Por Leonel Ibarra - revistaeyn.com
José Raúl Mulino, presidente electo de Panamá, enfrenta un camino difícil para abordar los desafíos fiscales e institucionales que contribuyeron a la rebaja de la calificación soberana del país a 'BB+'/Estable desde 'BBB-'/Negativo en marzo, dice Fitch Ratings en un informe.
Mulino asumirá el cargo el 1 de julio y heredará una posición fiscal débil; un déficit creciente en uno de los subsistemas de pensiones; la persistencia de la incertidumbre en torno a la mina de cobre Minera, que se vio obligada a cerrar el año pasado; los problemas de abastecimiento de agua que afectan al Canal de Panamá; un mercado laboral débil; y el descontento popular latente después de años de protestas.
El tenso contexto social, la fragmentación de la legislatura y las difíciles concesiones políticas pueden limitar su capacidad para lograr mejoras grandes y rápidas, señala la agencia.
"El pronunciado deterioro del perfil fiscal de la deuda soberana en los últimos cinco años fue un factor importante en nuestra rebaja de marzo. El estrecho espacio fiscal plantea una vulnerabilidad particular para Panamá, dada la dolarización y la fuerte dependencia del financiamiento externo, lo que limita su capacidad para manejar futuros shocks", indica Fitch.
Las ambiciones fiscales del presidente electo deberían quedar más claras este año, ya que el presupuesto de 2025 y un plan estratégico quinquenal deben presentarse a finales de año.
Es probable que la reconstrucción del espacio fiscal requiera difíciles reformas legislativas que han eludido a las administraciones anteriores.
El deterioro de la gobernanza fue otro de los factores que impulsaron la rebaja de la calificación y consideran que los tensos acontecimientos que rodearon el cierre de la mina Minera Panamá son una manifestación de ello y no una anomalía.