Por Norma Lezcano - Estrategia & Negocios
Para Marcela Castillo, las finanzas son una pasión que ejerce sin miedo a “decir no”, con los datos como soporte y desde un liderazgo colaborativo que se enfoca en objetivos de largo plazo. A los 45 años, lidera las finanzas en la unidad de negocios de Alimentos de Castillo Hermanos, con la certeza de que su rol implica mucho más que administrar números. “Para mí, más allá de los balances, la clave es hacer que el dinero rinda, impulsar la rentabilidad y sostener la innovación”, afirma.
Su relación con los números comenzó desde niña —tiene memoria fotográfica para ellos— y esa habilidad la llevó a construir una carrera sólida en finanzas, con pasos por Shell, Kellogg y Thyssenkrupp, hasta llegar a una de las corporaciones más emblemáticas de la región. “Como guatemalteca, trabajar aquí es un orgullo y una oportunidad para contribuir al desarrollo del país”, dice.
Marcela ejerce un liderazgo basado en la escucha activa y el entendimiento integral del negocio. “No basta con conocer la parte numérica; hay que entender las preocupaciones del equipo comercial, de mercadeo, del consumidor. Solo así puedes tomar decisiones acertadas y de largo plazo”, explica.
Para ella, el financiero es como una torre de control que detecta riesgos y oportunidades antes de que se vuelvan evidentes. “A veces, ves el iceberg antes que los demás. Puede parecer pequeño en la superficie, pero si sigues por ahí puede volverse un problema enorme. Nuestro rol es advertir, proponer rutas alternativas y asegurar que la empresa se mantenga en el camino correcto”.
INNOVACIÓN RENTABLE
En un mercado cambiante y competitivo, Marcela identifica varias palancas para lograr altos rendimientos:
• Inversiones correctas que generen un retorno competitivo y permitan reinvertir rápido para seguir creciendo de forma acelerada.
• Equipos financieros sólidos, capaces de dar visibilidad al negocio, acompañar a las áreas estratégicas y actuar como socios en la toma de decisiones.

• Conocimiento profundo del mercado, no solo desde los números, sino entendiendo lo que ocurre en la calle, con los consumidores y competidores.
“Es un equilibrio entre saber dónde invertir más y también tener el valor de detener inversiones que no aportan valor. Ahí el papel del financiero es guiar, con datos y análisis, para que el negocio siga apostando a lo que genera mayor retorno”, señala.
Cuando se trata de detener o reorientar una inversión, Marcela es categórica: “No se trata de una opinión, sino de mostrar la información que respalda la decisión. Es combinar lo cuantitativo y lo cualitativo para convencer con sustento”.
En las mesas donde se discuten proyectos estratégicos, a veces tiene que frenar o reorientar propuestas con las que otros líderes están entusiasmados. “Ahí es clave conocer el tema a fondo, no sólo desde las cifras, sino también entendiendo qué preocupa a la otra parte. No es lo mismo hablarle a un comercial que a un mercadólogo”, explica.
Para ella, la negociación financiera exitosa combina tres elementos:
1. Dominio técnico de los números y del negocio.
2. Empatía para comprender los intereses y preocupaciones de cada área.
3. Visión a mediano y largo plazo, evitando decisiones impulsadas por resultados inmediatos que puedan comprometer el futuro.
“Muchas veces la mesa no está de acuerdo con la decisión financiera, pero cuando logras demostrar que mirar más allá del corto plazo es lo que asegura la sostenibilidad, se abren las posibilidades de consenso”.
SOSTENIBILIDAD COMO INVERSIÓN
Su visión financiera integra la sostenibilidad como un activo de alto valor: “Para mí, la reputación es el activo más importante de una empresa. La sostenibilidad no es un gasto, es una inversión que fortalece ese activo”. Reconoce que en los últimos años esta mirada ha ganado peso en la estrategia corporativa y que debe mantenerse constante para preservar la confianza y el legado de la compañía.
Madre de dos hijas, con casi 20 años de matrimonio y amante de los deportes, Marcela defiende que es posible equilibrar carrera, familia y vida personal con disciplina y organización. “No es cuestión de cantidad de tiempo, sino de calidad. Y estar presente al 100% en cada espacio, sea el trabajo o la familia”.
A sus hijas les transmite una enseñanza clara: “Haz las cosas lo mejor que puedas, sin importar los resultados y ante los resultados que vengan dar gracias, porque es el resultado conseguido con lo mejor que se podía dar.”
“Estoy segura de que ellas van a hacerlo —afirma Marcela— y van a encontrar su felicidad en lo que sea que hagan y eso las va a hacer brillar naturalmente, sin demasiado esfuerzo”.
En un entorno donde la resiliencia y la adaptabilidad son esenciales, Marcela representa a esa nueva generación de Mujeres Desafiantes que lideran con datos, empatía y propósito.