Tecnología & Cultura Digital

Detrás de la innovación: la decisión que define el futuro

La tecnología no debe estar solo donde están los reflectores hoy, sino donde ocurrirá el futuro. Es allí donde cobra sentido la idea de una infraestructura a prueba del tiempo. Y esto no requiere magia, ni adivinación. Requiere estrategia.

2025-07-27

Opinión de Alejandro Dirgan, Gerente Senior de Red Hat Enterprise Linux para Latinoamérica en Red Hat

Pensar en tecnología, para muchos, todavía es sinónimo de futurología. Quizás por esa evolución no lineal que a veces sorprende, o por las disrupciones que cambian de golpe el rumbo de lo que parecía predecible, aún hay quien cree que es imposible anticiparse a la próxima ola. Y peor: que no tiene sentido intentarlo.

Pero si afinamos la mirada, notamos que la historia de la tecnología no ha sido un viaje completamente impredecible. Más allá de los grandes saltos, su avance ha estado sostenido por fundamentos discretos pero decisivos. Es ahí donde surge una verdad que a veces incomoda: no basta con innovar, también hay que elegir con cuidado dónde plantar esa innovación para que no se desmorone con el primer cambio de marea.

La tecnología no debe estar solo donde están los reflectores hoy, sino donde ocurrirá el futuro. Es allí donde cobra sentido la idea de una infraestructura a prueba del tiempo. Y esto no requiere magia, ni adivinación. Requiere estrategia. Requiere sensibilidad para mirar más allá de los “bits y bytes” y comprender que, debajo de todo lo visible, hay una capa crítica que no debe fallar.

Muchos piensan en la nube, en la inteligencia artificial, en la automatización, en los microservicios. Pero ¿qué sostiene todo eso? ¿Cuál es la capa común que permite que las aplicaciones se ejecuten, que los sistemas hablen entre sí, que los datos viajen con seguridad de un extremo a otro del planeta? Esa capa —esa columna vertebral digital— tiene un nombre que rara vez se menciona fuera del mundo técnico, pero que lo habilita todo: el sistema operativo.

Sin glamour y sin marketing, el sistema operativo ha sido durante décadas el puente entre el hardware y el software, entre las ideas y su ejecución. No importa cuán revolucionaria sea una nueva aplicación: sin un sistema operativo sólido, seguro y adaptable, no hay manera de que llegue a producción. No hay confianza. No hay escala. No hay futuro.

Hoy, esa capa cobra aún más importancia. Porque estamos entrando en una era híbrida, en la que los entornos tradicionales y los modernos deben convivir. En la que el talento técnico escasea, los presupuestos se ajustan y los ciberataques crecen. En la que automatizar no es un lujo, sino una necesidad. Y en la que la IA ya no es un experimento, sino un motor de ventaja competitiva.

Entonces, ¿por qué no hablamos más del sistema operativo? ¿Por qué no reconocemos que una decisión tan “básica” como elegir el sistema correcto puede ser lo que habilite —o frene— la innovación? La respuesta tal vez esté en su naturaleza: el sistema operativo no se ve, pero está en todas partes. Y como todo lo esencial, solemos olvidarlo... hasta que algo falla.

Por eso, vale la pena mirar con más atención lo que significa contar con un sistema operativo preparado para el futuro. Uno que no solo ejecute procesos, sino que sea el verdadero habilitador de la transformación digital sostenida.

A diferencia de muchas distribuciones proporcionadas por la comunidad, el Linux Empresarial no solo ofrece innovación y rendimiento, sino también seguridad continua, soporte técnico y estabilidad comprobada. Es la base sobre la que las organizaciones pueden construir sin temor, sabiendo que podrán escalar, modernizarse y evolucionar sin perder el control. Porque el futuro no se improvisa. Se construye. Y todo gran edificio comienza con una base sólida.

Decisiones impulsadas por la innovación

La nueva versión del sistema operativo representa un paso importante para ayudar a las organizaciones a abordar desafíos actuales como contener desviaciones, tomar mejores decisiones desde el inicio del ciclo de vida del servicio, fortalecer la seguridad, automatizar de manera inteligente y reducir la dependencia de habilidades altamente especializadas gracias a herramientas impulsadas por inteligencia artificial.

Pero esto va más allá de la infraestructura. Modernizar los cimientos digitales de una empresa tiene un impacto real en la vida de las personas. Desde la protección de los datos bancarios hasta el buen funcionamiento de las aplicaciones de delivery, pasando por la eficiencia de los asistentes virtuales en centros de contacto, todo depende —silenciosamente— de la solidez del sistema operativo que está detrás de escena.

En un mundo donde cada día se conectan más dispositivos y se generan volúmenes astronómicos de datos, cualquier fallo en esa base puede tener consecuencias enormes para empresas y consumidores. Por eso, los avances en el sistema operativo no solo transforman organizaciones: también mejoran la experiencia digital de millones de personas, ayudando a resolver los desafíos del presente mientras abren las puertas del futuro.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE