Por revistaeyn.com
La caída sistemática en la producción de camarón de cultivo en Nicaragua, que comenzó en 2023 y continúa en 2024, ha motivado el cierre de granjas camaroneras en el Pacífico del país, y obligado a quienes trabajaban ahí como empleados o como empleadores, a buscar otras labores que desempeñar para alimentar a sus familias.
En 2022, en Nicaragua se produjeron casi 69.5 millones de libras de camarón, pero en 2023 hubo una caída de 27.4 millones de libras (39.4 %), para cerrar ese año en 42.1 millones, según datos del Banco Central de Nicaragua (BCN).
Tal comportamiento ya era evidente desde noviembre de 2023, cuando las estadísticas cortadas al mes de agosto reportaban una caída de 39.5 %, que apenas sí varió al añadirse los datos del tercer cuatrimestre.
La previsión para 2024, presentada en el Plan Nacional de Producción, Consumo y Comercio, es que la producción caerá otro 39.9 % para cerrar en 25.3 millones de libras.
De cumplirse la previsión, implicaría una disminución acumulada de 63.6 % en apenas dos años. El Plan Nacional de 2023 también preveía disminución en la producción de camarón del país.
La explicación de ese fenómeno incluye razones climatológicas, impositivas, políticas, y de comercio global, que llevaron a muchos, como Benjamín, un productor chinandegano que accedió a hablar con CONFIDENCIAL bajo promesa de anonimato, a reducir en 75 % sus áreas de cultivo, mientras complementa sus ingresos dedicándose a labores de transporte.
“Tengo la granja semiabandonada, con problemas en la bomba y el motor. Como todo sube de precio, ya no me ajusta para hacer el ciclo de cultivo completo”, dijo. Agregó que decidió comprar ocho quintales de alimento para sembrar dos hectáreas, encontrando que el quintal que antes compraba en US$35, ahora le cuesta US$60. Es decir, un 71.4 % más caro.
Valora que quizás no importaría si las empresas acopiadoras hubieran actualizado los precios en una proporción similar, pero no es el caso.