Empresas & Management

Tecnología y digitalización: el futuro del empleo impulsado por creatividad y humanidad

Lejos de marginar a las personas, la tecnología puede convertirse en un medio para amplificar nuestras capacidades, siempre que aprendamos a integrarla con propósito.

2025-05-15

Opinión de Jeannina Valenzuela, especialista en innovación para los negocios

En tiempos de cambios acelerados, hablar del futuro del trabajo es también hablar del presente de la educación, la tecnología y la inclusión. La irrupción de la inteligencia artificial (IA) y la automatización ha generado incertidumbre, pero también una valiosa oportunidad para repensar el papel del ser humano en un entorno laboral en transformación constante.

Más que temer al reemplazo tecnológico, necesitamos preguntarnos: ¿cómo podemos potenciar lo que nos diferencia de las máquinas? ¿Qué habilidades seguirán siendo irreemplazables en un mundo donde la eficiencia ya no es suficiente? La respuesta apunta hacia lo profundamente humano: la creatividad, la empatía, el juicio ético y la capacidad de adaptación.

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Lejos de marginar a las personas, la tecnología puede convertirse en un medio para amplificar nuestras capacidades, siempre que aprendamos a integrarla con propósito. Pero esto no ocurrirá de manera espontánea. Requiere inversión, visión estratégica y, sobre todo, una nueva forma de formar a las nuevas generaciones: no solo para usar herramientas, sino para pensar con ellas.

En este contexto, la alfabetización digital desde edades tempranas se vuelve fundamental. Más allá del dominio técnico, se trata de comprender cómo interactuar con las tecnologías de manera crítica y significativa. Esta preparación integral debe incluir también habilidades humanas como la resolución de problemas, la colaboración y la toma de decisiones informadas.

A medida que la IA se convierte en parte cotidiana del entorno laboral, emergen nuevos perfiles profesionales: analistas de datos con enfoque social, supervisores de procesos algorítmicos, diseñadores de experiencias centradas en el usuario. Estas funciones requieren no solo conocimientos técnicos, sino también sensibilidad ética y visión estratégica.

Este enfoque mixto resulta especialmente relevante para quienes deciden emprender. Cada vez más jóvenes optan por crear sus propias oportunidades en lugar de esperar una tradicional. Sin embargo, se enfrentan a obstáculos como la falta de acceso a capital, redes de apoyo y formación adecuada. Promover un emprendimiento tecnológico con valores requiere políticas públicas y entornos educativos que fomenten tanto la creatividad como el compromiso social.

En ese camino, la IA puede convertirse en una gran aliada. Automatizar procesos, analizar mercados o mejorar la atención al cliente permite que pequeñas iniciativas compitan en escenarios complejos. No obstante, para que esta oportunidad sea equitativa, el acceso a la tecnología debe extenderse también a jóvenes en contextos vulnerables o en situación de informalidad.

A pesar de los desafíos inmediatos, resulta urgente fomentar la autonomía en la empleabilidad. Formar a los jóvenes para que gestionen activamente su trayectoria profesional —ya sea como freelancers, emprendedores o futuros empresarios— es esencial para lograr una economía dinámica e inclusiva. Para ello, es crucial ofrecer acompañamiento técnico, oportunidades de aprendizaje práctico y acceso a redes. Solo así ese camino podrá transformarse en la creación de emprendimientos sostenibles y en la consolidación de estructuras empresariales fuertes.

Este proceso exige, además, una transformación profunda del sistema educativo. La enseñanza tradicional, centrada principalmente en la memorización, debe dar paso a una formación más flexible, transversal y alineada con los desafíos contemporáneos. Las competencias digitales deben integrarse de manera fluida con habilidades socioemocionales como la resiliencia, la empatía y el juicio ético.

En definitiva, el verdadero valor de la inteligencia artificial no reside únicamente en su capacidad técnica, sino en cómo decidimos utilizarla como sociedad. Si conseguimos formar a las nuevas generaciones con una visión crítica, ética y transformadora, la IA dejará de ser una amenaza para convertirse en una herramienta poderosa al servicio del bienestar colectivo. Los jóvenes, en este contexto, tienen la oportunidad —y, al mismo tiempo, el desafío— de liderar este nuevo capítulo en el trabajo humano.

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