Empresas & Management

Por qué invertir en ciencia es una apuesta ganadora para las empresas, esto dice Diego Golombek

El científico y divulgador Diego Golombek advierte que las empresas que aspiren a un crecimiento exponencial deberán adoptar una mirada científica para innovar. La ciencia —dice— ofrece un método poderoso para repensar cómo se crean ideas, se toman decisiones y se invierte en el futuro.

2025-12-09

Por Gabriela Origlia - Esrtategia & Negocios

“Si realmente se quiere hacer un salto exponencial de crecimiento, hay que innovar”. La definición es de Diego Andrés Golombek, doctor en Biología, investigador y divulgador científico y autor de la colección de libros Ciencia que ladra, que registra récord de ventas. Habitual speaker en reuniones de empresarios y emprendedores admite que los tiempos de la ciencia y del mundo de los negocios son distintos, pero que es posible -y cada vez más se hace- tender puentes y encarar trabajos en conjunto.

Conversa con E&N en la jornada central del Córdoba VC Summit, foro de capital emprendedor que en su sexta edición se consolidó como punto de encuentro estratégico para inversores, startups, empresas y referentes del ecosistema de innovación de Latinoamérica organizado por la Agencia Córdoba Innovar y Emprender.

Golombek enfatiza que invertir en ciencia es una “apuesta” que “tarda muchísimo más que una apuesta segura, pero el rédito puede ser mucho más grande”.

Grafica con el caso de la farmacéutica Novo Nordisk, especialista en el tratamiento de enfermedades crónicas, especialmente diabetes y obesidad. Los lanzamientos de Ozempic (diabetes) y Wegovy (obesidad) tuvieron un éxito que la transformaron en la empresa con mayor capitalización de Europa; vale más que todo el PBI de Dinamarca y la mitad del crecimiento del PBI de ese país en el 2024 se explica por la compañía.

Alemania, el nuevo 'campo de batalla' de las farmaceúticas

Eso tardó 30 años desde que empezaron las investigaciones hasta que ahora lidera absolutamente el mercado de este sector -dice Golombek-. Sería bueno que no solo las corporaciones tengan la posibilidad de esta mirada a mediano y largo plazo, sino que también las pymes, los emprendedores, tengan esas herramientas. Que puedan avanzar con las inversiones adecuadas”.

En uno de sus libros, La ciencia de las (buenas) ideas, asegura que la “receta” para generar ideas es “trabajo, trabajo, trabajo, disrupción, trabajo. “Alguien podría decir que tal o cual idea se lo ocurrió sin que la hubiera trabajado mucho, y yo lo cuestionaría. Si vos tuviste un sueño, una conversación fortuita, un pensamiento en el momento de irte a dormir, en el colectivo o mientras te bañabas, algo que decís ‘esto está buenísimo’, no me cabe ninguna duda de que viene del trabajo previo, un trabajo tanto consciente como inconsciente, de una obsesión, de una pasión por encontrar una cierta solución. Si haces un rastreo de dónde viene ese momento que te parece que es Eureka, seguro viene el trabajo previo, consciente e inconsciente”, describe.

En esa misma línea, señala que no hay que temerle al aburrimiento: “Para ser creativos es bueno poner al cerebro en otra modalidad para poder asociar conceptos con los que venís trabajando. Una es aburrirse, eso da un vagabundeo mental y se llega a ideas distintas. Hay que entender que ese no es un momento pasivo, porque debe venir después del trabajo previo. Puede rendir frutos”.

-Las empresas hablan mucho sobre innovación, ¿están convencidas de que no sobreviven sin trabajar en ella, está de moda el tema?

Las dos cosas. No soy empresario, vengo del sector científico y claramente hemos descubierto que, si seguimos avanzando de a poquito, agregando ‘un poquitito más’ de conocimiento cada vez, no llegamos lejos. O sea, eso es la ciencia tradicional y sospecho que las empresas también detectaron lo mismo. Si realmente se quiere hacer un salto exponencial de crecimiento, hay que innovar.

-¿Cómo define a la innovación?

Innovar es mirar las cosas de una manera diferente. Mirar a las cosas, a veces, radicalmente diferente de como se lo estaba haciendo. Por supuesto que la innovación es muchísimo más arriesgada que el incremento sumatorio, pequeñito, de conocimiento. Pero, si funciona bien, el salto que se da es mucho más grande. A mí me gusta pensar que es mirar con ojos científicos, basados en evidencia, sin principio de autoridad, con control, etcétera. Pero hay otra definición que me gusta mucho, que es juntar mundos dispersos. Tal vez no es algo completamente innovador, pero se logra algo diferente.

-¿Innovar es también evolucionar?

La evolución darwiniana implica que hay variabilidad. Se necesitan varios productos distintos, porque, si todos son iguales, no hay nada que pueda ser seleccionado. Y después, hace falta que alguno tenga reproducción diferencial. Es decir, termina habiendo una evolución darwiniana.

-¿Cuánto pueden aprender el mundo económico, el mundo empresario, de lo que la ciencia ha detectado en materia de innovación, de creatividad?

Muchísimo. Lo que pasa es que hablamos idiomas muy diferentes. Posiblemente, tenemos una barrera de comunicación entre la ciencia y el mundo privado. Tenemos que aprender, desde ambos lados, a resolver ese punto. La ciencia es una forma de mirar el mundo, una forma escéptica, racional y empírica. Vamos probando de a poco con una hipótesis detrás de otra, se avanza un poco, se ve cómo funciona, y cuando se encuentra un fenómeno que es suficientemente innovador, cambia la base de una disciplina, cambia radicalmente la forma en la cual se ve ese pedacito del mundo.

-¿Ese esquema puede ser aplicado por las empresas?

Me parece que es un gran aprendizaje para el mundo emprendedor y económico. Esto de mirar el mundo de manera racional, de confiar menos en las intuiciones, en las opiniones, y analizar la evidencia, los hechos. O sea, actuar como un científico.

-Plantea que ciencia y empresas hablan lenguajes diferentes, pero también en los últimos tiempos hay más corporaciones que se han abierto a sumar científicos.

Por supuesto. En múltiples áreas también es así. Es muy común ahora que haya físicos o matemáticos que se dediquen a consultoría en finanzas en una empresa, por ejemplo, porque tienen las herramientas para hacerlo. El problema es de lenguaje y también de tiempos.

-¿Lo entienden como una inversión ya?

Es una inversión, una apuesta basada en algo científico. Suele tardar muchísimo más que una apuesta segura, pero el rédito puede ser mucho más grande. Entonces, cuando habla un científico a un empresario le dice ‘está la idea pero tenemos que probarla, probarla primero en el tubo de ensayo, primero en la computadora, después en el tubo de ensayo, después en células, en diez años hablamos’. El empresario sale corriendo. Pero los que aguantaron esos 10 años, que en la mayoría de los casos son grandes corporaciones porque tienen la espalda para hacerlo, tienen un rédito que es increíble.

Veamos un ejemplo: Novo Nordisk la empresa farmacéutica de Dinamarca, que es una gran parte del PBI del país. Lo es porque apostó a los científicos, a entender los mecanismos que tienen que ver con el metabolismo, con la obesidad, con el sobrepeso, con la diabetes, y es líder en todo el mundo. Claro, eso tardó 30 años desde que empezaron las investigaciones hasta que ahora lidera absolutamente el mercado de este sector. Sería bueno que no solo las corporaciones tengan la posibilidad de esta mirada a mediano y largo plazo, sino que también las pymes, los emprendedores, tengan esas herramientas. Que puedan avanzar con las inversiones adecuadas.

-Las transformaciones son cada vez más rápidas, ¿también en la ciencia se aceleraron las velocidades?

La ciencia depende en una parte de la tecnología. Entonces, con el avance de la tecnología, claramente los descubrimientos científicos se aceleran. Nosotros entendemos el mundo a través de los sentidos. Los sentidos tienen límites, entonces hacemos prótesis de los sentidos -un microscopio, un telescopio, un osciloscopio- para poder ver lo que no ven nuestros sentidos. Esa tecnología avanzó enormemente, así que hay más descubrimientos y más rápidos. Sin embargo, la velocidad no es la misma que la de las disrupciones tecnológicas.

Tampoco lo es el abaratamiento de la ciencia. ¿Por qué hay disrupciones tecnológicas? Pues, porque es más barato. Si un genoma humano salía US$1 millón para ser leído, para ser decodificado, hoy estará cerca de losUS$1.000. No son números exactos, pero son un ejemplo.

O la famosa ley de Moore, que proponía que la capacidad de duplicación del procesamiento de un transistor, de un circuito integrado, iba a ser hasta 18 meses y hoy es menos de un año. Realmente hay aceleraciones importantes; tendríamos que tender a acoplarnos un poco más.

-¿Cómo ve a Latinoamérica en este contexto que acaba de describir?Bastante mal. Definitivamente, bastante mal. Uno de los motivos es presupuestario, hay una miopía en muchos lados de no ver que la ciencia es una inversión y no un gasto. La otra preocupación es claramente ideológica, no presupuestaria.

Cuando desde las más altas esferas del Estado nacional e incluso a nivel internacional, se ataca a la ciencia, se la prescribe, se desdeña a la ciencia como una forma de entender la realidad en favor de otras...Eso es inédito.

-¿Las políticas públicas de inversión en ciencia y en tecnología permiten democratizar los logros y que también las pymes tengan acceso?

Ese es uno de los principales roles del Estado, ser articulador. Hay algo que se llama Triángulo de Sábato en honor al científico argentino Jorge Sábato; es un triángulo en cuyos vértices están el Estado como gestor de políticas públicas, el sistema de ciencia y tecnología, las universidades, los institutos, los que entienden el mundo a partir de la ciencia y el sector de la demanda, el productivo que debiera demandar a ese sector científico soluciones. Ahí es donde se produce el quiebre del diálogo y donde debe actuar el Estado con herramientas muy concretas.

12 ejemplares al año por $75

SUSCRIBIRSE