El panorama de las Fintech (Financial Technology) en la región es muy prometedor, a tal punto que la aplicación de nuevas tecnologías a actividades financieras y de inversión se contagió a la banca tradicional.
Sin embargo, hay una serie de desafíos que se deben superar para que la innovación despliegue todo su potencial para ofrecer más y mejores servicios y crear un entorno financiero más inclusivo. Mario Hernández, CEO de Impesa y titular de la Asociación de Fintech de Centroamérica y el Caribe, plantea que en los últimos años se registró un "crecimiento importante' no sólo en la cantidad de empresas en la región, sino en el volumen de productos y servicios que ofrecen.
"Los bancos están comenzando a comprender la importancia de estas compañías para su negocio ya que pueden darles ventajas competitivas", apunta.
El estudio "Emprendimientos en Fintech América Latina", realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) recomienda la creación de bancos de prueba regulatorios temporales en los que estas empresas puedan operar, evaluar sus modelos de negocios y ofrecer sus productos en ambientes monitorizados, así como, permitir una transición suave para los emprendimientos y sus entes de control hacia una regulación y supervisión adecuada.
Según el reporte, Brasil es el país que aporta el mayor número de emprendimientos con 230 firmas, seguido por México con 180. Colombia ocupa el tercer lugar con 84; después vienen Argentina con 72 y Chile con 65. Los cinco países concentran casi un 90% de la actividad en Latinoamérica.
Jaime Trillas Taboada, exgerente advisory de- Technology Consulting en PwC Panamá, entiende que para que el sector pueda desarrollarse aún más en la región y lograr mayor impacto, es necesario "profundizar el diálogo entre los emprendedores y quienes diseñan las políticas y regulaciones".
Desde la óptica de los clientes interpreta que estas empresas aportan "nuevas ideas y frescura" a un sector marcado tradicionalmente por "estándares arcaicos, rígidos y monolíticos.
Hacen más fáciles y accesibles los productos y servicios financieros, ahorrando costos, tiempo y son más amigables para los usuarios; llegaron para democratizar", agrega.
Describe que, en forma colaborativa -es decir, buscando la ayuda de múltiples pequeños inversionistas- se pueden financiar proyectos personales, de emprendimiento o de causas benéficas; ayudan a elegir servicios financieros de la banca tradicional poniendo a competir a diferentes compañías y "obligándolas a bajar sus tarifas y mejorar sus condiciones"; facilitan el hacer negocios desde plataformas con altos estándares de seguridad, a costos bajos y sin tener que tener infraestructura o una tienda física.
"Las Fintech explotan segmentos de la cadena de valor de la banca que la banca tradicional hacía mal, de forma ineficiente o planteaba de maneras que los consumidores simplemente soportábamos, pero que nos resultaban incómodas o inconvenientes", repasa Enrique Dans, docente de Innovación en el IE Business School.
La idea de plantear un negocio como un intento constante de cobrar comisiones a sus usuarios en cuanto se descuidan resulta poco sostenible en cuanto surgen alternativas, y esas alternativas, que vienen de planteamientos lógicamente más modernos, tienden a proponer modelos freemium en los que el cliente es libre para decidir si quiere un servicio básico gratuito o si la propuesta de valor merece que pague una cuota. Las Fintech, por lo general, ofrecen experiencias de uso infinitamente mejores que las de la banca tradicional, y por eso crecen.
La banca tradicional tendría mucho que aprender de esas compañías, en lugar de enrocarse y pretender que su modelo debe permanecer inalterado".
COMPETENCIA O COMPLEMENTARIEDAD
Hernández retoma el debate abierto sobre banca tradicional y plataformas financieras no bancarias; a su entender el principal problema que enfrentan las Fintech es el tiempo que requieren los bancos para decidir e instrumentar productos."Es ahí donde un empresario Fintech en vez de salir al mercado con un banco, prefiere hacerlo directamente. Hay soluciones muy innovadoras que permiten la bancarización a través de instituciones tradicionales, pero en general las que ganan esta batalla son las Fintech o las grandes firmas de tecnología que proveen servicios, por ejemplo, de pago, en forma más amigable".
Desde PwC Panamá enfatizan que es la manera de hacer negocios lo que está cambiando "aceleradamente, incluyendo los servicios financieros" aunque advierten que las Fintech son complementarias y no sustitutivas del sistema financiero regulado que atiende un servicio integral.
Las Financial Technology, en cambio, tienen en general alta especialización, como transferencia de dinero, análisis de gastos, cálculo de ahorros necesarios para un determinado fin, fondeo directo de un proyecto entre múltiples aportantes, entre otros servicios.
"Aunque es difícil anticipar cómo la innovación tecnológica dará forma a la intermediación financiera en el futuro, los participantes del mercado tienen más que ganar en un ecosistema colaborativo donde se aprovechen las fortalezas de cada una de las partes para satisfacer las necesidades de los clientes", dice Trillas Taboada.
Dans no cree que exista una correlación entre las plataformas y los segmentos más bajos de la sociedad, incluso entiende que podría ser que ocurriese lo contrario, que los consumidores "peor informados permaneciesen en la banca tradicional y fuesen los segmentos más techsavvy o mejor informados los que se las plantean como alternativa". Señala que los bancos deberían usar las Fintech como una suerte de laboratorio de innovación externo.
"El recurso de sembrar miedo, incertidumbre y duda tiene un recorrido muy corto -añade-. Los bancos pueden jugar al ‘no están regulados como nosotros’, pero es importante pensar que habitualmente, ser grande no era una desventaja sino una ventaja, y que darle la vuelta al razonamiento para argumentar que ‘como soy grande y estoy regulado hay servicios que no puedo ofrecer’ es una mala defensa. Lo que los bancos tienen que hacer es destinar esfuerzos de sus directivos a que prueben y evalúen los servicios fintech hasta conocérselos perfectamente, y a partir de ahí, pensar cómo incorporarlos o mejorarlos".
Hernández recuerda que los bancos hicieron inversiones significativas en seguridad y eso los favorece; mientras que las Fintech -en especial las que están en etapas iniciales- todavía deben concentrarse en ese segmento.
De todos modos, reconoce que hay firmas que ingresaron al ecosistema de pagos -Apple, Google y Amazon, entre otras- que tienen un muy buen sistema de seguridad. Ratifica que para sumar clientes, el proceso de los dos formatos es similar; la principal diferencia es que en las Fintech tienen una interfase para los usuarios "más atractiva y fácil".
Para Trillas Taboada la banca en general no ve a las Financial Technology como una competencia "seria", pero sostiene que tiene que considerarlas como una "oportunidad para mejorar sus productos" y ofrecer a sus clientes un mayor valor.
Con esa visión, algunos bancos tradicionales hacen acuerdos o absorben Fintech.
La Asociación de Fintech de Centroamérica y el Caribe enfatiza que existe una "gran cantidad de oportunidades" en el sector por la transformación "sin precedentes" que atraviesa la banca.
Hernández destaca que el cambio digital no incluye sólo la compra de tecnología, sino las "habilidades necesarias en la experiencia del usuario".
En ese marco, resume: "Los desafíos tanto para bancos como para Fintech son las grandes empresas de tecnología que tarde o temprano ingresarán a nuestros mercados con sus productos de medios de pago; esa es la competencia".