los latinoamericanos desean seguir viviendo en democracia pero en una democracia de mejor calidad.
Por: Daniel Zovatto -Director regional IDEA Internacional para América Latina y el Caribe
'Escúchame', es el título que encabeza el reciente Informe del Latinobarómetro correspondiente a los años 2012 y 2013 (institución de cuyo Consejo Asesor Internacional soy miembro), presentado en Santiago de Chile el pasado 1 de noviembre. Para Marta Lagos, su directora ejecutiva, 'la ciudadanía en América Latina está gritando fuerte escúchame por cualquier medio, porque qué duda cabe que el sistema político no parece escuchar' y, yo añado, ni tampoco representar adecuadamente.
La afirmación de Lagos encuentra asidero en al menos dos hallazgos del citado informe. Uno, la disminución del nivel de apoyo a la democracia. El segundo, la baja confianza en las instituciones y la crisis de representación que le acompaña.
El apoyo a la democracia en América Latina cae 2 puntos respecto del año 2011 (fecha de la última medición, ya que no hubo Informe 2012), de 58 a 56%. De esta manera, acumula entre 2011 y 2013 una caída de 5 puntos. A nivel regional, Venezuela (87%, aumentó 10 puntos), Argentina (73%, desplazó a Uruguay del segundo lugar), y Uruguay (71%, bajó 4 puntos) encabezan el listado. Por su parte, Honduras (44%), Guatemala (41%) y México (37%) cuentan con los tres niveles más bajos de apoyo.
Los datos para la región centroamericana son más negativos aún que el promedio regional y evidencian un fuerte desplome. Sólo el 49% de la población centroamericana opina que la democracia es la mejor forma de gobierno, un 17% prefiere un gobierno autoritario y a un importante 24% le es indiferente. Costa Rica (53%) sigue siendo el país con el nivel más alto de apoyo a la democracia a nivel centroamericano, pero ha perdido 27 puntos entre 1996 y 2013.
La satisfacción con la democracia se mantiene en el mismo nivel del año 2011: 39%. Uruguay (82%), Ecuador (59%) y Nicaragua (52%) lideran la tabla. Argentina bajó de 58 a 51%, y quedó relegada al cuarto lugar. Por su parte, Perú (25%), México (21%) y Honduras (18%) tienen los niveles de satisfacción más bajos. Costa Rica (con 35%, cayó 9 puntos) ocupa el onceavo lugar en América Latina y el quinto en América Central.
La debilidad institucional sigue siendo, junto a la desigualdad y la corrupción, uno de los principales Talones de Aquiles que impide que en la región haya una democracia de mejor calidad. La confianza en las principales instituciones de la democracia representativa (parlamentos 29% y partidos 24%), al igual que en informes anteriores, siguen evidenciando bajos niveles de apoyo, fiel reflejo de la grave crisis de representación que aqueja actualmente a un elevado número de países de la región.
Concentración de la riqueza y del poder político. En mi opinión, los bajos niveles de satisfacción con la democracia tienen su origen en dos problemas centrales.
El primero tiene que ver con el hecho de que únicamente 25% promedio regional (leve repunte respecto de 2011) considera que la distribución de la riqueza es justa. Tres países del ALBA, Ecuador (58%), Venezuela (43%) y Nicaragua (41%) ocupan los primeros lugares. Por su parte Honduras (12%), Chile y Paraguay (con 10% cada uno) se ubican en las últimas tres posiciones.
La segunda causa radica en que sólo 28%, promedio regional, considera que se gobierna para el bien de todo el pueblo. El país mejor posicionado es Ecuador (62%) seguido de Uruguay (49%) y Nicaragua (47%). En los últimos lugares se encuentran Costa Rica (17%). Honduras (9%) y Paraguay (8%).
Satisfacción de vida e imagen de progreso. Pese a la desaceleración económica que experimenta la región, los latinoamericanos se sienten bastante satisfechos con sus vidas: 77% promedio regional (5 puntos por encima de la medición de 2011). Panamá, Costa Rica y República Dominicana con 89, 88 y 87%, respectivamente, encabezan la lista. A pesar del importante éxito que registra como país, Chile (69%) ocupa la tercera ubicación más baja, sólo superado por Perú y Bolivia con 59 y 58%, respectivamente. La desaceleración tampoco ha hecho mella en la imagen de progreso del país que, si bien es baja (37%), registra un aumento de 2% respecto de 2011. Mientras Ecuador y Panamá ocupan los dos primeros lugares (77 y 69%, respectivamente), Costa Rica (15%) y Honduras (apenas 6%) se ubican en los dos últimos lugares.
Confianza en el presidente y en el Gobierno. República Dominicana (73%), Ecuador (71%) y Uruguay (65%) ocupan los tres primeros lugares. En el otro extremo, Perú (33%), Costa Rica (26%) y Honduras (20%) se encuentran en las tres últimas posiciones. Los guarismos en materia de confianza en el gobierno son similares. Mientras Ecuador (65%), República Dominicana (57%) y Uruguay (56%) cuentan con los niveles más altos, Perú, Costa Rica y Honduras, (24, 22 y 20%, respectivamente) se ubican en los tres últimos lugares. En materia de aprobación de la gestión de gobierno, República Dominicana (74%) ocupa la primera posición, mientras Costa Rica (tan sólo 20% la media regional es de 49%) se ubica en el último lugar.
Principales problemas. El problema más grave de la región es la delincuencia (24%), seguido del desempleo (16%) y de la corrupción (6%). Venezuela ocupa el primer lugar (47%) de entre los países que consideran a la delincuencia como el principal problema, mientras Nicaragua registra el nivel más bajo (2%). El problema más importante en Costa Rica es la corrupción (20%), muy por encima de la delincuencia y del desempleo, mientras en Brasil es la salud pública.
Mi opinión. Si bien el apoyo a la democracia se ha mantenido moderadamente alto (por encima de 55%), en cambio los niveles de satisfacción aunque estables siguen siendo bajos (inferiores a 40%). La desaceleración económica pareciera no haber impactado aún ni respecto de las variables anteriores (apoyo y satisfacción con la democracia) ni sobre otras de gran importancia como son la satisfacción con la calidad de vida, la imagen de progreso y la situación económica tanto personal como del país. Pero seguramente, en la próxima medición veremos reflejado su impacto negativo en diversas variables claves de no mejorar la situación económica regional.
De ahí la importancia de no equivocarnos en el diagnóstico ni de pecar de autocomplacientes. Las manifestaciones ciudadanas que se han venido realizando en varios países de la región, son evidencia de que los latinoamericanos, pese a importantes avances registrados en los últimos años (sobre todo en materia de reducción de la pobreza y a la existencia de un clima de opinión pública moderadamente optimista), están exigiendo más de sus democracias, de sus instituciones y de sus Gobiernos. Es el 'descontento del progreso', caracterizado por una revolución de expectativas ciudadanas que demanda más y mejor democracia; instituciones modernas, legítimas, eficaces y transparentes; rendición de cuentas; partidos y parlamentos que representen mejor sus intereses; menor desigualdad, corrupción y criminalidad, todo ello unido a servicios públicos de calidad, particularmente en materia de educación, salud, transporte y seguridad ciudadana. Esta 'nueva ciudadanía' es cada vez más consciente de sus derechos sociales y está más dispuesta a exigirlos por distintas vías y no sólo a través de los mecanismos tradicionales de representación. En otras palabras, los latinoamericanos desean seguir viviendo en democracia pero en una democracia de mejor calidad.