Ser mujer, indígena y no tener nivel académico han sido dificultades añadidas en su vida. La secretaria de la Asociación de Mujeres Indígenas de Talamanca Bribri (Acomuita) es una activista con convicción que cree en lo que hace Ser lideresa de la comunidad bribri se vino dando en el camino. Todo comenzó con la situación social, económica y organizacional de la emergencia que provocó en la zona el terremoto de 1991.
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"En ese momento había poca participación de las mujeres en todos los ámbitos, era una gran necesidad y demanda para integrar y visualizar el trabajo de las mujeres a nivel familiar, comunal, territorial, regional y nacional". Desde entonces, dio la lucha con un trabajo insistente para el reconocimiento de los derechos de las mujeres e indígenas: "Era muy necesario y de prioridad para la incidencia política a favor de las mujeres en el territorio Bribri-Cabecar, que se fundamentó en el papel de las abuelas históricamente dentro de la cultura como referencia al Derecho de las Mujeres".
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Posteriormente comenzaron con ese trabajo a nivel nacional, aportando, defendiendo y exigiendo los derechos colectivos de las mujeres indígenas de los ocho pueblos originarios de Costa Rica. Además, ha generado un desarrollo económico propio con valor agregado, por medio de la empresa Tsirushka, un brazo empresarial creado para generar empleo, "desarrollar nuestra propia independencia económica, y contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres".
En su carrera ha tenido la satisfacción "de haber construido un largo camino con convicción y llevar a cabo trabajos con mucha claridad para lograr el objetivo, las metas y los sueños". Los hechos hablan por sí solos: luchas por defender los derechos de las mujeres e indígenas, promotora para la gestión y negociación del centro educativo secundaria, negociación para subsistema de educación indígena, negociación en la reglamentación sobre las contrataciones de personas indígenas con la institución de la Caja Costarricense en temas de salud, recuperación de tierras en manos de no indígenas, entre otros.
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¿Sus sueños? Ver que los jóvenes indígenas sean conscientes, orgullosos de su identidad, profesionales trabajando y defendiendo a favor de su comunidad; y dejar consolidada la empresa comercializando, innovando y mercadeando la producción de cacao dándoles el valor agregado, mejorando la calidad de vida de las mujeres y las familias indígenas del territorio y de la región.
Faustina apunta que la mayor riqueza es mantener la identidad, la cultura y el idioma de los pueblos: "Son patrimonios culturales que pertenecen a un pueblo, una comunidad, una región, o para toda la nación. Como también las tierras, la gastronomía, áreas protegidas, zonas turísticas que deben ser protegidas. La ruta para lograrlo es que las normas y leyes sean aplicables justas para proteger las principales riquezas de este país".
La frase: 'La mayor riqueza es mantener actualmente la identidad, la cuLtura y el idioma de los pueblos'.