Por Daniel Zueras - Estrategia & Negocios
En la cocina de su casa, entre pruebas caseras de jengibre, cúrcuma y piña, Sergio Lizano empezó a gestar lo que hoy es Firemonkey, un nuevo licor ultra digestivo que busca posicionarse como referente de Costa Rica en el mercado internacional.
La historia recuerda a tantos emprendimientos artesanales, pero en este caso la visión empresarial, la disciplina en los procesos y una clara estrategia de marca han marcado la diferencia.
El proyecto nació en septiembre de 2022, cuando Lizano, psicólogo de formación y apasionado de la gastronomía, decidió llenar un vacío en el mercado: un licor natural, macerado, con ingredientes nacionales y un perfil sensorial único.
El producto tardó casi dos años en pasar de pruebas caseras a un desarrollo industrial, un proceso en el que la paciencia frente a la burocracia y los permisos de Fanal (Fábrica Nacional de Licores, institución estatal encargada de la producción y comercialización de bebidas alcohólicas) resultó determinante.
“Esperar nos obligó a perfeccionar los procesos, fue una lección positiva”, reconoce Lizano. La propuesta de Firemonkey se apoya en una técnica de maceración que conserva aceites, aromas y sabores que se pierden en la destilación.
El resultado es un licor de color amarillo intenso, gracias ala piña y la cúrcuma, con un perfil organoléptico difícil de encontrar en el mercado global. Esa diferenciación se complementa con un branding cuidadosamente diseñado bajo principios de neuromarketing: la botella amarilla evoca el billete de 5.000 colones y el mono cariblanco en la etiqueta simboliza el “pura vida” contemporáneo.
Más allá de la narrativa, la operación es sólida. Firemonkey se produce en alianza con una planta procesadora de frutas en el Cañón del Guarco, cuyos socios se convirtieron también en accionistas minoritarios de la marca. Este paso permitió acelerar el cumplimiento de los exigentes requisitos del Ministerio de Salud y Fanal, además de garantizar escalabilidad en la producción.
Hoy, la empresa trabaja con productores de piña y jengibre en zonas norte y sur del país, generando un impacto tangible en la agricultura local. “Ver un camión lleno de jengibre llegar a la planta es motivo de orgullo: estamos dándole valor a un producto nacional en una industria distinta”, dice Lizano.
En sus primeros meses en el mercado, Firemonkey pasó de unos pocos cientos de botellas a órdenes de unas 3.000 unidades. Actualmente se distribuye en puntos estratégicos como tiendas del aeropuerto de IMAS, Britt, PriceSmart o Automercado y están en conversaciones con Walmart.
Lizano prevé que esa incorporación impulse un crecimiento exponencial. El interés internacional ha llegado pronto. Con apoyo de Procomer y la marca país, Firemonkey fue presentado en el Costa Rica Investment Summit, donde atrajo miradas desde Estados Unidos, Japón y Centroamérica.
FIREMONKEY BUSCA CONSOLIDARSE COMO EL LICOR NACIONAL DE COSTA RICA
El objetivo de Lizano es claro: posicionar a Firemonkey como un “licor nacional representativo de Costa Rica”, con potencial exportador, a través de un relato alineado con el estilo de vida costarricense: naturalidad, frescura y autenticidad.
El fundador no desconoce los riesgos. Tras haber emprendido en restauración (con Ramen Ya, uno de los primeros restaurantes de ramen en el país), sabe que la competencia es feroz y que las modas pueden ser efímeras.
Por eso, insiste en no diversificar demasiado la oferta en esta etapa inicial. La estrategia es consolidar Firemonkey como producto único, para luego explorar extensiones de línea o variaciones.
El reto mayor está en la construcción de marca: apenas un 15% de los costarricenses reconocen el producto. El plan de mercadeo se centra en dar a conocer su versatilidad, más allá de ser un digestivo, la marca va a impulsarla mixología costarricense con el relanzamiento del highball y el spritz a base de su licor, además de proyectos innovadores como un helado sin alcohol, que pronto podríamos ver en las heladerías.
Hoy, Firemonkey emplea a unas 20 personas entre producción y administración, pero el plan de expansión internacional abrirá nuevas posiciones y departamentos.
Lizano trabaja 24/7 en la empresa, convencido de que la perseverancia es clave: “De 100 cosas que uno haga, pueden fracasar 99, pero si una se sostiene, cambia todo. Queremos que Firemonkey no sea una moda, sino un producto establecido en el mercado”.
El futuro dirá si Firemonkey logra consolidarse como uno de los embajadores de Costa Rica en el mundo. De momento, su historia sintetiza lo mejor del emprendimiento nacional: visión, innovación y un profundo orgullo por las raíces locales.