La región centroamericana ha sido afectada gravemente por una serie histórica de fenómenos naturales de origen climático relacionados con las lluvias torrenciales (Mitch-1998, Katrina-1999, Wilma-2005, Félix-2007, Agatha-2010, Nate-2017 etc.). La alta vulnerabilidad de la región a las amenazas naturales originadas a partir de eventos lluviosos extremos o anormales, son la morfología de la corteza continental y ubicación geográfica del istmo centroamericano entre otros factores.
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Los daños derivados de las lluvias torrenciales son cuantiosos e irreversibles para el caso de las pérdidas de vidas humanas. Las afectaciones a la infraestructura vial y productiva, viviendas, paisaje y recursos naturales son perceptibles, tangibles e imborrables de la memoria colectiva de nuestra sociedad.
El suelo es uno de los recursos naturales más fuertemente afectados por las lluvias. El suelo es finito y por su funcionalidad ecológica suministra alimentos, materia prima y medicina para la sobrevivencia y bienestar de la humanidad. Algunas cifras que destacan la importancia de la protección y conservación de los suelos son las siguientes:
La humanidad obtiene más del 99,7 % de sus alimentos de los suelos y menos de 0,3 % de los océanos y ecosistemas acuáticos.
En el mundo cada año se pierden 10 millones de hectáreas de tierras cultivables por erosión de suelos (pérdida del suelo por arrastre de la lluvia y viento).
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), reportó en el resumen técnico del estado mundial de los suelos del 2015, que en América Latina y el Caribe la conversión agrícola de ecosistemas naturales (arbustos, sabanas y bosques) representa 600 millones de hectáreas de agroecosistemas, que presentan áreas afectadas por procesos de degradación (erosión del suelo, compactación, salinización, acidificación etc.) que disminuyen la calidad de los suelos para producir rendimientos óptimos.
Por otro lado, en el 2015 el Instituto Nicaragüense de Estudios Territoriales (INETER) publicó, que en la región central y norte de Nicaragua, el 39.17 % de los suelos se encuentran sobre utilizados, es decir, que los productores utilizan los suelos por arriba de su capacidad potencial y consecuentemente se generan pérdidas económicas y daños ambientales en el suelo.
Parte de un buen uso del suelo se refiere a que el uso actual del suelo coincida con el uso potencial del suelo, para maximizar las ganancias o cosechas y evitar el deterioro de los suelos. El uso potencial se deriva de las características del terreno donde se pretende sembrar y pueden ser destinados para cultivos anuales (maíz, frijol), cultivos semi perennes (caña de azúcar, banano), cultivos perennes (frutales), ganadería, para maderas preciosas (caoba, cedro) y para conservación de la vida silvestre.
Problemática de los suelos laderas
La composición de los suelos depende de la influencia de largos períodos de tiempo, el relieve topográfico (ondulado, escarpado, plano), el tipo de roca (volcánica, metamórfica, sedimentaria) sobre donde se forma el suelo, las condiciones climáticas, los microorganismos en el proceso de degradación de los residuos vegetales y orgánicos que se depositan en el suelo y la impactante notoriedad de la actividad antrópica en la formación de los suelos.Los suelos a simple vista dependiendo del color, contenido de partículas de arena, limo y arcilla (textura) y prácticas de manejo pueden ser muy variados. De igual forma, la vulnerabilidad de los suelos a la erosión (desprendimiento, arrastre, transporte y sedimentación) por efecto de las lluvias torrenciales es diversa y compleja.
En la superficie del suelo de un punto hacia otro debe de existir un desnivel o diferencia de elevación para que pueda fluir el agua de la lluvia. Los suelos que se localizan en relieves escarpados y montañosos se les conoce popularmente como "Suelos de Laderas".
En los suelos de laderas de la región centroamericana se concentra el 80 % de la población y producción agropecuaria. Son suelos que han bajado su capacidad productiva, y en ellos se establecen grandes extensiones de cultivos de maíz, frijol, sorgo, millón, café, cacao, pastos entre otros. De igual modo, en las zonas de laderas de Centroamérica se localizan familias rurales pobres y desnutridas y por lo tanto, es sumamente importante el estudio y análisis de los suelos y las condiciones socioeconómicas de los productores.
En el istmo centroamericano los suelos de laderas se ubican entre las planicies del Pacífico y Atlántico, aunque también se pueden encontrar en zonas próximas a la cadena volcánica. Los suelos de laderas son más vulnerables a la erosión con respecto a los suelos que se localizan en los valles o planicies.
Sin embargo, el grado de vulnerabilidad (alto, medio, bajo) entre los suelos de laderas depende de las diferencias de elevación (pendiente, inclinación), magnitud e intensidad de la lluvia, cobertura vegetal, y prácticas de manejo físicas, mecánicas y biológicas (sistemas de cultivos combinados con árboles, pasto y ganado, cultivos en contorno, barreras vivas y muertas, zanjas y fosas de infiltración etc.).
Por ejemplo: los suelos que se ubican en relieves escarpados, con lluvias mayores de 1200 mm anuales, sin ningún tipo de cobertura vegetal y práctica de manejo son más vulnerables a ser erosionados por las lluvias que suelos en las mismas condiciones, pero con vegetación y bien manejados (uso actual del suelo coincide con el uso potencial).
Barreras vivas una solución efectiva para la contención de suelos en laderas
Las barreras vivas son especies de plantas arbustivas, forrajeras, medicinales y alimenticias que se siembran en contorno (dirección perpendicular) de la pendiente principal del terreno.Las plantas que se utilizan para el establecimiento de barreras vivas son diversas, entre las que sobresalen: Zacate Taiwán, Pasto Brachiaria, Piña, Sorgo, Piñuela, Madero Negro, Gandul, Vetiver entre otras. Las especies de plantas serán seleccionadas con base a la adaptabilidad y la climatología de la zona.

La finalidad principal de las barreras vivas es disminuir las pérdidas de suelo y agua ocasionadas por erosión hídrica en las laderas o terrenos escarpados. De igual modo, puede contribuir a generar un ingreso extra (medicina, leña, abono, alimento etc.) del cultivo principal establecido en la parcela y contener suelo durante eventos de lluvias anormales (huracanes, tormentas, depresiones tropicales etc.).
Barreras vivas sembradas en contorno a la pendiente del terreno
Los registros de lluvias en Niquinohomo-Masaya-Nicaragua indican que durante el mes de octubre de 1998 que ocurrió el huracán Mitch cayeron 809.4 mm. Por otro lado, se reportó que en los últimos 3 días del mes de octubre llovió 380 mm. Es decir, que las lluvias a finales del mes fueron intensas y probablemente no dejo de llover durante 72 horas.En la misma zona en tiempos de Mitch, se reportó que los suelos sembrados con cultivos en contorno, sin ningún tipo de obra de conservación de suelo y con pendientes de 40 % (terrenos montañosos) registraron pérdidas de suelos de 100 toneladas/hectárea/año, mientras que, en suelos con diferentes tipos de barreras vivas (gandul, vetiver, madero negro), se obtuvieron pérdidas de suelos menores a 62 toneladas/hectárea/año. Es decir, que las barreras vivas en condiciones de huracán Mitch sirven como obras de contención, ya que reducen las pérdidas de suelo en un 38 % con respecto a suelos sembrados en contorno y sin ningún tipo de práctica de conservación.
Desde la ocurrencia del huracán Mitch hasta la actualidad no se ha registrado un fenómeno meteorológico de las mismas magnitudes que el Mitch. Sin embargo, han ocurrido otros fenómenos similares como Katrina-1999, Wilma-2005, Félix-2007, Agatha-2010 y Nate-2017, que han afectado gravemente los suelos que se encuentran sin ningún tipo de obra de conservación de suelos y aguas o manejo agroecológico.
En la actualidad, las barreras vivas bien diseñadas combinadas con obras mecánicas (zanjas de infiltración, acequias de laderas etc.), manejo de coberturas vegetales y en concordancia con las características del terreno, pueden ayudar de manera más eficiente en la contención de los suelos en condiciones de lluvias torrenciales.
Suelos deteriorados y sus implicaciones en tiempos de coronavirus
De acuerdo con el reporte del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), al mes de julio del 2020 existen 141,579 casos confirmados de Covid-19 y probablemente las cifras sigan creciendo ya que Centroamérica fue de las últimas regiones contagiadas. De igual forma, se reportan 86,176 casos activos y 51,859 casos recuperados y 3544 fallecidos.El estado actual de los suelos juega un papel importante en la calidad y producción de alimentos y consecuentemente tiene repercusiones sobre la suceptibilidad de las personas a contraer el Covid-19 por nutrición deficiente, partiendo que el riesgo a contraer Covid-19, no solamente depende de no acatar las medidas de distanciamiento social e higiene personal y pública.
Los suelos de laderas que son afectados por procesos de erosión hídrica (lluvia) pueden llegar a convertirse en tierras desérticas. Existen otros tipos de degradación que también pueden contribuir a la desertificación como son: compactación de suelo, salinización, contaminación, acidificación, inundación entre otros.
Por lo tanto, los suelos deteriorados ya no son resilentes y eficientes para la producción de alimentos y medicinas, debido a que los contenidos de nutrientes, minerales y vitaminas que normalmente se encuentran en las capas superficiales del suelo, son arrastrados por las lluvias torrenciales hacia los cauces naturales, quebradas, ríos, lagos y océanos.
Por consiguiente, los rendimientos por área no superan las expectativas del inversionista y productor. Adicionalmente, los rendimientos son afectados por plagas y enfermedades y en algunos casos por exceso de agua por lluvias torrenciales.
El suelo perdido durante las lluvias que se dirige hacia los cauces naturales por medio del agua de lluvia, va cargado de nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, sodio, zinc, hierro, cobre, manganeso, molibdeno, boro, níquel y muchos minerales que las plantas necesitan para un óptimo crecimiento y desarrollo. Por lo tanto, en algunos de los casos tienen que suministrados en los suelos a través de los fertilizantes.
La calidad nutritiva de los alimentos provenientes de suelos deteriorados es deficiente, ya que los frutos no presentan los contenidos adecuados de nutrientes que el cuerpo necesita. Un ejemplo sencillo, el sabor insípido en la actualidad que presentan las frutas tropicales como el banano, plátano, papaya, no es el mismo que tenían las frutas hace 50 años, el sabor era dulce y no necesariamente obedece a las variedades de la actualidad y mejoramiento fitogenético.
Es sumamente importante considerar en tiempos de pandemia o coronavirus, las consecuencias a la salud pública que puede traer la calidad deficiente de los alimentos y hábitos alimenticios.
Los alimentos que consumimos no tienen los nutrientes en las cantidades necesarias para el cuerpo humano. En cuanto, a los productos alimenticios se deberían de actualizar los datos para determinar el balance nutricional y los contenidos de nutrientes en los alimentos, de tal forma, que se puedan definir las dosis o requerimientos óptimos para establecer las dietas alimenticias.
En la actualidad en la mayoría de los casos no tenemos una dieta balanceada de alimentos y por lo tanto, se tienen problemas con la nutrición y la aparición de cuadros clínicos de enfermedades como la diabetes, obesidad y enfermedades terminales.
En este sentido, las personas se vuelven más susceptibles al contagio, padecimientos y muertes por el Covid-19. La mala nutrición puede incidir en que el sistema inmunológico no esté fortalecido por falta de vitaminas C, vitamina D, zinc, selenio, magnesio y otros minerales. Por consiguiente, se tiene que recurrir a suplementos alimenticios que tienden agotarse en el mercado en tiempo de crisis y que de igual forma no cumplen con los mismos requerimientos que los productos naturales.
La cadena de valor desde la oferta de alimentos en el campo hasta la comercialización y destino final, puede verse afectada o interferida por la crisis epidemiológica del Covid-19 que vivimos. Es decir, que la demanda de alimentos en los hogares probablemente no sea satisfecha y puede afectar la nutrición adecuada del cuerpo humano.
Los programas de alimentación desarrollados y ejecutados por los gobiernos y organizaciones internacionales pueden verse afectados o paralizados por los volúmenes de producción y abastecimiento de alimentos en los mercados.
Finalmente, es recomendable la elaboración de planes nacionales de desarrollo con un fuerte componente de salud pública en función de las enfermedades y pandemias (Covid-19) que atormentan a la sociedad, así como, estrategias y mecanismos preventivos de aplicación rápida y oportuna en momentos de brotes de contagio de Covid-19. Por otro lado, la promoción y divulgación de huertos familiares o comunitarios que puedan complementar la dieta alimenticia de los miembros del hogar y de esta forma evitar la susceptibilidad a contagios comunitarios por Covid-19.