Por revistaeyn.com
La nueva administración del presidente José Raúl Mulino ha puesto sobre la mesa un ambicioso paquete de reformas con el objetivo de consolidar las finanzas públicas y preservar la calificación soberana de Panamá, señala S&P Global Ratings.
En octubre de 2024, el Ejecutivo impulsó ajustes a la Ley de Responsabilidad Social Fiscal que pretenden recortar el déficit del sector público no financiero de más del 7 % del PIB en 2024 a un 3 % para el año 2027.
La rapidez y efectividad con que se implementen estas medidas serán determinantes para que Panamá mantenga su nota crediticia de largo plazo en ‘BBB–’ y su perspectiva estable, acorde con el análisis de S&P Global Ratings.
A nivel interno, el respaldo político se ha convertido en un factor crítico. En marzo de 2025, el gobierno logró aprobar un ajuste al sistema de pensiones, pese a no contar con mayoría absoluta en la Asamblea Nacional.
Según S&P Global Ratings, aunque esta reforma —que fusiona los regímenes de cuentas individuales y reparto— contribuirá a moderar el desequilibrio del sistema a corto y mediano plazo, sus beneficios son modestos: el Estado seguirá destinando cerca de US$966 millones anuales (casi 1 % del PIB) para sostenerlo.
"La verdadera prueba de fortaleza yace en la capacidad de la administración para renovar su capital político y avanzar con más reformas fiscales antes de 2030", apunta la agencia.
El otro pilar de la calificación crediticia de Panamá es su trayectoria de crecimiento económico. A lo largo de la última década, el país ha superado ampliamente la media de América Latina y de otros mercados emergentes, impulsado por la construcción, el comercio y el canal interoceánico.
No obstante, el cierre de la mina de cobre Minera Panamá en 2023 y las recientes protestas sociales han generado dudas sobre si ese ritmo es sostenible. S&P proyecta que, aun con algunas turbulencias globales y locales, el Producto Interno Bruto panameño continuará superando a sus pares gracias a su posición estratégica y a políticas inversionistas predecibles; sin embargo, prevé que la construcción privada permanecerá debilitada y que no habrá reactivación minera en el corto plazo spglobal.com.
En el panorama externo, la ausencia de un banco central y de un prestamista de última instancia limita la flexibilidad monetaria de Panamá. Este factor, sumado a un perfil de cuenta corriente relativamente débil, consolida una estructura financiera vulnerable ante choques externos. En noviembre de 2024, S&P recortó la nota de largo plazo de ‘BBB’ a ‘BBB–’, citando el aumento de la carga de intereses y una menor holgura fiscal.
De cara al futuro inmediato, S&P advierte que cualquier retroceso en la disciplina presupuestaria o un crecimiento más lento del esperado podría desencadenar una nueva rebaja de la calificación en los próximos 12 a 24 meses.
Por el contrario, una gestión eficiente del gasto, un fortalecimiento de los ingresos y un entorno externo más favorable podrían allanar el camino hacia una revisión al alza. Así, la saludable combinación de reformas fiscales y dinamismo económico marcará el rumbo de la calidad crediticia panameña en los años venideros.