Por Pablo Balcáceres / Alejandra Ordóñez- Estrategia & Negocios
Las cadenas de suministros globales sufren de perturbaciones cada vez más frecuentes. En el último cuarto de siglo se registra un patrón de aumento de la frecuencia y magnitud de las interrupciones, apunta Daniel Swan, Socio Senior de McKinsey y Líder Global de la firma en la práctica de Operaciones.
Llámese la pandemia del COVID, atascos en los canales de navegación, huelgas en los puertos de Estados Unidos, la guerra entre Rusia y Ucrania, o los posibles impactos de un contexto de proteccionismo arancelario en Estados Unidos. La pregunta a responder no es cuál será la próxima disrupción, sino más bien entender los diferentes escenarios y definir acciones para luego “tratar de construir más flexibilidad y más resistencia en sus operaciones”, valora Swan.
Para Centroamérica, el tema es esencial para mantenerse relevantes. “Una de las cosas que más va a influir en las cadenas de suministro de América Central en los próximos cinco o 10 años es cuán competitiva puede ser la región versus otras opciones que tienen las grandes empresas mundiales para regionalizar más sus cadenas de suministro”, plantea Swan a E&N.
No hay que ir tan lejos para encontrar a los competidores de la región. “Mucha gente en los Estados Unidos sólo piensa en México y México es, claramente, un muy buen lugar para poner la fabricación, tienen un montón de capacidades”, observa.

¿Cómo posicionar al istmo centroamericano? El especialista identifica tres elementos: primero, tener una mano de obra capaz de trabajar en un entorno de cadena de suministro más tecnológico; segundo, lograr un aumento de la productividad año tras año; y tercero, trabajar en la infraestructura de la cadena de suministros como tal.
Swan visitó Guatemala a finales de enero, como expositor de McKinsey Forum, un espacio que reunió a centenares de altos líderes empresariales de Guatemala y la región. En la reunión, la firma global de asesoría McKinsey hizo hincapié en la productividad como una condición estratégica para acelerar el desarrollo económico de la región.
“Si nos fijamos en la productividad en toda América Central, en la última década ha aumentado de forma relativamente modesta, y creo que si podemos demostrar mejoras allí, tendrá un impacto masivo”, reflexiona Swan.
Sobre la región, identifica fortalezas como una mano de obra relativamente cualificada, un flujo de mercancías relativamente bueno y “un conjunto de países relativamente hambrientos en una región para impulsar el crecimiento y ser muy emprendedores”.
MOMENTO DEL `BOOST´ PRODUCTIVO
Las empresas que mejoran su productividad asimilan el tema como un asunto de toda la empresa, no sólo de la cadena de suministro. Swan recomienda la elaboración de un plan de productividad desde los más altos niveles: CEO, CFO y consejos directivos.
“Así que hay que tener un plan muy claro de lo que se quiere conseguir, cuáles son los objetivos, cuáles son las palancas para conseguirlo”, señala.
Además, conviene ampliar la reflexión a todas las áreas de la empresa, incluso aquellas que podrían parecer no tan relacionadas. En la experiencia del consultor, la innovación y el desarrollo de nuevos productos impactan enormemente en la competitividad.
“Si el desarrollo de nuevos productos y la innovación aumentan el valor y las oportunidades, tiene un gran impacto en la empresa”, ilustra.
Además, el impacto de la automatización en áreas como finanzas, recursos humanos y servicio al cliente es innegable. Muchas de las tareas repetitivas pueden ser optimizadas con tecnología, lo que reduce costos y, además, mejora la moral de los empleados al eliminar procesos tediosos y permitirles enfocarse en tareas de mayor valor agregado.Uno de los aspectos más cruciales a entender en la mejora de la productividad es que difícilmente avanzará de manera exponencial, o con altas tasas de manera sostenida. Los casos de éxito tienden a combinar crecimientos modestos con períodos de alto crecimiento.
“Las empresas que buscan incrementos constantes del 3% o 4% en productividad cada año tienden a fracasar. En cambio, aquellas que implementan impulsos transformadores cada tres o cinco años pueden obtener mejoras significativas del 5% o 6% en períodos clave, asegurando un crecimiento sostenido a largo plazo”, explica Swan.
Así, el experto de McKinsey sugiere operar con esta noción de ser muy intencional acerca de cuándo darle un boost de mejora continua al sistema productivo de la empresa