Por estrategiaynegocios.net
El ciclo del agua se está desequilibrando como consecuencia del cambio climático y de las actividades humanas, según un nuevo informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM).
Las sequías y las precipitaciones extremas se cobran un alto precio en vidas y castigan duramente a las economías. La fusión de la nieve, el hielo y los glaciares ha exacerbado peligros como las crecidas de ríos y pone en jaque la seguridad hídrica de muchos millones de personas.
"Los glaciares y la cobertura de hielo menguan ante nuestros ojos. El aumento de las temperaturas no solo ha acelerado el ciclo hidrológico, también lo ha alterado. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, y por ello estamos viendo precipitaciones e inundaciones mucho más intensas. Y en el extremo opuesto, se multiplica la evaporación y se agudiza la sequedad del suelo y la intensidad de las sequías", afirma el Secretario General de la OMM, Petteri Taalas.
En la actualidad, 3.600 millones de personas carecen de un acceso adecuado al agua por lo menos durante un mes al año, y se espera que de aquí a 2050 esa cifra aumente hasta superar los 5.000 millones, según datos de ONU-Agua.
En 2022, más del 50 % de las cuencas hidrográficas mundiales experimentaron alteraciones respecto a sus caudales fluviales normales. En la mayoría de esas zonas, las condiciones fueron más secas de lo normal, mientras que en un porcentaje menor de cuencas se registraron valores por encima —o muy por encima— de lo normal. Se trata de datos muy similares a los de 2021. En más del 60 % de los principales embalses los flujos de entrada fueron normales o inferiores a lo normal, todo un reto para suministrar agua a todos los usuarios en un clima cada vez más variable.
A lo largo de 2022, las anomalías en la humedad del suelo y la evaporación siguieron la misma pauta que las anomalías registradas en las variables relativas al caudal fluvial. Así, por ejemplo, en Europa aumentó la evaporación y disminuyó la humedad del suelo y los caudales fluviales durante el verano a causa de una ola de calor de primer orden y de la sequía. Esto no solo provocó problemas en la agricultura, sino también la parada de centrales eléctricas por falta de agua de refrigeración.
"Es probable que el paso de las condiciones típicas de La Niña en 2022 a las condiciones características de El Niño en 2023 tenga importantes repercusiones en el ciclo hidrológico, que se analizarán en el informe del año próximo", advierte el informe.
En el verano de 2022, numerosas zonas de Europa sufrieron episodios severos de sequía que dificultaron el transporte fluvial por ríos como el Danubio y el Rin y alteraron la producción de electricidad en centrales nucleares de Francia por falta de agua de refrigeración.
La navegación por el río Misisipi, en los Estados Unidos, se vio afectada por el bajísimo nivel del agua, consecuencia de la pertinaz sequía que castigó ese país.
En América del Sur, la cuenca del Río de la Plata ha soportado condiciones continuadas de sequía desde 2020. Esto provocó un descenso significativo de la producción hidroeléctrica en 2022, debido a los bajos caudales de los ríos. Ese mismo año también se produjeron varios casos de falta de suministro de agua en el Paraguay.