Empresas & Management

Santiago Bilinkis: la brecha se potenciará entre empresas que usen IA y las que no lo hagan

El proceso de adopción de Inteligencia Artificial (IA) lleva dos años de demora en la mayoría de las empresas de América Latina ¿Cuánto tiempo más perderán? Analizamos el panorama con el experto Santiago Bilinkis.

2025-03-03

Por Gabriela Origlia - Estrategia & Negocios

“El ChatGPT tiene algo más de dos años y todavía el 50 % de la gente no lo usó. Que haya una tecnología poderosa y disruptiva no garantiza que se la use. A las empresas las mueve la presión competitiva y si sus competidores siguen sin hacer nada, tampoco hacen”. La definición es de Santiago Bilinkis, emprendedor, tecnólogo y autor de varios libros.

A lo largo de la entrevista con Estrategia & Negocios baja a la realidad la percepción dominante de que ya la Inteligencia Artificial (IA) está presente en todas las áreas de negocios y que las compañías la adoptan con velocidad. Conocedor de lo que pasa en ese ecosistema y también de Centroamérica, donde en el 2024 ofreció una serie de conferencias, advierte que “en algún momento” de este año se empezarán a ver cambios en la dinámica, pero “no inmediatamente”.

Respecto de esos modelos de negocios que requieren de transformación, suele dar ejemplos de compañías que supieron adaptarse a los cambios y otras que, por el contrario, desaparecieron por insistir con viejos esquemas.

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Por caso, Kodak -líder mundial de la fotografía en su momento- fue una de las que “decidió intentar parar el tren”. Ante el surgimiento de la fotografía digital, la compañía optó por insistir al consumidor sobre las bondades de la fotografía analógica; decisión que en unos pocos años la llevó a la quiebra. Aunque el mercado se multiplicó por 50, la firma terminó en bancarrota.

“Cuando el modelo de negocios cambió, Kodak se inmoló abrazada a su éxito pasado”, remarca Bilinkis. “Ese final no era inevitable. Su competidora Canon es un caso de éxito, ya que se adaptó y en el mismo período logró un 100 % de retorno a sus accionistas”, explica.

La IA implica una transformación compleja que se enfrenta a empresas e individuos que ofrecen resistencia al cambio. Esa es la tensión que hoy domina el escenario.

El experto enfatiza que la sociedad está viviendo “el cambio tecnológico más profundo de la humanidad, mucho más grande que el producido por la imprenta e internet”, pero advierte que su adopción puede ser progresiva; aunque “ya debería comenzar”. “Pasaron dos años, ya perdieron dos años”, remarca el experto. “La pregunta es si van a perder dos más. Hay compañías que empezaron el proceso. El interrogante es si van a esperar que aquel modelo que las hizo exitosas las lleve al fracaso, o comprenderán que es mejor cambiar antes de que la realidad los sobrepase”.

En sus conferencias, Bilinkis insiste en que la IA es una herramienta gratuita -extremadamente útil y poderosa- y que uno de sus objetivos es que la gente pierda el miedo, que entienda qué es, para qué sirve y cómo puede usarla. Aunque reconoce que dejará obsoletos algunos empleos, señala que tendrán espacio las personas que “sepan apalancarse con tecnología”.

Son ellas las que “van a reemplazar a quienes no lo hagan. No se trata de cambiar gente por máquina, se trata de contar con personas con productividad muy aumentada”.

-¿Este año es el punto de inflexión para la adopción de la IA en las empresas? Es una pregunta difícil porque hay dos fuerzas contrapropuestas. Por un lado, el bestial avance tecnológico y, por el otro, la resistencia al cambio de las personas y las organizaciones. Hay una paradoja en la física que apunta a la colisión entre una fuerza imparable y un objeto inamovible, es el planteo de qué pasaría si ambas fuerzas se encontraran. Es lo que estamos viendo ahora.

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El ChatGPT tiene algo más de dos años y todavía el 50 % de la gente no lo usó. Que haya una tecnología poderosa y disruptiva no garantiza que se la use. A las empresas las mueve la presión competitiva y si sus competidores siguen sin hacer nada, tampoco hacen. Si ve que su competidora bajó 20 % los precios, que logró reducir su estructura de costos usando IA, entonces empezará con la misma dinámica.

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Será ese el momento en que los elefantes estarán empezando a correr la maratón. Y seguramente eso se dará en algún momento del 2025, no creo que inmediatamente.

-Las empresas aseguran que sí están adoptando esta tecnología...En general, es muy superficial lo que está en marcha, es más un discurso para contarse a sí mismos que están realizando algo, pero lo que vemos es que es lento.

Ya lo vivimos con la transformación digital; internet ya tiene 30 años, y hay que tener en cuenta que muchas compañías recién hace poco transformaron el modelo de negocios. No hablo, por supuesto, de aquellas que son nativas digitales.

Analicemos, por ejemplo, cuánto tiempo demoraron los bancos en adoptar el homebanking. La lógica de las empresas y de las personas es, en general, adversa al cambio y al riesgo. En una empresa hay que cambiar políticas corporativas, analizar cómo impactaría la modificación en la proyección de crecimiento, asumir la resistencia del área de sistema... es un nudo difícil de desatar. No es que no quieran innovar, sino que no saben cómo salir de ese nudo.

-¿La adopción de la IA puede ser escalonada? El proceso es claramente gradual. Por supuesto, la familiaridad tecnológica es muy importante. En mis conferencias hablo mucho de cómo “promptear” (algo así como Googlear, pero sobre una plataforma de IA).

Bilinkis explica que saber preguntarle al chat de la IA es fundamental y que “no se trata de hablarle sin tener conocimiento, porque se pueden generar muchas respuestas erróneas”. Valora que interactuar con el chat de la IA es como interactuar con un empleado nuevo; uno lo va sondeando, ve si tiene autonomía y en qué áreas puede funcionar mejor.

“El chat es así: es una persona bastante inteligente, pero se parece más a un pasante que al CEO de una compañía. Hay que imaginarse lo que significa tener un ejército infinito de pasantes. No es poco transformacional, es muy importante el impacto que puede tener”, concluye.

LA BRECHA SE POTENCIARÁ

-¿En qué sectores recomendaría hoy adoptar la IA? Hoy, la IA está programando muy bien, permite -no prescindir- pero sí aumentar la productividad de un programador por dos o tres. La mayoría de las empresas no aprovecha esto. Está claro: una compañía no se va a jugar su estrategia comercial con la aplicación de la IA, pero sí la puede usar en áreas que van a testeo.

En vez de usar un empleado, que tiene un costo por hora bastante alto, se puede aplicar esta alternativa que es gratis o cuesta US$20 al año. Insisto: no se la puede probar para que haga un cambio crítico en la facturación, pero sí en una interfase o en la página web... Permite ahorrar mucho en algunas tareas donde se utilizan recursos que se pagan muy caros. Ayuda a aumentar la productividad.

-¿Es comparable lo que está pasando en la adopción de la IA con lo sucedido con otras tecnologías? Nunca en la historia hubo un cambio tecnológico a esta velocidad. La brecha se potenciará entre las empresas que la usen y las que no. Ambas orillas se separan más rápido y hacer el puente es cada vez más difícil. Reitero, veamos cuánto tiempo les tomó a muchas compañías tener presencia online o estar en las redes sociales. Bueno, con la IA viene pasando algo parecido.

-En el proceso de masificación de las redes sociales, el amateurismo tuvo mucho protagonismo, ¿pasará lo mismo con la IA? Para hacer las cosas bien hay que trabajar con gente que sepa. Los estudiantes usan más el chat de IA que el promedio de la gente, pero saber copiarse para un examen no significa poder automatizar procesos de una compañía.

-¿En qué áreas hoy la IA está más madura, por la calidad de lo que ofrece? La IA actual es un chat; habla, produce textos. Para todas las tareas que puedan resolverse con texto -desde un código de software a una gacetilla de prensa o un guión publicitario- la IA tiene las capacidades actuales más propicias. Es accesible y barata. Por ahora, es apta para tareas textuales más que robóticas.

-¿Comparte los temores de quienes plantean que se viene un reemplazo masivo de mano de obra? No va a ser un fenómeno de un minuto para el siguiente. Algunas cosas ya están empezando a pasar. Tomemos como ejemplo la huelga de guionistas en Hollywood, en 2023, que se extendió por más de 140 días.

Una parte de la solución fue una resolución que obliga a las productoras a contratar guionistas humanos, los usen o no los usen. Es decir, si hacen toda una serie o una película con Inteligencia Artificial, perfecto, pero mientras tanto deben pagarle a los contratados. Es decir, es una solución que parte de la idea de que lo único que le interesa a una persona es cobrar, pero no atiende a la complejidad del problema.

-¿Cuánto puede durar un esquema así? No se toma en cuenta la insatisfacción que se genera en quien cobra pero no hace nada. Desde la perspectiva del que paga, tampoco se analiza cuánto soportaría un costo por nada. Son muchas las profesiones que dejaron de existir por el uso de tecnología.

Uso un ejemplo que me gusta mucho: el de los ascensoristas; hoy los más chicos no entienden cómo se le pagaba a alguien por manejar un ascensor. Algo así pasará con los autos autónomos; en Estados Unidos ya se están empezando a ver servicios de taxis prestados así. Por ahora, es un fenómeno pequeño pero irá creciendo. No digo de acá al 2026, pero sí al 2030 empezaremos a ver cada vez más estas situaciones.

-¿La legislación deberá acompañar esta dinámica? Sí, pero es difícil. Quienes deben hacer las leyes están tan o menos informados que las propias empresas. Lo podemos ver con los intentos de regular las redes sociales. Lo vimos cuando Marck Zuckerberg fue al Congreso de Estados Unidos. Los congresistas le preguntaban cuál era el modelo de negocios de Facebook; tuvo que explicar lo más elemental, que era la publicidad. Algo que hasta los más chicos saben.

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