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Cómo hacer muebles de la basura agroindustrial

Él vio muebles en botellas de plástico e hizo su visión una realidad. Hoy factura más de 100 millones de pesos (US$38.702) anuales y ya tiene tiquetes para presentar su negocio ante los emprendimiento en Silicon Valley.

2015-06-26

Por Portafolio

Si Juan Nicolás Suárez no fuera un emprendedor, llegaría todos los días a las 8 de la mañana a la oficina y esperaría ansioso a que fueran las 5 de la tarde para apagar su computador e irse. Si no fuese dueño de Diseclar, seguiría siendo gerente comercial en una reconocida compañía colombiana, pasaría indiferente cerca de las canecas llenas de basura y rezaría porque llegase pronto el fin de semana.

Pero su espíritu empresario no se lo permitió. Una tarde, al caleño le llamó su atención los cientos de botellas que se acumulaban en los pasillos de la compañía. Se preguntó qué hacían con esa basura y, entonces, se le ocurrió que esas botellas podrían ser sillas.

"Acá no hacemos muebles", le contestó su jefe ante la sugerencia. Juan Nicolás Suárez entendió que ‘cada quien manda en su casa’ y que él quería una propia para poder mandar.

Se propuso crear Diseclar, su visión de ver convertidas botellas de plástico en muebles hecha realidad. Imita a la madera, sin utilizar un solo trozo de árbol. Aunque no revela la fórmula para fabricar sillas, mesas y escritorios con basura, confiesa que utiliza fibra vegetal proveniente de la cascarilla del café.

Este sueño que hoy es una realidad de 100 millones de pesos (US$38.702) - lo que facturó el año pasado y ya registró en ventas en lo que va de este año-, lo empacará en una maleta y se lo llevará a San Francisco en los próximos días.



CON LAS UÑAS

"Necesitamos dinero". Juan Nicolás es cortante y puntual en lo que hoy le genera dolores de cabeza, y es que no han sido pocos los problemas que la falta de plata le ha generado.

Con una producción limitada, ha perdido varios negocios en Estados Unidos y otros países de la región y, a pesar de ello, le siguen apareciendo. Cinco minutos después de haberlo llamado, el caleño estaba reunido con una compañía costarricense interesada en sus productos para amoblar uno de los hoteles Marriot, ubicado en el país centroamericano. La cadena hotelera está buscando inmobiliario ecológico y pensaron en Diseclar.

Pero Juan Nicolás no suena emocionado. Su voz denota preocupación. Buscar músculo financiero jamás ha sido fácil y él ha tenido que soportar una puerta cerrada tras otra a pesar de tocar en distintos lugares, incluso en ministerios.

"Montar una empresa en Colombia es supremamente difícil porque lograr que el Gobierno te apoye es misión imposible. Además, te clava muchos impuestos, la Dian molesta mucho…", se queja el caleño, recordando aquella época en la que asistía a eventos oficiales para hablar con algún representante estatal que le brindara ayuda.

Juan tiene claro que necesita inversionistas y está en busca de ellos.

LOS PECADOS DE UN EMPRENDEDOR

En su tiempo libre - cuando lo tiene - Juan Nicolás habla sobre emprendimiento. Su faceta de conferencista le ha permitido darse cuenta que el error más común en quienes quieren tener su propio negocio es que no creen en ellos y, por consiguiente, son expertos en inventar excusas para no emprender.

Pero una vez ‘ponen a rodar’ sus ideas, la primera ‘primiparada’ se las cobra su perfeccionismo. "La cuestión es que el producto perfecto no existe. iPhone es el mejor ejemplo: aun siguen innovando con fallas en sus equipos. A mí me paso. La primera silla que vendí se le quebró al cliente al otro día", recuerda Juan Nicolás con jocosidad, como si aquel tropiezo hubiese sido la premonición de su éxito.

Es cuestión de error y acierto, que los mejores clientes son los destructivos, no lo cuidadosos, y les confiesa que esos son sus favoritos. "Toca salir al mercado y que el mercado te diga qué estás haciendo mal. No hay mejor prueba que las que hace un consumidor y las fallas que éste te revela", sentencia.

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