Ocio

La skater Kokona Hiraki es la medallista más joven de la historia olímpica desde Berlín 1936

A los 12 años y 343 días, la japonesa conquistó la plata en la modalidad park de Tokio 2020. Escoltó a una compatriota de 19 y el bronce fue para una británica de 13. Hubo clima de fiesta.

2021-08-04

Por Clarin.com

Un grupo de amigas de entre 12 y 19 años se juntaron en Tokio para hacer diabluras con el skate y pasar un buen rato juntas. Tres de ellas se llevaron las primeras medallas de la historia en la modalidad park de los Juegos Olímpicos.

No eran unas adolescentes cualquiera, sino las mejores del mundo en uno de los nuevos deportes incluidos en el programa olímpico, que dejó un espectáculo inédito en cuanto a deportividad y alegría contagiosa.

Las tres quedaron en la historia. La japonesa Sakura Yosozumi, de 19 años, por ser la primera campeona olímpica en esta modalidad, con 60,09 puntos. Su compatriota Kokona Hiraki, de 12 años, por ganar la plata con 59,04 y ser la medallista más joven del olimpismo desde Berlín 1936. Y la británica de ascendencia nipona Sky Brown, de 13 años, fue bronce con 56,47 y se convirtió en la más joven medallista olímpica de su delegación.

El triunfo de Yosozumi en el Ariake Urban Sports Park les impidió a Hiraki, de apenas 12 años y 343 días, y a Brown (13 y 28) convertirse en las atletas de menor edad en ganar una medalla dorada olímpica. Ese récord de precocidad para un oro en una prueba individual es de la estadounidense Marjorie Gestring, quien se lo colgó en los clavados de 3 metros en Berlín 1936, con 13 años y 268 días.

Hubo medallistas más precoces, pero no de oro. Tres gimnastas italianas ganaron la plata en la competencia por equipos de Amsterdam 1928 con edades asombrosas: Luigina Giavotti (11 años y 301 días), Inés Vercesi (12 años y 99 días) y Carla Marangoni (12 años y 269 días).

Foto: Estrategia y Negocios



Mientras que la medallista más joven de la historia olímpica en una prueba individual fue la danesa Inge Sorensen, bronce en los 200 metros pecho de la natación de Berlín 1936, con 12 años y 24 días.

Hiraki se soltó al explicar el secreto de su gran actuación: "No ponerme nerviosa y disfrutar haciendo cada truco". Y al final de la competencia fue llevada en andas por sus compañeras de podio, como si no hubiera rivalidad entre ellas. Existe una razón. "Disfrutamos mucho cuando entrenamos juntas. El skate es un gran deporte, es muy divertido. Por favor, pruébenlo", pidió Yosozumi.

La ironía del éxito de las japonesas es que no tienen parques suficientes y a menudo son mal vistas en las calles. Incluso en las inmediaciones del parque olímpico de skate se pueden ver letreros que prohíben practicar el deporte. Las miradas estaban puestas también en Brown, quien además de coronarse este año en los X Games como la mayor sensación mundial en la modalidad park, acumula millones de seguidores en las redes sociales y ya se ha ganado el respaldo de grandes patrocinadores.

La carismática skater, nacida en Miyazaki, de madre nipona y padre británico, arriesgó al máximo como acostumbra en sus dos primeros turnos, que no pudo completar por caídas, y en su última oportunidad se hizo con 56,47 puntos con una sucesión de trucos rápidos y fluidos.

Yosozumi, campeona mundial y que se presentaba como otra de las favoritas, logró la actuación más sólida del día, con dos giros aéreos de 540 grados y un repertorio de ‘ollies’ y ‘grinds’ que le dieron 60,09 puntos en su segundo intento y que valdrían su peso en oro. La británica y la japonesa se abrazaban al borde de la pista entre cada turno, hacían payasadas con las que terminaban rodando por el suelo y se consolaban cuando una de ellas sufría una caída o no lograba completar un truco. Quiso unirse a la fiesta Hiraki, que pese a su edad también suma varias participaciones en X Games y campeonatos mundiales.

La final se disputó a ritmo de temas remixados de The Smiths, Pixies o New Order, grupos que se disolvieron demasiados años antes de que las protagonistas nacieran. Probablemente ni les suene "Girls just want to have fun", la canción de Cindy Lauper que habría sido una banda sonora ideal para esta final olímpica.

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