Por Gabriela Origlia - revistaeyn.com
El tejano Eric-Clifford Graf dio clases durante siete años en Guatemala, lo que le significó un reto y un crecimiento personal porque lo convocaron a dictar literatura a politólogos y economistas. La experiencia le valió que profundizara su formación y que hoy sea convocado desde distintos ámbitos para análisis político.
A contramano de muchos especialistas que observan en el presidente Donald Trump un problema para la región, en diálogo con E&N, Graf se muestra optimista. Está convencido de que los líderes que sepan cómo negociar con el republicano sacarán ventajas, aunque advierte que, por su perfil, “siempre es conveniente darle una victoria, incluso simbólica”.
A lo largo de la conversación, Clifford Graf, varias veces, mencionó al presidente argentino Javier Milei. Electo en diciembre del 2023, mantiene un vínculo cercano a Trump y viene llevando adelante un fuerte proceso de ajuste económico.
“Milei anunciaba esta nueva época con su decisión de gastar el capital político inmediatamente y de dar también la batalla cultural en paralelo. Creo que Trump toma parte de eso”, analiza el experto.
Del republicano, afirma que en esta segunda administración es “menos ingenuo” y que está dando “una batalla contra la corruptela de Washington”.
Clifford Graf entiende que. incluso. habrá una solución para el panorama de guerra comercial desatada a partir de la imposición de aranceles y, respecto de la tensión en torno a la guerra entre Rusia y Ucrania, interpreta que la Unión Europea se tendrá que focalizar en su propia defensa, dado que Estados Unidos está girando su política exterior hacia el Pacífico.
“Es que en Europa se manejan con el concepto de ‘para asegurar la libertad nos preocupamos por la paz’ y, en Estados Unidos, es al revés, ‘para asegurar la paz nos preocupamos por la libertad’. Claro que es un proceso largo, pero la prioridad es a la libertad”, describe.
Enfatiza el hecho de que “cada líder regional deberá encontrar una forma de encarar su vínculo con Estados Unidos en esta nueva etapa”, y que los países de Centroamérica, al ser más chicos, “deberían tener gestos que apuntalen el libre comercio”. Adhiere a la definición de Trump como un “contrarrevolucionario”.
Según su interpretación “(el presidente de EEUU) va contra aquellos que destruían estatuas, cambiaban fechas, inventaron un sexo; estaban en un intento de poner patas para arriba a la sociedad. Trump va en contra de eso”, analiza.
-¿Cómo fue su experiencia en Guatemala?
Estuve siete años, entre 2013 y 2020, en Guatemala. Fue el Covid el que acabó con esa experiencia fascinante. Para un gringo como yo, es otro mundo; fue un aprendizaje en cada momento. Me encantó la gente, pero debo reconocer que fue un choque cultural con loque eso significa de experimentar los altibajos de vivir otra cultura, otra realidad. Hay mucha presencia de negocios de Estados Unidos, inclusive se ve más en Guatemala que en el norte de México. Además, es un país que atravesó un período muy difícil en los ’80.
En un momento di un curso sobre la experiencia de Vietnam y me llamó la atención porque para ellos era la cosa más normal del mundo. Habían pasado una parte de la vida luchando contra una insurgencia casi marxista entonces no entendían por qué tanto ‘escándalo’ en Estados Unidos respecto de esa guerra.
-¿Cómo ve a Centroamérica en este momento, en especial con Trump provocando profundos cambios de paradigmas?
Hay realidades diferentes y no conozco a todos los países con la misma profundidad. Honduras, por caso, es un Estado fallido; en cambio a Guatemala le va bien. Diría que tiene ventajas. Tiene una política monetaria curiosa ya que permite contratos en cualquier divisa; aunque tiene una economía dolarizada, los acuerdos se pueden realizar en yuanes, en euros. El Gobierno no interviene.
Claro que el país tiene su propia moneda, el quetzal, pero es simplemente para poner esposas al gasto del Gobierno. La capital del país muestra que hay un espíritu emprendedor por naturaleza en su gente. Por ejemplo, si hay un accidente de tránsito, en minutos emergen personas vendiendo botellas de agua; es un ejemplo simple pero muestra la voluntad emprendedora.
En general, en toda la región, el estado de derecho debería ser ahora el objetivo principal.
-¿En esta nueva presidencia, ve a un Trump más confrontativo?
Personalmente, creo que sí. Irónicamente le diría que hubo cierta fortuna al experimentar cuatro años de(Barack) Obama y de (Joe) Biden; Trump volvió con más pilas. Meditó; vino con menos ingenuidad. En su primera gestión confiaba en el Departamento de Estado, en el de Justicia, en la CIA y en el FBI; pensaba que quienes estaban en esos organismos tenían que estar a favor del país, pero le fue mal. Confiaba en que ellos tenían que ser personas patriotas, pero eran personas corruptas.
De alguna manera, creo que vio el escenario dela Argentina y hay cierta sintonía entre las dos realidades.
Esa nueva época se anunciaba con la elección de Milei y con su decisión de gastar el capital político inmediatamente y de dar también la batalla cultural en paralelo.
-En ese contexto que describe, ¿cuáles son las claves para que la región establezca vínculos productivos con Estados Unidos?
Entiendo que hay una oportunidad para Latinoamérica en general. En Centroamérica los países son más chicos, es imprescindible que tengan gestos hacia el libre comercio. Esa es la escuela de Salamanca, la de los escolásticos y puede ser una ventaja para el mundo hispano en general; hace falta más gente en los gobiernos dispuesta a fomentar el libre comercio.
Hay que entender esto: Trump transita una fase de contrarrevolución. Va contra aquellos que destruían estatuas, cambiaban fechas, inventaron un sexo; estaban en un intento de poner patas para arriba a la sociedad.
Trump va en contra de eso. Entonces, sobre la relación que me consultaba, creo que hay que tragarse el orgullo y llegar a un acuerdo con Trump, darle encada negociación una victoria, incluso simbólica.
-¿Coincide entonces en que es un momento de lo que se llama ‘política transaccional’?
Trump es un hombre de negocios, entonces esa idea es inevitable. Puede ser muy fiel, un buen aliado, pero en el momento en que lo insultan, van mal. Es cierto que es un poco burdo, pero casi siempre reacciona así después de ser ofendido. Entonces, es cuestión de negociar duro con él en privado y en público mantener la calma, tener una postura civilizada. Está contra las cuerdas en muchos aspectos (con China, con la misma Unión Europea, en el debate con Canadá y México),cualquier país debería aprovechar esa situación.
-¿Ve señales en ese sentido desde Centroamérica?
El presidente salvadoreño (Nayib) Bukele le ha ofrecido servicios de cárceles para las deportaciones.
En Nicaragua, por ejemplo, no tiene con quién negociar. Ocurre que hay diferentes líderes en la región, con distintos perfiles.
-¿México sería una referencia de cómo negociar?
La presidenta Claudia Sheinbaum ha hecho buenas observaciones, incluso en tono moral, a Trump. Le ha señalado los problemas que tiene al otro lado de la frontera y parece dispuesta a cooperar; estoy convencido de que lo que vemos en público no es todo. Sheinbaum no me ha decepcionado; sabe cómo responder. Claro que hay quienes reaccionan porque interpretan que cambiar el nombre del Golfo de México es una cuestión de soberanía y ni siquiera tienen esa preocupación por lo que está pasando con río Bravo.
La táctica de Trump es primero ofender y, después, negociar. Ella respondió de manera adecuada.
-¿Tiene la misma percepción en el caso de los aranceles, que ataca y después cede?
El tema de los aranceles se va a resolver en algún momento, y habrá libre comercio. En el caso de Canadá y México ya ha hecho excepciones en vistas de su cooperación.
-Pero, usted insiste en que Trump siempre busca llevar una victoria...
Por instinto, siempre quiere negociar; aunque haya voces en su propio gobierno que prefieren romper. Hay varios senadores de su partido que prefieren cambiar la política, pero él siempre termina teniendo gestos de negociación.
Trump siempre va a abrir una ventana de oportunidad.
-¿Qué esperar en el plano global, en su relación con Europa y en el conflicto entre Ucrania y Rusia?
Trump quiere la paz en Ucrania; pero la reacción dela Unión Europea es la adecuada, en cierto sentido, porque para que le vaya bien a Ucrania, los europeos deben ser los más agresivos. Europa debe asumir más protagonismo en su propia defensa, y a los rusos no les conviene una militarización de Europa.
Por otra parte, ahora Europa está aprendiendo que meterse en la política interna de Estados Unidos fue un error; que apostar por (Joe) Biden tan fuerte fue un error.
Trump hoy está enfocado en la lucha contra la corruptela en Washington y su política exterior está girando hacia el Pacífico. Le diría que es todo predecible, no es momento de pánico.
-Por sus opiniones parece optimista, una posición que va a contramano de buena parte de la percepción internacional.
Es que en Europa se manejan con el concepto de “para asegurar la libertad nos preocupamos por la paz” y, en Estados Unidos es al revés, “para asegurar la paz nos preocupamos por la libertad”. Claro que es un proceso largo, pero la prioridad es a la libertad.
En Europa pesan las Guerras Mundiales del siglo 20 y la memoria de la Guerra Civil en España, por eso se preocupan por la paz; Trump es un problema en ese sentido, para ellos.
Es un disruptor, los desquicia. Y en Latinoamérica ocurre algo de eso, también.