Por revistaeyn.com
La región CARD (Centroamérica y República Dominicana) está experimentando una transformación notable en su papel en materia de migraciones, especialmente debido al nuevo perfil de personas que atraviesan su territorio, sus expectativas de estadía y los desafíos que esto plantea para los sistemas de atención y protección a nivel nacional y regional.
Históricamente, la mayoría de los países de Centroamérica han sido lugares de emigración, mientras que Panamá y Costa Rica se han destacado como destinos receptores y República Dominicana ha sido una zona en la que coexisten ambos tipos de flujos.
Desde 2015, la región ha presenciado cambios significativos: en primer lugar, se han registrado cada vez más migraciones de mujeres y menores de edad no acompañados (tradicionalmente dominadas por hombres solos), seguido por grupos masivos y, finalmente, desplazamientos forzados debido a la violencia y la persecución política, reporta un artículo del Estado de la Nación.
Además, la región también alberga migraciones laborales, de paso, personas refugiadas y solicitantes de asilo. Aunque durante la pandemia de COVID-19 hubo una marcada disminución en estos movimientos, los flujos migratorios han vuelto a crecer significativamente en los últimos tres años.
Esta región también se ha convertido en una ruta importante para las personas que emprenden su viaje desde Sudamérica, e incluso desde otras latitudes y continentes, hacia Estados Unidos.
PASO DE MIGRANTES
En el caso de Panamá, desde el 2021 se ha experimentado un cambio radical en su papel dentro del sistema migratorio continental. Las presiones migratorias en Sudamérica derivadas de las crisis locales y la “puerta abierta” con Colombia han hecho que la región del Darién se convierta en una especie de “paso obligado” para quienes sueñan con llegar a los Estados Unidos. El número de migrantes que atraviesan el país ha crecido significativamente, de 30.000 a más de 520.000 entre 2019 y 2023, siendo el más grande el de personas que provienen de Venezuela, detalla el reporte.
Las dinámicas de la movilidad por el Darién evidencian que la región pasó de tener sistemas migratorios relativamente independientes a ser parte de sistemas interconectados, no solo entre los países de Latinoamérica y el Caribe sino también con los de otros continentes.
¿Y qué hay detrás de este aumento en el flujo de migrantes en el corredor migratorio? No hay una sola causa. Las crisis internas en países como Venezuela y Haití, y las percepciones o expectativas equivocadas sobre políticas migratorias más flexibles durante la Administración Biden, son solo algunas de las razones detrás de este crecimiento.
En el caso de la migración que busca establecerse en Panamá, se han reducido las regularizaciones, también han implementado nuevas medidas como el permiso temporal de protección, que permite a las personas migrantes trabajar y residir en el país durante hasta dos años.
Por otro lado, también están las migraciones en tránsito, y con estas se presentan nuevos retos para los países receptores y para las personas migrantes mismas.
En medio de todo esto, la solidaridad y la cooperación internacional son clave para gestionar la atención, la protección y la ayuda humanitaria de manera más integral y colaborativa, siempre reconociendo la dignidad y los derechos de todas las personas migrantes y refugiadas.