Por Leonel Ibarra - revistaeyn.com
Un reciente análisis del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) plantea que una apertura más efectiva permitiría elevar el ingreso per cápita de América Latina y el Caribe hasta en un 11 % y disminuir los niveles de desigualdad en aproximadamente un 6 %, cifras que revelan el peso que tiene la estructura productiva en el bienestar regional.
El documento, titulado “Mercados para el desarrollo: mejorando vidas a través de la competencia”, sostiene que la región opera con mercados excesivamente concentrados, un fenómeno que frena la innovación, limita el crecimiento de las empresas pequeñas y constriñe el avance de la productividad.
Uno de los datos más llamativos señala que, si los mercados laborales funcionaran con niveles de competencia similares a los de las economías desarrolladas, el Producto Interno Bruto (PIB) por habitante podría dispararse hasta un 25 %.
Ese impulso, indica el informe, vendría acompañado de mayor inversión, mejor asignación de recursos y empleos más atractivos con remuneraciones alineadas al valor generado por los trabajadores.
El informe recuerda que algunas reformas ya han dado frutos, como la portabilidad numérica en telecomunicaciones, que abarató servicios; los sistemas de pagos digitales, que facilitaron transacciones; y la portabilidad de créditos, que amplió opciones financieras. También destaca mejoras en compras públicas que han logrado reducir costos en insumos médicos.
Para profundizar estos avances, el BID recomienda tres rutas: integrar mercados mediante mejor infraestructura y procesos fronterizos más ágiles; simplificar normativas que frenan el crecimiento empresarial; y robustecer a las agencias de competencia para que cuenten con independencia y herramientas efectivas para garantizar reglas parejas en el terreno económico.
El presidente del Grupo BID, Ilan Goldfajn, subrayó que los mercados “no son un simple telón de fondo del desarrollo”, sino un factor que moldea directamente las oportunidades de progreso. Cuando las reglas permiten que la competencia fluya, añadió, el sector privado puede desplegar su capacidad para innovar, generar nuevas plazas y beneficiar de manera directa a los consumidores.
El estudio también revela desequilibrios profundos: la concentración empresarial en la región cuadruplica la observada en países avanzados; las firmas imponen márgenes de ganancia que rondan el 35 %, frente al 20 % en entornos más abiertos; y los trabajadores reciben apenas la mitad del valor que producen, lejos del 65 % registrado en Estados Unidos o del 81 % en otras economías industrializadas.
A eso se suma la fragmentación empresarial: el 95% de los negocios tiene menos de cinco empleados y absorbe la mayoría del empleo, mientras las compañías más eficientes representan solo una mínima fracción del tejido productivo.
La economista jefe del BID, Laura Alfaro Maykall, destacó que el organismo busca ofrecer insumos concretos para que los gobiernos diseñen renovaciones normativas con impacto real, apoyadas en datos y evidencia.