Por Leonel Ibarra - revistaeyn.com
¿La existencia humana se trata solamente de un constante y creciente capitalismo consumista? Si se toma el ejemplo de la oruga, esta es una criatura pesada, que se arrastra y sin mayor razón que consumir grandes cantidades de hojas para crecer y sobrevivir; sin embargo, con el tiempo, al entrar a un capullo y emerger como una mariposa, se vuelve algo totalmente diferente, no solamente en su belleza física, sino también en que ahora vuela y tiene la función de polinizar las flores y contribuir en la naturaleza.
Con este ejemplo, Raj Sisodia, miembro fundador del movimiento Capitalismo Consciente, señala que, de igual manera, los seres humanos pueden evolucionar para convertirse en “seres de luz y belleza” en el mundo.
“La oruga, al igual que muchas otras especies, no tiene otra opción, pero los seres humanos sí pueden cambiar y dejar un impacto positivo en el mundo”, dijo Sisodia durante su participación en la duodécima edición de la Semana de la Sostenibilidad y de la RSE de la Fundación Empresarial para la Acción Social (FUNDEMAS), en El Salvador.
Los negocios tienen un tremendo impacto en nuestras vidas, las de nuestras familias, en nuestro futuro y en las más elementales necesidades como seres humanos. Al pensar en todas las dimensiones, los negocios son una de las más complejas actividades y cómo nos aproximamos a ellos es lo que hace la diferencia.
Entonces, al igual que la oruga, Sisodia manifestó que “las corporaciones pueden evolucionar de solamente perseguir la máxima rentabilidad y ganancias mediante la toma de recursos humanos y naturales hasta agotarlos o ser entidades que traigan beneficios para la vida de todos, pues todo está interconectado”.
Aunque es un sistema cuya existencia se da por sentada, Sisodia recuerda que el capitalismo es un concepto con unos 200 años de existencia. Antes de su surgimiento, gran parte de la riqueza actual no se tenía, y la gran mayoría vivían en la pobreza, sin educación ni acceso a oportunidades de crecimiento. Así fue hasta la irrupción de la Revolución Industrial, cuando la producción en masa comenzó a abaratar los costos y a generar empleos.
En ese escenario de desarrollo, el gobierno, como actor fundamental del sistema, creó las condiciones de libertad para que las personas pudieran enfocarse en lo que les apasiona y hacer negocios entre ellas, quedando las interrelaciones surgidas de ese intercambio, regidas por el Estado de Derecho.
DESVÍO EN EL CAMINO
Mucha agua pasó bajo el puente desde entonces. En la actualidad, los niveles de confianza que la mayoría de las personas tiene en que los negocios hacen lo correcto por el futuro del planeta, han venido en descenso sostenido en los últimos años. Según una encuesta de CID Gallup, pasó de un 35 % en 1975 a 16 % en 2024.
“La percepción más común es que las empresas son egoístas, ambiciosas y malvadas porque no se interesan por sus empleados como seres humanos”, señala Raj Sisodia.
¿Qué pasó y por qué esta situación? De acuerdo al experto de la filosofía del Capitalismo Consciente, el hombre se convirtió en Homo Economicus, un ser calculador para el cual el fin último es la riqueza y conseguir beneficios económicos sin importar el costo. “Dejó de ser un Homo Sapiens cooperativo, altruista, consciente de si mismo e interesado en los demás”.
La creciente desigualdad económica y sectores de población que no pueden cubrir sus gastos, especialmente después del COVID 19, han provocado una expansión de modelos políticos como el socialismo o el populismo, que se alimentan de ese descontento de la población. De esta manera, el paradigma del `nada personal, solamente son negocios´ , quedó inválido. “Ahora, todo es personal, entonces se necesita repensar todo acerca de qué necesitamos y cómo medimos el éxito”.
Sisodia plantea que el primer fundamento del Capitalismo Consciente es buscar un propósito más alto en la vida. “Una empresa no es solamente para obtener dinero, sino para crear un mejor lugar en el mundo y así crear un ambiente donde los empleados no se sientan explotados y sin motivación, sino cuidados e incentivados” enfatiza. El propósito de los negocios no es hacer ganancias, sino crear soluciones para la mayoría de personas y que generen beneficios.
Otro pilar en el que se basa el Capitalismo Consciente es la integración de las necesidades del público meta (empleados, proveedores, socios y consumidores) con los objetivos de la empresa para crear el mejor impacto con la inversiones.
El tercer pilar es ejercer un liderazgo consciente porque tiene un impacto en la vida de sus colaboradores. “Hoy, los líderes deben ser fuertes, entusiastas, flexibles, con inteligencia emocional y preocupados por los demás”.
Por último, Sisodia señala que se requiere generar “una consciencia cultural”, lo que se traduce en dar cabida en la cultura organizacional “a la importancia del ser humano, y hacerlo con transparencia, integridad, aprendizaje y empoderamiento”.
El experto desafía los cánones tradicionales del mundo de los negocios. Asegura que “en su mayoría se rigen por temor y estrés; pero si en lugar de ello se aplicaran el amor, el interés y la compasión por los demás, se incrementaría naturalmente la productividad”.
En resumen, el autor señala que el Capitalismo Consciente incluye conceptos como “factores ASG, RSE, capitalismo inclusivo y prácticas de los mejores lugares para trabajar”. Desde esa matriz de estrategias, se producen más ventas, crecimiento más rápido, menos costo de marketing y rotación de personal, mayor creatividad y lealtad de empleados, mayor resiliencia y menos costos legales.