Por revistaeyn.com
El avance acelerado de los servicios basados en Inteligencia Artificial está provocando una transformación profunda —y costosa— en el mercado tecnológico. La presión que ejercen las grandes plataformas de cómputo sobre la cadena de suministro de memoria RAM ha desencadenado incrementos que, en el segmento de consumo, oscilan entre el 100 % y hasta el 300 %, según reportes internacionales.
El origen del desequilibrio no está en los jugadores de videojuegos ni en los usuarios que buscan actualizar sus computadoras domésticas. La raíz del fenómeno se encuentra en los gigantes de la nube.
Empresas que operan enormes centros de datos —como Amazon Web Services, Microsoft Azure o Google Cloud Platform— han intensificado sus pedidos de memorias especializadas y de alto rendimiento para procesar modelos de IA cada vez más complejos. Ese redireccionamiento de la producción ha reducido el inventario destinado al mercado tradicional.
Rubén Fallas Peña, académico de la Escuela de Informática de la Universidad Hispanoamericana y especialista en ciberseguridad, explica que la irrupción de la IA es responsable por buena parte de esta escalada. “La inteligencia artificial explica cerca de entre un 30 % y un 40 % del aumento. El resto se debe a las exigencias de los sistemas operativos modernos y al traslado de cada vez más empresas hacia servicios en la nube”, detalla.
Fallas señala que existe una percepción equivocada sobre qué está impulsando la demanda. “La memoria que hoy está bajo presión no es la que comúnmente compra un gamer. Los centros de datos requieren enormes cantidades de RAM para procesar información a velocidades altísimas. Ese es el verdadero motor del encarecimiento”, agrega.
Pese al escenario tenso, el especialista subraya que los operadores de centros de datos han tomado previsiones. A diferencia del comprador doméstico, estas compañías planifican con meses —e incluso años— de antelación, asegurando inventarios y contratos de suministro. “No veremos un desabastecimiento crítico en la nube porque estas empresas programan todo a largo plazo. Tienen reservas para evitar interrupciones, aun cuando la demanda global aumente”, precisa.
Sin embargo, la consecuencia podría sentirse en otro punto: el bolsillo del usuario final. Si los costos operativos continúan creciendo, es probable que los proveedores de servicios basados en IA trasladen parte de esas cargas.
El experto advierte que esta tendencia obliga a empresas de todos los tamaños a reevaluar su dependencia de la nube. Cada servidor virtual, cada base de datos alojada remotamente y cada aplicación corporativa requiere grandes volúmenes de memoria y almacenamiento, componentes cuyo precio sigue en ascenso.