Por Elaine Miranda - Coach financiera para E&N
Hace poco, al terminar un taller de educación financiera en una empresa, un colaborador de unos 50 años se me acercó en silencio. Me habló en voz baja, casi como quien confiesa algo vergonzoso:
“Nunca he pensado en mi pensión. No sé si voy a poder vivir cuando me retire.”
Y eso no fue un caso aislado. Lo escucho cada semana en los mensajes que recibimos en Plata con Plática, en las encuestas anónimas que aplicamos antes de los talleres, en los rostros de muchas personas que saben que no están listas para lo que viene... pero tampoco saben por dónde empezar.
Ese miedo es profundamente humano. Pero aunque parezca un tema personal, su impacto es empresarial.
Una persona que vive con miedo al futuro, que no sabe cómo va a pagar una emergencia o qué pasará con su vejez, duerme mal, se estresa más, pierde enfoque... y muchas veces, también se va.
Y no se va solo por dinero. Se va cuando encuentra una empresa que le da más tranquilidad. Ahí es donde entran los seguros y los fondos de pensión.
Los vemos como un gasto extra, como algo que quizás se ofrecerá “algún día”, cuando la empresa sea más grande o haya más presupuesto. Pero muy pocas veces los vemos como lo que realmente son:
Una herramienta de retención silenciosa, una expresión concreta de la cultura de la empresa, una forma de decirle a tu equipo: “Pensamos en vos hoy... y también mañana.”
En Plata con Plática hemos trabajado con cientos de empresas de todos los tamaños. Y hay una constante que no falla: muchos beneficios que se ofrecen —snacks, premios, fiestas— intentan motivar desde la superficie. Pero pocos tocan lo que de verdad le quita el sueño a la gente: su futuro financiero.
Y cuando ese tema no se toca, el resultado es silencioso... pero carísimo: rotación innecesaria, burnout, bajo compromiso y fuga de talento.
Una persona que se siente vulnerable no está buscando un mejor puesto: está buscando estabilidad. Y si no la encuentra, se va. Así de simple.
Ahora bien, esto no quiere decir que toda empresa debe salir corriendo a pagar pensiones privadas o seguros de vida costosos. Pero sí implica asumir responsabilidad en algo clave: educar y acompañar a la gente para que entienda cómo funciona esto.
¿Querés retener talento?
Ofrecer un seguro básico, facilitar el acceso a un fondo voluntario, o simplemente empezar a hablar del tema puede marcar una diferencia profunda.
Puede significar que alguien se quede, no porque no tenga opciones, sino porque siente que esta empresa lo cuida, incluso cuando ya no esté aquí.
Y eso se nota. Se nota en la cultura, en el ambiente, en las decisiones del día a día. Porque cuando las personas sienten respaldo, responden con compromiso, lealtad y enfoque.
No tenés que resolverles la jubilación a todos. Pero podés ayudarlos a empezar a construirla. Y en el camino, también vas a estar construyendo una empresa en la que vale la pena quedarse.
Porque retener talento no se trata de frases bonitas en Instagram ni de poner motivaciones en la pared del baño. Se trata de cuidar a tu gente. Incluso cuando ya no trabajen para vos.
Y eso, sinceramente, muy pocas empresas lo están haciendo.
