Centroamérica & Mundo

PERSPECTIVAS 2025: Cómo enfrentará Centroamérica el ciclo 'Trump 2.0'

Cuando Donald Trump llegue este lunes al Salón Oval iniciará una nueva dinámica en la geopolítica internacional. 'Es un hecho que Trump va a deportar. El problema es que a pesar de que Trump lo dijo prácticamente antes de las elecciones, allá por octubre, ha pasado noviembre, diciembre, enero... y no ha habido ni una reunión centroamericana para analizar el tema', apunta César Edgardo Martínez Flores.

2025-01-20

Por Norma Lezcano - revistaeyn.com

La geopolítica es un tablero de ajedrez donde las partidas se definen no sólo por la habilidad del contrincante para atacar sino por la capacidad del oponente para anticipar las jugadas y defenderse.

Con el inicio de una segunda presidencia de Donald Trump en Estados Unidos, el mundo -y particularmente América- comenzará a vivenciar una nueva dinámica de las relaciones internacionales. ¿En qué punto encuentra este hito histórico a Centroamérica?

Para profundizar esta perspectiva, dialogamos con el experto salvadoreño en geopolítica, relaciones internacionales y diplomacia, docente universitario y director del Centro de Estudios de las Relaciones Exteriores de El Salvador (CREES), doctor César Edgardo Martínez Flores.

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LA ENTREVISTA POR E&N

-¿Qué diagnóstico hace del entorno geopolítico de este 2025, signado por la segunda presidencia de Donald Trump, la posible tensión que se pueda generar entre Estados Unidos y México y cómo esto puede impactar en Centroamérica?

El diagnóstico que le voy a hacer es similar al de un ser humano que va a pescar una gripe. Eso no genera mayor preocupación cuando internamente se tienen todos los anticuerpos. La dificultad de Centroamérica es que, ante un ambiente que está cambiando tanto, internamente está dividida. Inicialmente, es un diagnóstico marcadamente preocupante. No sólo por la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca- que algunos denominan como la “era Trump 2.0”- , o por la tensión que pueda haber entre México y Estados Unidos, sino, sobre todo, porque en Centroamérica hay una enfermedad que nos impide mantenernos unidos. Somos vecinos que no se hablan.

-¿Cuál es esa enfermedad que está dañando la unión de la región?

La podemos identificar como el retraso en la democracia. Eso hace que hoy, más que nunca, Centroamérica esté fragmentada. Hacia el norte, los países conocidos como el Triángulo Norte tratan de resolver su problema de narcotráfico, de seguridad ciudadana y por ende de migración. En medio, hay un régimen (el imperante en Nicaragua) que ya no es democrático. Hacia el sur, Costa Rica, Panamá -e incluida República Dominicana- intentan hacer lo que ellos llaman la “Iniciativa Democrática para el Desarrollo”, buscando así la manera de salir adelante y de que no se los confunda con el Triángulo Norte, para que eso no ahuyente las oportunidades de inversión o de negocios que algunas otras naciones quieran hacer en estos países. Al final, esa condición lo que marca es cero comunicación o cero aproximación entre los gobiernos de la región centroamericana.

Desde el 2018 no ha habido una reunión de presidentes del Sistema de Integración Centroamericana. Han ocurrido reuniones, a las que se envían representantes o embajadores, pero no existieron encuentros donde los presidentes se reunieran para platicar y definir posiciones comunes. Por ejemplo, para analizar: “viene Donald Trump a la Casa Blanca, tenemos una relación muy fuerte por el tema migratorio, por el tema narcotráfico y por el tema de seguridad ciudadana ...cuál va a ser nuestra posición”. Eso no ha ocurrido y esto implica, entonces, que hay ausencia de acuerdos. Agenda hay, lo que no hay es el diálogo político, la voluntad política de los gobiernos para sentarse y vernos como región.

-En el contexto de esa realidad en Centroamérica ¿cree posible que Trump cumpla con su amenaza de realizar deportaciones masivas?

Yo sí veo, definitivamente, que el tema de las deportaciones, más que una amenaza, es una línea de gobierno (de Trump), que arrancará en el mes de febrero, sino antes. Es un hecho que Trump va a deportar. El problema es que a pesar de que Trump lo dijo prácticamente antes de las elecciones, allá por octubre, ha pasado noviembre, diciembre, enero... y no ha habido ni una reunión centroamericana para analizar el tema.

La cuestión no es si lo hace o no lo hace, sino ¿nos hemos preparado para recibirlos? La respuesta es no. Pensar que a una persona con el perfil de Donald Trump lo puede mover o le puede interesar el daño que se va a hacer en Centroamérica, es ser demasiado inocente.

Sin duda, vamos a registrar una presión sobre los programas sociales porque Centroamérica no crea empleos en el ritmo que se esperara. Va a afectar, sobre todo, a los países del Triángulo Norte e impactará, definitivamente, las proyecciones de crecimiento.

Por eso, la clave para los presidentes centroamericanos es hablar el mismo idioma. De todos los presidentes centroamericanos, al único que veo que lo entiende es (el presidente de El Salvador, Nayib) Bukele. ¿Es el Salvador lo suficientemente estratégico para Estados Unidos? La respuesta es no. Cuando el proceso (de las deportaciones) haya empezado e impacte regionalmente, veremos si los presidentes toman una posición...por ejemplo, como la que anticipó la presidenta (de Honduras) Xiomara Castro, de confrontación -lo cual no me parece adecuado- o toman una posición de bajar la cabeza, que tampoco creo que sea correcta.

-Desde su perspectiva de experto, ¿cuáles serían, entonces, los puntos críticos que hoy deberían defender los liderazgos de la región?

Muy bien, claro que sí, y eso es posible. El mundo no se integra sólo porque todos estemos de acuerdo en nuestros principios, también nos unimos porque podemos ponernos de acuerdo en nuestros intereses. Lo ideal sería que tuviéramos principios e intereses comunes. Pero, si esto no es posible, unámonos al menos por nuestros intereses.

Desde esa perspectiva, yo veo tres grandes temas que deben de tratarse como región. El primer gran tema es la migración; el tema migratorio es fundamental para Centroamérica porque somos países que sacamos gente por razones económicas, por razones de seguridad. Somos países que expulsamos personas y Estados Unidos es el principal receptor. Por lo tanto, el tema migratorio debería de ser un tema de interés centroamericano que fomente el diálogo.

Número dos, más difícil, no voy a ser inocente en este aspecto, el tema del narcotráfico. Sé que hay gobiernos que han sido fuertemente influenciados por el narcotráfico y serán ellos los que se van a oponer a que este sea un tema tratado regionalmente. Sin embargo, hacerlo será visto con buenos ojos por parte de aquellos gobiernos extra-regionales que sí quieren combatir el narcotráfico. Y el tercer tema, muy fuerte, es poner sobre la mesa el tema de la democracia.

Nosotros, en Centroamérica, creamos el Tratado Marco de Seguridad Democrática, que fue revolucionario en su momento, y establecía a la democracia como el gran sistema de gobierno que los países del SICA íbamos a seguir en aras de consolidar la estabilidad regional. Hoy, si es necesario ser fuertes como región ante un país que se ha apartado del camino democrático, hay que hacerlo.

-¿Cree que Centroamérica va a necesitar algún apoyo de la comunidad internacional para abordar el tema democrático, puntualmente: la realidad que vive Nicaragua?

Yo lo he platicado con representantes de la Unión Europea en El Salvador y les he hecho esta pregunta: “Cuando fue la Guerra Civil, la Unión Europea convocó a los Diálogos de San José, que buscaban potenciar la democratización en la región... ¿No están pensando en un Acuerdo de San José 2.0?”. Las respuestas han sido que hoy hay otras prioridades. La Unión Europea se enfocó más en Medio Oriente y África, primordialmente. Nuestros vecinos del norte y del sur tienen, a su vez, sus propias dificultades.

Entonces, a nuestros problemas los tenemos que enfrentar. Esta crisis de la democracia hay que enfrentarla. En el corto plazo, no veo por dónde; en el largo plazo, probablemente sí, con el surgimiento de nuevos liderazgos centroamericanos que puedan, con valor, decir lo que está ocurriendo en esta región.

-¿Cree necesario que en ello se involucre más el liderazgo del sector privado? Digo: para mover la agenda de la democracia y también la de un mercado centroamericano común.

La verdad es que no existe en el ADN centroamericano el deseo de unirnos, pero hay algunos elementos que sí nos pueden unir y que, con el avance tecnológico, si se trabajan esos elementos se podrían conseguir importantes resultados. Por ejemplo, con la homologación de títulos universitarios, con el libre tránsito de personas, la facilitación de trámites aduanales para mercadería y si se logra el sueño de un libre comercio... qué bueno. De ese modo, la región sería más atractiva para los países que están viéndola estratégicamente.

Para ello, sí, definitivamente, se necesita de liderazgo empresarial y también de liderazgo político. Pero, incluso necesitamos liderazgo académico, sindical y en todos los sectores. En la década de los 90 alcanzamos la paz, y se creyó que ya no hay nada más por hacer, como que llegar a esa cima significaba todo. Y no, llegamos a una etapa en donde lo que seguía era la construcción y esa construcción no ha ocurrido. La academia debe de formar parte de esa construcción, sobre todo de cultura política. Hoy, desde la academia no se forma en valores democráticos.

PING PONG DE PREGUNTA-RESPUESTA

-¿Centroamérica debe jugarse por EE.UU. o China?

Centroamérica debe tener mucho cuidado con ese falso dilema. Centroamérica no está en la capacidad de ser tan selectivo. Centroamérica tiene que irse con todos. No puede darse el lujo de decir “me voy con Estados Unidos y dejo a China” o “me voy con Estados Unidos y dejo a Rusia”. Esa es una visión de la Guerra Fría, que hoy no tiene vigencia. Centroamérica tiene que abrirse al mundo y no seguir pleitos ideológicos ajenos.

-¿Con la llegada de Trump, están en riesgos los flujos de cooperación de EE.UU?

La cooperación de Estados Unidos en la región no es tan decisiva, la mayor parte de la ayuda viene de la Unión Europea y otros organismos multilaterales. Es probable que los flujos de cooperación se mantengan en 2025, pero serán más controlados. Los cooperantes están optando por interactuar más con actores no gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil.

-¿Trump tiene la chance de hacer que EE.UU. retome la administración y control del Canal de Panamá?

No. Los acuerdos Torrijos-Carter fueron claros, el control y la soberanía es panameña, adicionalmente es territorio panameño. Puede que vuelva con la figura de “revisión” de esos acuerdos, como intentó con los del Nafta. Lo puede hacer por la fuerza, si él considera que el daño en imagen estadounidense será un daño menor. A nivel de derecho internacional, no lo puede hacer. Si lo hace, lo va a condenar Naciones Unidas, pero eso no va a cambiar la posición de este caballero.

-¿Cuál es el mayor riesgo que hoy enfrenta Centroamérica?

Que avance a una suerte de “norcoreanización”. Aceptar a un gobierno con caracteres autocráticos que, como ya se ve, cierra ONGs o universidades, expulsa a instituciones como Save the Children, o a líderes religiosos, y que habilita el poder de carácter hereditario. Todo esto lo vemos en regímenes autocráticos.

-¿Por dónde pasan las oportunidades a futuro para Centroamérica?

La industria del conocimiento puede ser nuestra opción, invertir en educación, reducción de la brecha digital y en tecnología. De la región, solamente Costa Rica considera lo que son los nómadas digitales, para el resto eso no existe. El Salvador intentó hacer algo, no tanto en la línea de nómadas digitales, pero sí con el tema del bitcoin, pero hizo falta educación hacia la población sobre el uso de las criptomonedas.

Si a Centroamérica y a sus liderazgos les interesa el futuro, lo que debe de hacerse rápido es una inversión en capital humano, preparar a las jóvenes generaciones en el tema digital y ofrecer las condiciones para que se puedan hacer las inversiones que promueven el desarrollo tecnológico.

<i>Experto salvadoreño en geopolítica, relaciones internacionales y diplomacia, docente universitario y director del Centro de Estudios de las Relaciones Exteriores de El Salvador (CREES), doctor César Edgardo Martínez Flores.</i>


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