Por revistaeyn.com
Costa Rica registra un retroceso en su capacidad para atraer proyectos de inversión extranjera directa (IED), situándose en 2024 en niveles similares a los de hace una década. El índice Greenfield —que pondera los nuevos proyectos anunciados respecto al tamaño de la economía— muestra una caída que inquieta a economistas y autoridades locales.
Aunque Costa Rica conserva el primer puesto en América Latina con 6,2 puntos, ese resultado representa una pérdida anual de 1,85 puntos. En el ránking regional aparecen El Salvador (2,7), Colombia (2,1) y, más atrás, Perú, Chile y México con 1,6 cada uno.
El avance de El Salvador, que ganó 2,0 puntos, se atribuye a mejoras en clima de negocios y seguridad, mientras que otros países han reportado incrementos similares.
Para analistas como Sandro Zolezzi, investigador de la Universidad LEAD, el indicador funciona como señal del atractivo nacional: el conteo de proyectos en bases internacionales influye en la percepción global. El puntaje obtenido en 2024 remite a cifras de 2016–2018, periodos en los que el índice rondó los 5 puntos.
Entre 2020 y 2021 hubo picos —con cifras que superaron 11 y 13 puntos— impulsados por anuncios ligados a la recuperación tras la pandemia y el auge del nearshoring y los servicios tecnológicos. No obstante, desde 2022 la tendencia se revirtió: 12,7 ese año, 7,90 en 2023 y 6,2 en 2024. fDi Intelligence contabiliza el número de proyectos anunciados, no el monto de capital comprometido, por lo que un menor número de iniciativas reduce la métrica aunque la calidad de las inversiones permanezca.
Las causas del retroceso son múltiples. Problemas regulatorios, disputas fiscales, incertidumbre política y demoras en permisos e infraestructura desincentivan a potenciales inversionistas. En Costa Rica, tensiones entre el Gobierno y organismos clave entre 2022 y 2024 fueron señaladas como factores que influyeron en decisiones de ubicación.
Además, un colón fortalecido, impulsado por entradas de divisas, ha encarecido costos operativos y mermado la competitividad de las exportaciones.
Hay también factores externos y estructurales: cambios en la geografía de la inversión con vecinos que implementan reformas digitales y fiscales; la reconfiguración de cadenas globales que priorizan rapidez y volumen; y una mayor atención a criterios de sostenibilidad que no siempre favorecen proyectos industriales de gran escala.
La concentración de la IED en dispositivos médicos y servicios basados en conocimiento implica que pocos proyectos basten para mantener o reducir el índice.
La caída del indicador refleja no solo una pérdida relativa de atractivo, sino también una mayor competencia regional y límites internos en infraestructura, costos y habilidades digitales. El desafío para Costa Rica será convertir su reputación ambiental y capital humano en ventajas que atraigan proyectos internacionales si quiere recuperarlos. También será clave mejorar capacitación y logística.
Con información de CRHoy