Por Rafael Scott - El autor es Socio de McKinsey & Company México
La infraestructura para procesar datos de tecnologías emergentes, como la Inteligencia Artificial (IA) generativa y la realidad virtual, impulsará grandes inversiones en data centers a nivel global.
Sin embargo, éstas podrían verse limitadas por la falta de energía limpia. América Latina podría atraer parte de esas inversiones si avanza en el uso de energías renovables.
Cuando pensamos en Inteligencia Artificial, solemos imaginarnos un espacio con grandes servidores con miles de cables procesando datos a velocidades vertiginosas. Sin embargo, hay un aspecto fundamental que a menudo pasa desapercibido: la energía. La realidad es que detrás de cada algoritmo, cada modelo de aprendizaje profundo y cada interacción con la IA, existe un consumo energético importante.
Esta demanda por procesar datos se ha acelerado y se estima que la capacidad global requerida por los centros de datos (o data centers) deberá triplicarse hacia 2030 hasta 170 gigavatios (GW) de capacidad debido al crecimiento acelerado de servicios digitales modernos como la Inteligencia Artificial (IA) generativa, el Internet de las Cosas (IoT) y otras aplicaciones basadas en la nube.
Estos centros de datos destinan entre 65 % y 75 % de sus costos operativos a la electricidad, principalmente debido al procesamiento intensivo de datos y a sus necesidades de refrigeración.
Esto obliga a los centros de datos a asegurar un suministro de energía limpia, confiable y a costos competitivos.
Estados Unidos, tradicionalmente líder en infraestructura tecnológica, ahora enfrenta desafíos para satisfacer esta demanda adicional debido a limitaciones en su red eléctrica y la saturación de infraestructura existente en sus hubs tecnológicos clave como Virginia, California y Texas. Adicionalmente, los plazos de entrega para transformadores e interruptores de medio voltaje se han multiplicado entre dos y cuatro veces desde 2019.
Esto ha llevado a demoras significativas, incluso años, en la puesta en operación de nuevos centros de datos.
Incluso, se han hecho los primeros acuerdos para utilizar plantas nucleares exclusivas para estas actividades.
Este panorama abre una gran oportunidad para regiones capaces de supliresta creciente necesidad energética para nuevos data centers. En este contexto, América Latina emerge como un actor estratégico potencial gracias a su abundancia de recursos renovables.
La región posee radiación solar abundante, un potencial hidroeléctrico relevante, y condiciones favorables para la generación eólica.
Las grandes empresas tecnológicas globales conocidas como “hyperscalers”–entre ellas Microsoft, AWS, Google y Meta– ya han tomado nota de esta oportunidad y están realizando inversiones significativas en la región. Microsoft inauguró recientemente centros de datos en México y planea expandir su infraestructura en Brasil y Chile.
AWS anunció proyectos importantes en Colombia, mientras que Google avanza con la construcción de un nuevo centro de datos en Uruguay y expande sus operaciones en Brasil. Estas inversiones reflejan claramente el atractivo estratégico de América Latina como destino para centros de datos.
Un beneficio adicional de América Latina es su cercanía geográfica con Estados Unidos, ofreciendo menor latencia en las comunicaciones respecto a centros de datos en Europa o Medio Oriente, algo esencial para servicios digitales avanzados que requieren alta velocidad y capacidad de respuesta. Además, a diferencia de los hubs saturados en EE.UU., muchos lugares de América Latina aún cuentan con amplio espacio físico y capacidad en sus redes eléctricas para nuevos proyectos.
Se estima que hacia 2030 será necesaria una inversión aproximada de US$40.000 millones en infraestructura de centros de datos, recursos que podrían capturarse en gran medida en América Latina si se posiciona adecuadamente en el mercado global.
El contexto actual presenta una oportunidad irrepetible: atraer inversiones globales en centros de datos sostenibles, potenciando la riqueza energética renovable de la región y posicionándola como líder mundial en la era digital impulsada por la Inteligencia Artificial. Aprovechar esta coyuntura es esencial no sólo para captar inversiones internacionales, sino también para consolidar un crecimiento económico regional sostenible en el largo plazo.