Por Gabriela Origlia - Estrategia & Negocios
“En el periodismo debemos concentrarnos en nuestra misión tradicional cuando somos atacados desde el poder. Tenemos que convivir con la inestabilidad, con la incomodidad y hacer transparente nuestra tarea”. Quien habla es Martin Baron, exeditor ejecutivo de The Washington Post durante la primera presidencia de Donald Trump.
Lideró también las redacciones del Miami Herald y el Boston Globe, todos medios identificados con el periodismo de investigación. En su último libro, Frente al poder. Trump, Bezos y The Post, cuenta los tiempos finales de su carrera en periódicos, los que dejó en 2021.“Las prácticas tradicionales de nuestra profesión sufren ataques constantes.
El periodismo y la democracia están indisolublemente relacionados -afirmó-. No existe la prensa independiente sin democracia. Y la democracia no podría subsistir sin la prensa independiente. Nunca fue así. No puede ser así, nunca”, dice a E&N en Córdoba, Argentina, donde participó de la 80º Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). Invitado por Telecom dio varias charlas en el país y presentó su libro.
“La democracia en Estados Unidos está en peligro” no duda en enfatizar, proyectando lo que pudiera ocurrir en la nueva gestión de Donald Trump. Sostiene que las políticas del republicano son “las mismas que las de los países autoritarios: usar el Ejército para reprimir, encarcelar periodistas y amenazarlos, así como su deseo de retirar licencias de canales de televisión”.
También considera que el triunfo de Trump vigoriza a presidentes de Latinoamérica que pudieran estar tentados a seguir por ese camino.
Baron insiste en que los periodistas no sólo tienen que “decir la verdad” sino que “deben mostrarla”. Argumenta: “Hay que mandar una señal, comprobar nuestro trabajo. No podemos limitarnos a decirle a la gente cuáles son los hechos; debemos mostrarles las pruebas, como si fuéramos un abogado en un tribunal que despliega evidencias”.
DE ÉTICA Y OBJETIVIDAD
En cada presentación que realizó en la Argentina, Baron enfatizó la “creciente amenaza del autoritarismo” y “los persistentes ataques a los valores” como la libertad de prensa, la libertad de expresión, la tolerancia, el trato igualitario y justo para todos y la oposición a la violencia.
Frente a ese panorama, admite que “varios periodistas han comenzado a preguntarse si la ética tradicional del periodismo no resulta un tanto anticuada e insuficiente ante la tarea de enfrentar el ataque a la democracia e, incluso, a la dignidad humana”. Él se incluye en el grupo, “cada vez menor”, que apoya “decididamente la objetividad” en el ejercicio del periodismo.
“Procurar la objetividad quiere decir, nada más y nada menos, que debemos ser conscientes de nuestras ideas preconcebidas y de nuestros prejuicios. Debemos reconocer que pueden influir indebidamente en nuestro trabajo. Y tal como esperamos de otras profesiones, debemos evaluar las pruebas de manera justa, honesta, precisa, rigurosa e imparcial”, plantea.
Baron está convencido de que la tarea del periodista no comienza con las respuestas: “Vamos a buscarlas con el, ya de por si formidable, desafío de formular las preguntas adecuadas y, finalmente, con la ardua tarea de la verificación”, afirma.
Y agrega: “El mundo tiene más matices de lo que podríamos imaginar en un principio. No es que no sepamos nada cuando empezamos nuestro trabajo como periodistas; es que no lo sabemos todo. Y, por lo general, no sabemos mucho o quizá ni siquiera la mayor parte de lo que deberíamos saber. Lo que creemos que sabemos puede no ser correcto o que nos falten piezas importantes. Entonces, debemos ponernos a aprender a conciencia lo que no sabemos o no entendemos del todo”.
MANO A MANO
-¿Qué implica el regreso de Trump a la Casa Blanca para los EE.UU. y para el ejercicio libre de la prensa?
Los periodistas, en todos lados, tenemos que seguir haciendo nuestro trabajo sin importar las presiones. Trump dijo que la prensa era enemiga del pueblo. Es cierto que la confianza en la prensa ya estaba en baja antes de la primera presidencia de Trump, pero con él la situación se agravó. Claramente, para los medios tradicionales ese es un problema porque dependemos totalmente de la confianza del público. Esa es la base de nuestra profesión. Trump también habló abiertamente de elevar cargos contra sus enemigos políticos, ha hablado de enjuiciar a los republicanos que participaron en la campaña en su contra. Y también ha dicho abiertamente de la posibilidad de imputar a Joe Biden. Expone explícitamente su deseo de utilizar al Ejército para reprimir las protestas. Lo cierto es que es un aspirante a autócrata.
-¿Y qué impactos analiza para Latinoamérica?
Trump ha aprendido algo de los líderes autoritarios de Latinoamérica y los líderes de América Latina han aprendido algo de Trump. Muchos siguen su ejemplo. Por ejemplo, lo que hacía (Jair) Bolsonaro en Brasil, y también ahora dirigentes del Partido Republicano están hablando de adoptar las políticas de (Nayib) Bukele en El Salvador para encarcelar a supuestos pandilleros. Trump mismo se refirió a que quería usar una ley muy antigua para aprehenderlos. La verdad es que no tenemos capacidad de acomodar a tanta gente como él quiere encarcelar.

Quiere llevar a todos los inmigrantes indocumentados a centros de detención que ya no existen. Es casi su respuesta a todo tipo de desafíos.
-¿Puede ser que los líderes autócratas se reafirman en estas políticas echando mano a su popularidad?
En varios países hemos visto una disminución del apoyo a la democracia porque la gente cree que no se ha traducido en una mejora de su vida cotidiana. En El Salvador, Bukele tiene un alto nivel de aprobación porque la seguridad mejoró mucho y los ciudadanos piensan más en su seguridad personal que en la democracia. Por eso hay muchos republicanos que atienden a lo que está pasando en El Salvador, a cómo la gente hace caso omiso de las consecuencias para la democracia y, entonces, quieren replicar parte de las políticas salvadoreñas.
-¿Qué rol juega México en este rompecabeza?
Hay mucha preocupación entre los seguidores de Trump sobre la inmigración desordenada en la frontera sur. Aunque las cifras han bajado mucho, al comienzo del gobierno de Biden hubo una ola de inmigración masiva. Muchos estadounidenses se quejan de esa situación y dicen, con razón, que el país no puede acomodar a tanta gente. La política estadounidense para con México hace foco en detener la inmigración y el flujo de drogas; no se centra en otros aspectos.
-¿A qué herramientas puede apelar la prensa para detener el hostigamiento que procede del poder?
En el periodismo debemos concentrarnos en nuestra misión tradicional cuando somos atacados desde el poder. Nuestra misión es darle al público la información que necesita para autogobernarse. Es una misión muy sencilla y es la piedra angular de la democracia; nos tenemos que mantener fiel a esa misión. Tenemos que cubrir con honestidad, honorablemente. La gente tiene que ver que sus vidas se reflejan en coberturas que deben ser completas, deben ver que entendemos sus luchas, expectativas y esperanzas. Si cubrimos sus vidas de manera completa y honesta, estarían más dispuestos a aceptar la información más controvertida. Debemos tener una política de más transparencia de cómo ejercemos el periodismo.
-¿Por ejemplo?
Cuando hay pruebas, y siempre hay pruebas, tenemos que mostrárselas al público. Antes contábamos la historia, ahora hay que mandar una señal, comprobar nuestro trabajo. No podemos limitarnos a decirle a la gente cuáles son los hechos. Debemos mostrarle las pruebas, como si fuéramos un abogado en un tribunal que despliega su evidencia. Cuando se habla de un tema judicial, hay que publicar la documentación para que todos la lean. Así mostramos que no se sacó nada de contexto.
-¿Es el antídoto contra las fakes news?
Deberíamos señalarle al público que tienen el derecho a comprobar nuestro trabajo, que esta es la manera en que se hizo y que tienen la oportunidad de comprobarlo. Las fakes news son un problema para la prensa, para la democracia y para el progreso de la sociedad porque hay muchas personas que han confundido creencias con hechos.
-¿La IA es una amenaza para el periodismo? Los tiempos han cambiado. Tenemos que empezar a sentirnos cómodos con la incomodidad porque la inestabilidad es una condición permanente en nuestra profesión.
Tenemos que mantener flexibilidad y saber que la tecnología va a cambiar nuestro campo cada seis años o menos. Si una persona se desanima y no puede aceptar que debemos cambiar nuestras estrategias, quizá el periodismo no es la profesión adecuada.
La Inteligencia Artificial podría mejorar la eficacia, aliviando la tediosa carga que experimentan los periodistas y editores hoy en día, cuando se espera que cubramos noticias las 24 horas, los siete días de la semana y que lo hagamos de forma instantánea. Sin embargo, no puede hacer periodismo.
No puede verificar lo que es verdadero y lo que es falso, y es susceptible a la difusión de información errónea (y a la desinformación), que recoge de fuentes poco confiables en Internet.