Por revistaeyn.com
Honduras entra en horas decisivas. A casi un mes de las elecciones generales del 30 de noviembre y con el calendario legal corriendo en contra, el proceso electoral permanece inconcluso, tensionado por denuncias cruzadas, violencia política y una creciente presión internacional encabezada por Estados Unidos y la Organización de los Estados Americanos (OEA).
La advertencia de Washington fue inusualmente directa. El Departamento de Estado calificó como “profundamente preocupante” que actores políticos continúen “perturbando el proceso electoral” y dejó un mensaje inequívoco: quienes obstruyan o retrasen el trabajo del Consejo Nacional Electoral (CNE) enfrentarán consecuencias. En lenguaje diplomático, se trata de una señal de urgencia y de límites.
Para los decisores internacionales, la señal apunta: la crisis hondureña dejó de ser un asunto doméstico y pasó a convertirse en un factor de riesgo político regional.
ESCRUTINIO TORPEDEADO Y UN PAÍS EN VILO
El núcleo del conflicto reside en el escrutinio especial de 2.792 actas con inconsistencias, iniciado con cinco días de retraso y marcado por interrupciones constantes. Las diferencias entre los representantes de los principales partidos —Nacional, Liberal y el oficialista Libre— han bloqueado el avance del recuento en un contexto cada vez más hostil.
Con el 99,92 % de las actas escrutadas, el conservador Nasry “Tito” Asfura lidera con el 40,34 %, seguido muy de cerca por Salvador Nasralla (39,44 %), mientras que la candidata oficialista Rixi Moncada queda relegada con el 19,22 %. La estrechez del resultado explica la intensidad del conflicto, pero no justifica la parálisis institucional.
El CNE tiene plazo hasta el 30 de diciembre para oficializar los resultados. El reloj corre y la incertidumbre se profundiza.
ALARMA PARA INVERSORES Y GOBIERNOS
El proceso dio un giro aún más preocupante con el ataque con explosivos contra militantes del Partido Nacional en las inmediaciones del Centro Logístico Electoral. Tres personas resultaron heridas tras participar del escrutinio especial, un hecho que eleva la crisis del plano institucional al de la seguridad política.
Las denuncias de la consejera Cossette López, que acusa al oficialismo y a los denominados “colectivos” de Libre de actuar con métodos violentos y con presunta impunidad, profundizan la fractura. Más allá de la veracidad judicial de las acusaciones, el impacto político es inmediato: la percepción de un Estado incapaz de garantizar un proceso electoral seguro y transparente.
Para empresarios, fondos de inversión y gobiernos extranjeros, este punto es central. La violencia asociada a un proceso electoral es una de las principales banderas rojas en cualquier análisis de riesgo país.
WASHINGTON Y LA OEA: UNA PRESIÓN SINCRONIZADA
La OEA, por su parte, reforzó el mensaje con un llamado explícito a certificar el proceso “lo antes posible”, subrayando la urgencia de respetar la voluntad popular antes de fin de mes. La sincronía entre la OEA y Estados Unidos no es casual: refleja un consenso regional sobre la necesidad de cerrar el proceso electoral para evitar un deterioro mayor de la gobernabilidad.
En paralelo, las denuncias de fraude, la mención al crimen organizado y la reaparición del nombre del expresidente Juan Orlando Hernández en el debate público añaden capas de complejidad a un escenario ya volátil.
DISYUNTIVA CRÍTICA
Para la comunidad internacional, Honduras enfrenta una disyuntiva crítica:
● Cerrar el proceso con rapidez y credibilidad, aun en un clima de alta polarización, o
● Entrar en una fase prolongada de conflicto político, con impacto directo en la estabilidad social, la inversión y las relaciones exteriores.
Las próximas horas y días serán determinantes. No solo definirán quién gobernará Honduras, sino también qué tipo de país emergerá ante los ojos de Estados Unidos, Centroamérica y América Latina: uno capaz de procesar una elección disputada dentro del marco institucional o uno atrapado en una espiral de desconfianza, violencia y aislamiento.
En Tegucigalpa, la sensación es inequívoca: el margen de error se agotó.
(Con información de EFE y DW)